Hace poco tuve una revelación. Estaba pensando en una de esas películas que parecen perfectas para edificar a nuestra juventud, quién os habla es un tipo sin mucha experiencia vital, pero al que le hizo un gran bien ver El indomable Will Hunting durante su adolescencia.
Supongo que conoceréis más o menos la historia: Will (Matt Damon) es un chico superdotado y huérfano de unos veinte años. Vive sólo en los suburbios de Boston y su vida gira entorno a su trabajo mal remunerado, a sus tres buenos amigos del barrio y a los bares. Pero Will tiene una afición peculiar en un chico como él: le gusta leer y lo hace excepcionalmente rápido; comprende en seguida los conceptos de cualquier disciplina (física, matemáticas, biología, filosofía, historia… ya quisiéramos algunos).
Por extraño que parezca, Will no quiere sacar partido a estos dones y prefiere una vida sencilla. Curiosamente, trabaja en mantenimiento y limpieza en el M.I.T de Boston y, como no podía ser de otra forma, será allí dónde su vida dé un vuelco. Una noche, mientras encera los suelos, se topa con una pizarra colgada en una pared del pasillo que contiene una especie de problemas matemáticos. Los había colocado allí uno de los profesores más prestigiosos de la facultad para estimular la competición entre sus alumnos. Sin poder resistirse ante tal desafío, Will acaba resolviendo el problema y su secreto es descubierto inesperadamente por el profesor, que pasaba casualmente por ahí.
En ese momento, la película comienza a sugerir un camino personal del joven protagonista: desde que se reconoce su gran capacidad intelectual, debe hacer frente a otros conflictos que no se resuelven siendo solamente un genio. Afloran en su vida problemas personales que antes había logrado disimular tan bien como su poderosa inteligencia.
La película nos habla de la reeducación de un joven que ya debería estar educado, tiene veinte añitos, y por eso la podemos ver quizá con suficiencia, como diciendo: el protagonista es un error del sistema, un pobre niñato que a los veinte no ha aceptado todo lo malo y lo bueno que hay en él… y eso que es listo. Y, en realidad, nos está diciendo algo que va justo en dirección contraria: si ni siquiera un ser sumamente inteligente puede afrontar la tarea de ser «una persona original» (como dice el protagonista en esa famosa escena en el bar), no vamos a ser nosotros mucho más perspicaces.
Entonces caí en algo que nunca había tenido en cuenta: Will no es el único que aprende. Hay dos personajes adultos, con estudios y una larga experiencia vital, que tienen que replantearse su vida cuando le conocen. El profesor de matemáticas, interpretado por un siempre venerable Skarsgard, y el carismático psiquiatra, personaje que le valió el Oscar a Robin Williams, son dos adultos con la vida aparentemente resuelta que todavía tienen temas pendientes, pegas a la vida que han de quitarse de encima.
El guión de «El indomable Will Hunting» recuerda esa coyuntura que viven frecuentemente (aunque no todos de forma consciente) padres y profesores con sus hijos o alumnos: el enseñante aprende mientras enseña y el educador se educa mientras educa, creer que tienen a gente a su cargo porque ya lo saben todo es un disparate. Sin embargo, lo olvidamos fácilmente a la hora de abrir la boca para dar órdenes; no importa, para eso tenemos el cine.
Sí, la historia de Will es tremendamente útil para la gente joven, pero la historia de esos dos adultos que permanecen a su lado educándole es una mina para todos los que ya tienen algunas canas. A veces cumplimos con un montón de requisitos que algunos llaman ‘educación’, pero todos sabemos que el trabajo no acaba con un título universitario, ni con el reconocimiento social. La película no desacredita a los mayores, ni mucho menos, su experiencia es un tesoro para el protagonista, pero, a la vez, las circunstancias les exigen seguir avanzando y tomar fuertes decisiones. Os dejo con una gran escena, ojalá sirva de cebo para que algunos la vean y otros la vuelvan a ver:
Creo que faltaría analizar un poco sobre qué entiende la película misma por educación en tanto humanizante