¿Qué tiene la Navidad que hace de estas fechas algo tan especial, y para tanta gente? ¿Cómo consigue el cine transmitir esa mágica sensación al público? En este análisis, desgranamos Solo en Casa, un clásico del cine navideño, para responder a ambas preguntas. La película trata temas como la familia, el amor, la madurez y el perdón con la Navidad como lienzo, de una manera particular, entretenida, y -por supuesto- muy divertida.
El éxito de los 90
Dirigida por Chris Columbus (Harry Potter y la Piedra Filosofal, Señora Doubtfire) y escrita por John Hughes (101 Dálmatas, Flubber y el profesor chiflado), nos encontramos con la historia de un niño que se queda solo en casa en Navidad, después de que su familia se olvide de él, por culpa de un accidentado y caótico viaje. Solo en Casa se estrenó el 21 de diciembre de 1990, y recaudó un total de 476,6 millones de dólares, contando con un presupuesto de apenas 15 millones.
Solo en Casa, pues, fue un auténtico éxito comercial, que se convirtió en la película más taquillera de su año, en la primera de muchas secuelas que no pudieron -o no supieron- repetir su éxito, y en la película que todos los niños querían ver. Curiosamente, también los padres querían, cuando la siguieron echando por televisión en años posteriores; generalmente en Navidad.
¿Cómo se consiguió todo esto? Una de las claves del éxito podría estar en el genial guion de Hughes, que equilibra valores humanos importantes con humor, y que combina chistes fáciles con otros más difíciles. Otra es la sobrecogedora música de John Williams, que le supuso dos nominaciones a los Oscar: como Mejor banda sonora original y como Mejor canción original.
Otra clave está en el reparto, con un Macaulay Culkin que está perfecto en toda la película y que pasó a ser el niño de moda, o también con un Joe Pesci (Uno de los nuestros, Casino), que ejecuta como nadie el papel de pez fuera del agua. No nos olvidemos de la genial dirección de Columbus, que sabe combinar todos estos y muchos más factores que contribuyeron al apabullante éxito de Solo en Casa.
La familia, el valor principal
Kevin McAllister, el protagonista, es un niño que vive agobiado por familia; no se siente ni querido, ni respetado. Sus hermanos -tiene muchos- en el mejor de los casos le ven como una carga; en el peor, es objeto de bromas y burlas que hacen que se sienta aún más marginado, dentro su propia casa. Un día, toda su familia -tíos y primos incluidos, con los que Kevin tiene aún menos afinidad- decide viajar a París a pasar las navidades. Entonces, Kevin, en un acto de rebeldía motivado por sus sentimientos a su familia, desea que todos desaparezcan: quiere vivir solo, sin nadie más.
Casualidades de la vida, la noche previa al viaje un rayo impacta en el poste eléctrico de su casa, dejando el edificio sin luz y, entre otras cosas, sin despertador. La numerosa familia se levanta más tarde de la hora prevista, y en medio del jaleo nadie repara en que falta Kevin, que había sido castigado a dormir en el ático por su actitud rebelde, y seguía durmiendo en el cuarto.
El guion se toma su tiempo para establecer y desarrollar esta premisa, sencilla y a la vez punta del iceberg de todas las derivaciones que trae consigo. Un niño abandonado y una madre frustrada que se siente culpable por la situación. Este punto de partida, sin saber nada más de la trama, resulta inquietante, hasta trágico. Desde luego, nada cómico.
Sin embargo, esta presentación es una trampa, ya que el verdadero antagonista de Kevin no es su madre, ni su familia, sino unos ladrones que asaltan las casas del barrio cuando los vecinos están fuera por Navidad. Entonces Kevin se dará cuenta que la familia es lo más importante, y aprenderá a valorar lo que se tiene antes de perderlo, a saber perdonar a quién te quiere o está arrepentido. Aprenderá a madurar y a mejorar como persona.
