Jacques Perrin y Jacques Cluzaud nos invitan a un viaje maravilloso a través del tiempo para (re)descubrir estos territorios europeos. «Las estaciones» es una epopeya sensible y original que relata la larga y turbulenta historia común que une al hombre con los animales.
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Título Original: Les saisons |
SINOPSIS
Después de una Edad de Hielo que duró 80.000 años, surgió, en un breve espacio de tiempo, un bosque inmenso que cubrió toda Europa. Los documentalistas muestran la nueva configuración planetaria que estableció las cuatro estaciones e hizo evolucionar la flora y la fauna del continente.
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CRÍTICAS
[Mª Ángeles Almacellas. Colaboradora de Cinemanet]
“Unos grados más y todo resulta alterado”. Un largo invierno de 80000 años terminó cuando la Tierra se inclinó ligeramente y quedó más expuesta a los rayos del sol. Ese calentamiento climático dio fin a la Edad de hielo, hace 12000 años. Los hielos empezaron a derretirse, aparecieron las líneas de Europa, se estableció el ciclo de las estaciones y surgió un bosque inmenso. Algunas especies de animales se replegaron hacia el círculo polar, mientras surgieron otras que poblaron la densa vegetación. Fue la “edad dorada de los bosques”. Luego apareció el hombre, que poco a poco empezó a alterar el paisaje, talando árboles para utilizar la madera, trazando caminos y dedicando tierras al cultivo. Algunos animales se adaptaron a la presencia humana y otros, por el contrario se alejaron de un territorio que se les había hecho hostil.
El documental de Perrin y Cluzaud constituye un viaje a través del tiempo para mostrar la metamorfosis de la flora y de la fauna, insinuando discretamente algunos de los jalones del avance cultural del hombre: un montículo de piedra, el fuego de una hoguera en medio de unas chozas, los primeros intentos de domesticar un lobo, un carro por un camino, caballos utilizados para la guerra, escenas de caza… Siempre con siluetas o rostros apenas adivinados entre el follaje.
La fotografía es deslumbrante y uno no puede por menos que preguntarse cómo han podido conseguir filmar a los animales de tan cerca, incluso cuando se mueven a gran velocidad, como la impresionante persecución de unos lobos que acaban cayendo encima de su presa, un jabalí que es devorado de inmediato. Y lo que es más sorprendente todavía, en muchas ocasiones la cámara adopta el punto de vista de los animales, como si se asomaran a la ventana de su casa para enterarse de lo que sucede en el exterior.
El documental es magnífico, pero no sólo es una obra estéticamente bellísima, sino que constituye también una formidable lección de historia natural. Evita el didactismo fácil sobre la relación del hombre con la naturaleza y sólo al final, el film se cierra con unas palabras admonitorias sobre cómo el hombre puede atentar contra todas esas maravillas. Todo medido y elegante.
(Crítica cedida por la Fundación López Quintás)
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