Sinopsis
La Estrella de la Muerte no surgió de la nada: hicieron falta mentes pensantes detrás de la icónica estación espacial. Una de ellas fue la de Galen Erso (Mads Mikkelsen), un ingeniero a quien el Imperio fuerza a colaborar tras matar a su mujer y separarlo de su hija. Por eso, cuando a esta última –Jyn (Felicity Jones)- se le da la oportunidad de unirse a la Alianza Rebelde y encontrar a su padre, no se lo piensa demasiado. Además, el futuro de la Galaxia está en juego.
Crítica
Salvar al soldado Erso
En 2004, LucasArts publicó “Star Wars Battlefront”, un videojuego en el que el jugador podía vivir la historia de la saga Star Wars desde una perspectiva diferente. En lugar de encarnar a los grandes héroes o villanos –léase Luke Skywalker o Darth Vader-, el juego proponía ponerse en la piel de diversos soldados anónimos, de la carne de cañón que en las películas apenas merece un vistazo. Este cambio de perspectiva es el mismo que el director británico Gareth Edwards ha escogido para su film sobre este universo, “Rogue One”.
Es evidente para todo aquél con más de 12 años que la cinta protagonizada por Felicity Jones no responde a otro estímulo que al ansia de Disney por recuperar su inversión, pero eso no quita que “Rogue One” tenga en su cambio de tono una serie de virtudes por pleno derecho. Bajar la historia a ras de suelo no es una mera decisión cosmética: afecta a toda la experiencia. Si a ojos de un jedi un AT-AT resulta un juguete a derribar, para un soldado de infantería la máquina imperial aparece como una temible sentencia de muerte.
Consecuentemente, Edwards lleva el espíritu de la película al cine bélico, por más que Normandía aquí se llame Scarif o las ametralladoras de posición dejen paso a los blásters. Situada cronológicamente justo antes del Episodio IV, “Rogue One” se centra en un escuadrón rebelde con la misión de robar los planos de la Estrella de la Muerte. Como en las cintas sobre la II Guerra Mundial, conocemos el desenlace general –los nazis perdieron, la estación destructora de planetas fue a su vez destruida-, pero es en sus entresijos en los que aparece el drama.
No sorprende, pues, que el tradicional maniqueísmo de la saga –la Fuerza y su lado Oscuro, los jedis y los sith, el Imperio y los rebeldes- dé paso a un clima moral más gris. Las fuerzas imperiales siguen siendo la encarnación del mal, pero la Alianza rebelde pierde esa aura impoluta que presentaba hasta ahora: en ocasiones actúan más como villanos que como héroes.
En este sentido, analizada desde el punto de vista de los valores, “Rogue One” se alza en terreno pantanoso. Por un lado, la violencia es continua –es cine bélico al fin y al cabo- y en la motivación del capitán Cassian (Diego Luna) y sus compañeros rebeldes planea un tufillo a que el fin justifica los medios, por más terribles que éstos sean. Por otro lado, el personaje de Galen Erso, el ingeniero forzado de la Estrella de la Muerte, es un ejemplo de astucia y perseverancia. Un ejemplo de que incluso en las peores circunstancias se puede luchar por el bien.
También en el grupo protagonista se encuentran algunas reflexiones interesantes. La principal es la valentía que invade a Jyn y sus compañeros al luchar por una causa justa, pero también encontramos, por ejemplo, la confianza en la Providencia que invade al místico Chirrut (Donnie Yen). Este personaje –lo más cercano a un jedi en una película casi carente de espadas láser- recupera el aroma místico que siempre ha caracterizado a la saga de George Lucas.
Lo cierto, en este sentido, es que “Rogue One” equilibra de forma inteligente lo nuevo con lo antiguo. A diferencia del irregular Episodio VII –“El despertar de la Fuerza”, casi un clon de “Una nueva esperanza”-, aquí Gareth Edwards despierta tanto la nostalgia de regresar a casa –el mundo Star Wars es ya tan cercano que Tatooine parece nuestra sala de estar- como el sense of wonder de estar contemplando algo nuevo. En definitiva, regusto añejo –las criaturas, el “tengo un mal presentimiento acerca de esto” o esa mezcla de futurismo y decadencia tan característica- unido al riesgo de apostar por algo nuevo.
Si hay que señalar algún “pero”, lo cierto es que el grupo protagonista no logra despertar la empatía suficiente como para que nos afecte quién muere y quién no. Tal vez sea intencionado, por aquello de estar retratando a los soldados anónimos, a aquéllos héroes a los que nadie les da las gracias, pero no deja de ser un problema. Que las interpretaciones sean reguleras -están bien, pero no destacan- tampoco ayuda.