El desarrollo del personaje de Kevin y la relación con su madre son clave en la narrativa de la película, y una manera inmejorable de transmitir los valores morales de las fiestas de Navidad. el arco de evolución empieza con cada uno enfadado con el otro por no sentirse amado o comprendido. Cuando ambos se separan, se dan cuenta de lo mucho que se echan de menos, y de que las disputas eventuales no son importantes en comparación con una vida entregada el uno al otro.
Finalmente, en Nochebuena, Kevin desea todo lo contrario: pide como regalo que le devuelvan a su familia (“y si hay tiempo, también a mi tío Frank”, como dice), y se despierta en la mañana de Navidad preguntando por su madre, mientras la busca por la casa. Irónicamente, gracias a la tenacidad de la madre por volver, en unas fechas imposibles para encontrar transportes disponibles, y la bondad y generosidad de unos desinteresados desconocidos, ambos se reúnen en un momento de catarsis, dónde, sin mediar palabra, se fusionan en un abrazo el perdón, la comprensión y el amor.
La Navidad y sus temas
Aunque la relación madre e hijo es el eje fundamental, y el principal motor emotivo de la historia, hay otras subtramas interesantes que merecen ser destacadas por su afinidad temática con la Navidad, y valores morales sanos y didácticos.
Los ladrones – El primer bandido está interpretado por Pesci, un actor habitual en películas violentas: esto tiene un efecto cómico inmediato al verle en una película familiar, fuera de su entorno habitual. El segundo, interpretado por Daniel Stern (El tesoro de Curly, El gran scout), aporta una comedia más situacional, con gags de caídas con efecto cómico y demás relaciones con el entorno.
Ambos son divertidos, e intimidantes, pero la película da un paso más con su desarrollo introduciendo un detalle: cuando Kevin huye de ellos la primera vez, se esconde en una iglesia, entonces los ladrones se marchan argumentando que ahí no quieren entrar; con este detalle se asocia la iglesia con un lugar de resguardo y salvación, dónde los malvados no tienen cabida. Una buena moraleja para el público infantil, mayoritario en esta película.
El hombre misterioso de la pala – Al principio, se establece a este personaje como un vecino misterioso, que deambula por el barrio con su pala barriendo la nieve, sobre el que se cuentan historias horribles, que luego resultan ser mentira.
Una escena clave en la película es cuando Kevin se encuentra con este hombre en la iglesia, momento en que dejará de tenerle miedo, y entenderá que en realidad es un abuelo querido por su nieta, pero también un padre distanciado de su hijo. Kevin le anima a perdonar a su hijo, y también que le pida su perdón. En este sentido, el desenlace de esta subtrama no puede ser más satisfactorio.
El grupo de músicos – El sentimiento de culpa de la madre de Kevin, la lleva a querer volver a casa por todos los medios posibles: al estar en fechas navideñas, estos se reducen a muy pocos. Lo intenta todo: coger vuelos que le acerquen a Chicago, su destino; probar diferentes combinaciones para ganar tiempo, o hasta intenta sobornar a una pareja de ancianos con el dinero, joyas y ropa que lleva encima.
Todo parece estar en contra, cuando le sorprende un acto de generosidad de unos desconocidos. Unos músicos que viajan en camioneta se ofrecen sin pedir nada a cambio: para ellos es un pequeño gesto, para la madre tiene un valor incalculable. Gestos así son lo que se predica estas fiestas, y dan sentido al espíritu navideño de empatizar, compartir y ayudar a gente desconocida, sin esperar nada a cambio.
Solo en Casa, en definitiva, es una gran película, por su calidad de guion, dirección, reparto, y música. Un éxito que 18 años después de su estreno sigue en el recuerdo por su alto valor de entretenimiento, tanto en calidad cómica como en profundidad temática. Una película muy recomendable para ver en estas fiestas, que nos recuerda la importancia de algo tan sencillo como desear “Feliz Navidad”, y que la familia es el mejor regalo que se puede recibir por Navidad.