En la película Despertares, un neurólogo neoyorkino decide, a mediados de los años 60, someter a un complejo experimento a sus pacientes de encefalitis. Se trata de una enfermedad que priva de las facultades motoras a las personas hasta reducirlas a estado vegetativo.
Al comienzo de la película le hacen una entrevista al doctor Malcolm Sayer (Robin Williams). Le informan que va a trabajar con personas; en ese momento siente pánico, nunca ha trabajado con personas. Aunque pueda parecer extraño es un fenómeno creciente en el mundo laboral: personas que no saben trabajar con otras. Eso no funciona. Para trabajar con personas es necesaria una humanidad cada vez más escasa. Algunos empleados no saben trabajar en equipo, obstaculizando el buen funcionamiento de la actividad empresarial.
En esta película el protagonista obtiene cierto éxito porque siente admiración por lo desconocido y se esfuerza en aprender lo que no sabe y descubrir lo que no conoce. Ante una nueva situación no podemos colapsarnos, sino preguntarnos por todo lo que nos parezca extraño. El doctor Sayer nunca ha tratado con personas pero tiene el carácter necesario para hacerlo, no como los médicos del hospital que ven a los pacientes como un jardín de plantas ya que, según ellos, solo les dan de comer, las limpian y pasa el tiempo.
En un momento de la película esas “plantas” cobran vida y empiezan a moverse, entonces los médicos se llenan de compasión y empiezan a verlos como personas. Son los mismos de antes pero ahora se mueven. Podemos decir que para estos médicos los pacientes son personas cuando se mueven. En el entorno empresarial ese “asombro” por lo nuevo y desconocido es el motor de la innovación.