(Aunque sale Darth Vader, tan amenazador como siempre. Para fans de Star Wars o amantes del cine bélico, “Rogue One” es una muy buena opción)
No sé a qué edad Gareth Edwards, director de este film, vería la primera “Star wars”. Cuando se estrenó en 1977, Edwards tenía dos años. Lo cierto es que desde aquel 1977 hasta ahora “Star wars” se convirtió en un fenómeno cinematográfico extraordinario, y hoy la Historia del Cine no puede entenderse sin esta saga.
A partir de la trilogía original se han ido sucediendo precuelas, secuelas e historias derivadas del primer guion y han sido todas ellas –con mayor o menor acierto artístico- un éxito de taquilla y de público. En esta entrega, que antecede en la narración a la primerísima del 77, se nos cuenta la historia de unos héroes marginales y valientes que alían sus fuerzas para robar los planos de la Estrella de la muerte, arma definitiva para destruir el Imperio.
Poco importa la historia, el espectador ya está predispuesto a aceptar lo que venga puesto que sabe qué va a ver. Sorprende, eso sí, que la tecnología digital cada vez nos deja más boquiabiertos con escenas memorables, vertiginosas y apasionantes.
No falta de nada, una joven heroína -Felicity Jones- llena de idealismo y valentía, un joven guerrero -excelente Diego Luna– enamorado y entregado a la causa, un invidente místico, otros personajes simpáticos que se incorporan a la rebelión y unos robots androides, excesivamente prudentes e irónicos. Todos los personajes forman un equipo compacto con el que nos es fácil sintonizar y acoger.
No faltan tampoco los malos malísimos, los canallas perversos a los que no les importa la vida -ni, es curioso, la riqueza- y que sólo buscan el poder absoluto, el dominio de todo lo existente. Estos no son robots, son seres humanos que se endiosan y, como tal, se deshumanizan. Aquí aparece el malvado jefe imperial Orson Krennic, el Emperador, Moff Tarkin y hasta, fugazmente, el mítico Darth Vader. Buenos y malos viajan con naves que surcan el espacio rebasando la velocidad de la luz y disparando sus rayos destructores que provocan explosiones y sustos.
No le falta a la película el tono místico de la saga. El mundo de “Star Wars” está ambientado en ese mundo para-religioso al que denominan “La Fuerza”, un campo de energía cósmica, metafísico y ordenador del Universo, que sostiene todo lo que hay en él. Esa Fuerza es asumida con sacrificio y compromiso por los caballeros Jedi, que, debido al conocimiento y asunción de la misma, entregan generosamente su vida al servicio de la paz. Los otros, los que se han pasado al lado oscuro, son los que la utilizan perversamente para el mal y satisfacción del egoísmo. Tener el don de asumir la Fuerza no es pues un privilegio, es un compromiso que lleva con frecuencia a dar la vida; no se posee la Fuerza, se está al servicio de ella.
Todo este Universo, místico y lleno de aventuras, ya es conocido por el espectador. Y con estos ingredientes, tan manidos, la película funciona y funciona muy bien. Es un estupendo film de aventuras, simpático y divertido, cuya única intención es entretener saludablemente. El ritmo es ágil y entretenido -sobre todo en la segunda parte-, los personajes están bien dibujados, con ese trazo grueso que hace distinguir a buenos y malos en una concepción del cine que no pide grandes reflexiones sino pura diversión.
Es cine de aventuras, ni más ni menos, con una factura técnica extraordinaria -increíble la “resurrección digital” de Peter Cushing-, con música inspirada en la de Jonh Williams y con secuencias de acción que recuerdan al mejor cine bélico. Es “Star Wars”, simplemente eso. Los amantes del cine de aventuras están de enhorabuena. Vayan a verla, disfrútenla y que la Fuerza les acompañe.
Ficha técnica
- Título Original: Rogue One. A Star Wars Story
- Dirección: Gareth Edwards
- Guión: Chris Weitz, Tony Gilroy (Historia: John Knoll, Gary Whitta; Personajes: George Lucas)
- País: EEUU
- Año: 2016
- Duración: 133 min. min.
- Género: Acción, Ciencia ficción
- Interpretación: Felicity Jones, Diego Luna, Ben Mendelsohn, Donnie Yen, Jiang Wen, Mads Mikkelsen, Forest Whitaker, Alan Tudyk, Riz Ahmed, Jonathan Aris
- Productora: The Walt Disney Company / Lucasfilm
- Música: Michael Giacchino
- Fotografía: Greig Fraser
- Estreno en España: 16 de diciembre de 2016