ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Karigurashi no Arrietty |
SINOPSIS
En Koganei, al Oeste de Tokio, bajo el suelo de una mansión campestre, habita felizmente una familia de incursores, diminutos seres, de apenas diez centímetros, que toman prestados sus alimentos básicos a los seres humanos, procurando no ser vistos por ellos. Su tranquila existencia se complica cuando Arrietty, una audaz y curiosa incursora adolescente, es vista accidentalmente por Sho, un niño que se acaba de trasladar a la casa debido a su frágil salud. Entre ambos surgirá una fuerte amistad, que pondrá en peligro la existencia misma de los incursores.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
En Koganei, al Oeste de Tokio, bajo el suelo de una mansión campestre, habita felizmente una familia de incursores, diminutos seres, de apenas diez centímetros, que toman prestados sus alimentos básicos a los seres humanos, procurando no ser vistos por ellos.
Su tranquila existencia se complica cuando Arrietty, una audaz y curiosa incursora adolescente, es vista accidentalmente por Sho, un niño que se acaba de trasladar a la casa debido a su frágil salud. Entre ambos surgirá una fuerte amistad, que pondrá en peligro la existencia misma de los incursores.
El japonés Hiromasa Yonebayashi, joven animador del famoso Studio Ghibli, debuta como director de largometrajes con esta preciosa adaptación animada de la serie de novelas sobre Los incursores (The Borrowers), de la inglesa Mary Norton —la autora de La bruja novata—, ya llevadas a la televisión en diversas ocasiones, y al cine de imagen real por Peter Hewitt en 1997.
En esta nueva versión libre, Yonebayashi sigue de cerca los pasos del maestro Hayao Miyazaki (Porco Rosso, Mi vecino Totoro, La Princesa Mononoke, El viaje de Chihiro, Ponyo en el acantilado), que aquí ejerce funciones de coguionista. Y, como él, despliega una narración limpia y emocionante, resuelta a través de una animación 2D limitada de altísima calidad, apabullante en sus fondos naturalistas —tanto exteriores como interiores— y en los expresivos movimientos y gestos de sus personajes, todos ellos muy cercanos al espectador.
Al guión le falta quizás un punto más de enjundia dramática, de modo que se queda un poco corto en su exaltación de la dignidad humana, la valentía, el respeto al diferente y la resignación ante el sufrimiento.
De todas formas, sus mensajes son muy enriquecedores y mantiene unos niveles estéticos sobresalientes, reforzados con la fascinante partitura de la joven cantante y arpista francesa Cécile Corbel, debutante en estas lides, que ofrece una fusión memorable —instrumental y vocal— entre los ritmos celtas y la música tradicional japonesa.
Dos años después de Ponyo en el acantilado, el estudio Ghibli presenta un nuevo trabajo en el que Hayao Miyazaki sólo firma el guión y deja a Hiromasa Yonebayashi, uno de los animadores de la casa, la tarea de dirección. Se trata de la adaptación de The Borrowers de Mary Norton, la misma autora de La bruja novata.
Arrietty es una adolescente muy especial, pues forma parte de una familia de seres de tan sólo 10 centímetros de estatura, que viven bajo el suelo de una elegante casa de campo. Aunque ella y sus padres tienen por norma ocultarse de las miradas humanas, lo cierto es que dependen, en parte, de los hombres, ya que para poder sobrevivir toman prestados algunos bienes como gas, papel o azúcar.
No obstante, las cantidades dispuestas son tan ínfimas, que nadie nota su falta. Durante la primera incursión de Arrietty a la vivienda junto a su padre, la chica es vista accidentalmente por un niño humano, con el que comenzará una significativa amistad.
Esta lograda producción de dibujos animados supone un brillante debut para Yonebayashi, que a sus 38 años se convierte en el director más joven de Ghibli. La película es impecable, llena de detalles y una atractiva paleta de colores. Puede que alguno pueda reprochar algún momento de ritmo muy pausado al comienzo de la historia.
Sin embargo, es un rasgo que no afecta al desarrollo de la narración, pues es un tiempo para la contemplación y el conocimiento de la vida de los personajes, especialmente la de los diminutos, en donde destaca la grandeza de una vida corriente y sencilla, en armonía con la naturaleza.
Yonebayashi muestra un estilo propio en donde la imagen es aprovechada en su sencillez. Escenas como en la que Arrietty conversa con su nuevo amigo a través de una hoja es de indudable belleza. Sin embargo, en el filme se perciben ecos de algunos títulos de Miyazaki. Por ejemplo, la habitación de Arrietty recuerda vagamente al cuarto –más recargado– de Howl en el Castillo ambulante. Asimismo, las escenas iniciales evocan los primeros minutos de El viaje de Chihiro, pero también se pueden identificar rasgos de películas como Mi vecino Totoro o Niki, la aprendiz de Bruja.
El guión firmado por Hayao Miyazaki se aparta de la versión de The Borrowers dirigida por John Goodman en 1997. En cambio, trata los temas habituales en su producción como el respeto por la naturaleza o la importancia del amor familiar, especialmente, en la vida de los más jóvenes.
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Tuve el placer de ver ‘Arrietty y el mundo de los diminutos’ el fin de semana pasado. De verdad, una película encantadora. Muy recomendable.
Espero que el próximo año tengamos la oportunidad de ver en nuestros cines ‘Kokuriko-zaka kara’ (Desde la colina de las amapolas), la última película del estudio Ghibli que se estrenó en Japón en julio pasado. Aunque en Japón no ha sido el éxito de taquilla que se esperaba, recibió muy buenas críticas y de verdad se ve muy prometedora.