SABER VER
Me encantaría que el lector de esta sección descubriera su mérito: escribir sobre siete películas; y de cada una de ellas, aproximadamente, siete líneas, como un guiño suficiente y atractivo hacia la breve perfección de las cosas.
Esta vez el tema elegido es muy actual: la vejez. Recordemos que uno de los mayores logros del siglo pasado en los países desarrollados fue el aumento de la esperanza de vida. Ahora bien, esta realidad surgen muchas incertidumbres —algunas espinosas—.
Sin embargo sólo apunto y, en ese sentido he seleccionado las películas, a una de ellas: los mayores tienen la ciencia de la experiencia y, si son bien tratados, la saben transmitir hasta con dulzura.
Recordemos a Machado:
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
(…)
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
EL ÚLTIMO CONCIERTO (Yaron Zilberman, 2012)
Tras veinticinco años de éxitos, el futuro de un cuarteto de cuerda de Nueva York se prepara para tocar el Opus 131 de Beethoven, en lo que quiere ser la despedida del violoncelista, Peter, tras habérsele diagnosticado Parkinson. Son cuatro amigos y cuatro virtuosos de la cuerda que siempre han sacrificado sus intereses particulares por el grupo. Ahora, la incertidumbre sobre su futuro puede desequilibrar no sólo su música sino la amistad entre ellos. Nos identificamos con personajes creíbles donde cada cual puede cumplir su función, sobre todo si escucha y comparte los suyos con la confianza de la amistad. Una elegante metáfora musical de la vida y sus inquietudes.
ARRUGAS (Ignacio Ferreras, 2011)
Cinta de animación para adultos, fiel adaptación de una obra cumbre del cómic español de Paco Roca en 2008. Se hace un sutil retrato de la ancianidad a través de la vida en una residencia geriátrica en la que dos ancianos —Emilio y Miguel— se hacen amigos. Sus limitaciones no dramatizan la vida, pues saben utilizan las armas de la imaginación y la ironía. Se descubre, una vez más, que todos, y a todas las edades, necesitamos dos recursos estupendos para funcionar: las buenas evasiones y, sobre todo, la amistad. Nuestros protagonistas hacer sus simpáticos planes que llenan de ternura y sonrisas lo que podía ser una vida tediosa y acabada.
EL HIJO DE LA NOVIA (Juan José Campanella, 2001)
Deliciosa tragicomedia, en la que se apuesta por el sentimiento y la emoción. Un bar, con ambiente familiar hasta en las fotografías, en la que el hijo, divorciado, pone su empeño por lograr lo que su madre, aquejada de Alzheimer y que cada día es visitada por su marido, desea: casarse por la Iglesia. Hay escenas memorables, como la petición de mano a través del portero automático, y otras muy sensatas como la sanación de un matrimonio que en realidad ya existe. En esta comedia de enredo prevalece algo muy importante: que la vida y la felicidad consisten en tomar los problemas de los demás como propios.
UNA HISTORIA VERDADERA (David Lynch, 1999)
Gran conocedor del alma humana, Lynch nos descubre la del anciano Alvin Straight, que lleva junto con su hija Rose, una vida rutinaria. Un día recibe la noticia de que su hermano Lyle —con el que no se habla desde hace diez años— ha sufrido un grave infarto, y se plantea reconciliarse con él antes de que uno de ellos se muera. Como no tiene dinero, ni tampoco le permiten tener carnet de conducir se anima a realizar el trayecto en un pequeño tractor cortacésped. Así recorrerá 560 Km, a una velocidad de 10 Km/h. La misma testarudez que le ha llevado a romper con su hermano por orgullo le lleva ahora a emprender esta odisea de reconciliación de la que nos queda la luz de una historia verdadera.
EL ABUELO (José Luis Garci, 1998)
Sexta versión cinematográfica —en este caso más libre— de la novela homónima de Pérez Galdós; narra el drama de un noble indiano que regresa de América anciano, arruinado, casi ciego; pero dispuesto a defender la honra de su apellido y preocupado porque sabe que una de sus dos nietas no es legítima; su nuera hace lo imposible para no desvelarle el secreto. Garci se propuso emocionar al público y lo logra con esta versión en la que hay una buena historia, un buen equipo y unos magníficos escenarios. Fue candidata al Oscar y, junto con la emoción, se disfruta ante valores tan auténticos como el amor, el honor y la tolerancia.
ESENCIA DE MUJER (Martin Brest, 1992)
Es un poco difícil comentar esta película en relación con la ancianidad, porque lo que ocupa la mente de las que hemos disfrutado de ella, es el recuerdo de la elegancia y la inmensidad de Al Pacino bailando el tango “Por una cabeza”. Pero sí, estamos ante un buen argumento en la que vemos el paso a la madurez realizado con inteligencia y habilidad —algo nada fácil de conseguir—. Se narra el fin de semana entre un militar retirado con un joven universitario al que contrata la familia para que sea su lazarillo. Los planes del invidente son disfrutar a lo loco para suicidarse después; sin embargo, la inesperada amistad entre ambos cambia radicalmente esta situación.
EN EL ESTANQUE DORADO (Mark Rydell, 1981)
Obra de teatro, adaptada maravillosamente al cine, que logró tres Oscar; concedido a sus protagonistas —Henry Fonda, que poseía el honorífico por su maestría cinematográfica y Katharine Hepburn, “la estrella femenina de Hollywood” que, con esta película, sumó el cuarto Oscar en su haber—; el tercero fue para el lúcido y encantador guión. ¿Qué nos aporta? Quizás comprobar que en el ocaso de la vida, cuando hay amor del de verdad, los laberintos emocionales cristalizan en la madurez, sin olvidar la nostalgia que empapa sutilmente en los repliegues del alma humana. El paso del tiempo, como un estanque dorado y tranquilo, tiene su encanto, su belleza y su simpatía.