Querido lector-espectador: retomo nuevamente el estilo Microrrelatos de CinemaNet porque la ocasión parece oportuna. No voy a hacer una crítica exhaustiva de las películas -está funcionando muy bien el situarnos ante una de ella en dos minutos-, sino que las citaré para que nos ayuden a fomentar el ambiente familiar en los días de Navidad que se aproximan.
Mi idea es detenerme en algo tan concreto como la mesa, la comida familiar. Uno de los libros de José Luis Garci es “Beber de cine”, que simpáticamente se ha comentado su utilidad dado su buen conocimiento del cine y de las bebidas. En estas circunstancias, vamos a comer los días de Navidad lo que tradicionalmente se pueda y se quiera y, desde luego, no va a ser esa la ocasión para ver una película.
Lo que sugiero es disfrutar no tanto de la buena mesa sino de la buena gente que nos acompañará en la mesa. Me gustaría saber plasmar cómo cuidar los detalles en la cocina, en el comedor, en los modales porque acompañan en el vivir la alegría que corresponde a estas fiestas, de por sí agridulces por la pandemia. Lo principal es que celebramos el gran acontecimiento mundial de la venida de Dios al mundo.
Gertrud von Le Fort (1876-1971) expresaba una idea sorprendente: “Hoy hay demasiado hoy”. Hace meses, llenaríamos de contenido esa expresión aludiendo al consumismo, al hedonismo, al estrés, al utilitarismo, etc. etc. etc. No sería vacua esa orientación. Pero en estos días la vida nos ha dado introducido en un clima inesperado y quizás el contenido puede quedar exclusivamente referido a pandemia, pandemia, pandemia… Ciertamente cada uno estamos obligados desde nuestra particular situación personal y social a vencerla.
Pero este convivir con la pandemia no puede ni debe quitar esplendor a la vida en familia, ni a la vida de familia, sea con todos su miembros, sea con menos, sea como sea. Y es que la familia, como defiende acertadamente el filósofo Fabrice Hadjadj “no se fundamenta, como se cree, en el amor, la educación y la libertad, sino que ella es el fundamento del amor, la educación y la libertad”.
Es un buen momento para redescubrir que la familia crea hogar. Hasta el extraterrestre E.T. gritaba en 1982 “¡Mi casa”!. Un hogar no es una tienda de electrodomésticos (por el número y utilización de aparatos), ni un cuartel, ni un colegio, ni un garaje, ni una parroquia, ni una república, ni una democracia.
Un hogar es el lugar del amparo, del consuelo y de la compañía. En el que cada uno no sentimos dueños y servidores de lo entrañable. Estamos en un momento, ojalá único, preciso para darle brillo, superando la incompetencia comunicativa que se crea, si no se está atento, ante las diferentes modalidades y consecuencias del confinamiento.
Se hace hogar en todas dimensiones de la persona. Esta vez nos detenemos en los ratos en que se come en familia algo rico. Y se pasa muy bien. Y esto se descubre también en el cine. Recordemos en Blade Runner: “Todo lo que él quería eran las mismas respuestas que todos buscamos ¿De dónde vengo? ¿¿A dónde voy? ¿Cuánto tiempo me queda? Todo lo que yo podía hacer era sentarme y verle allí y verle morir”.
Nosotros no somos androides y, por ello “No es la fuerza del cuerpo lo que importa, sino la fuerza del espíritu” -la frase es de El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo-. Cuidamos el cuerpo, pero por algo más, por toda la persona. Hay muchas películas que dan la importancia correcta al ambiente familiar a través de la comida. Recordemos algunas:
La sociedad literaria y el pastel de piel de patata
(Mike Newd, 2018)
Son los años 40. Mientras la ciudad de Londres comienza a recuperarse tras la Segunda Guerra Mundial, una joven escritora busca el argumento para su próximo libro. Un día recibe una carta de un desconocido que le presenta un curioso club de lectura: La Sociedad Literaria y del Pastel de Piel de Patata de Guernsey. Intrigada por estos excéntricos personajes, decide viajar a esta pequeña isla, sin saber que encontrará mucho más que una gran historia. Y hasta con pastel de patatas vemos que las personas se aferran al amor en las relaciones humanas.
El cocinero de los últimos deseos
(Tamio Hayashi, 2017)
-Mitsuru Sasaki es un cocinero de talla mundial capaz de cocinar cualquier plato solo con probarlo una vez; ha perdido la pasión por su oficio e incluso está a punto de quebrar su restaurante debido a su carácter perfeccionista. Para pagar sus deudas, un desconocido le pide recrear la legendaria. A veces resulta forzada, pero en realidad es una epopeya gastronómica con otros ingredientes: históricos, políticos y hasta románticos.
Ratatouille
(Brad Bird, 2007)
Comedia que trata sobre la buena mesa, por lo que la mayor parte se desarrolla en la cocina, y en la que cocinan ratas. Ambientada en París. El director se propuso reflejar la belleza y la historia de esta ciudad a través de recovecos, de la luz, del Sena. También porque en París la comida es alargada, un plato y otro, y otro…regado con buen vino, y terminado con una colección de quesos. Delicadeza y buen gusto a través de una rata de alcantarilla. Así se transmite algo más profundo, el desarrollo de los talentos y la falta de prejuicios.
Deliciosa Martha
(Sandra Nettelbeck, 2001)
Recuerdo lo que ya comenté en CinemaNet a propósito de Deliciosa Martha: se trata de una película gastronómica que se trasforma en una comedia sentimental de toques dramáticos en torno a Martha, jefe de cocina en un restaurante de Hamburgo, que tiene todas las recetas excepto la más importante, la del amor. Su vida, programada en solitario como si se tratara de un suculento plato, dará un vuelco definitivo al descubrir a Mario, un colega flexible y respetuoso, que entiende la vida y que conoce el ingrediente de la felicidad. La gastronomía nos hace un guiño para sacar gusto a la vida y su verdadero sentido.
Comer, beber, amar
(Ang Lee, 1994)
Una comedia coral de una exquisita sensibilidad en la que se nos relata como experto cocinero chino, viudo protege a sus tres hijas. Cada una de ellas con una marcada personalidad que refleja las diferencias generacionales de esta familia, pues sólo coinciden en su carácter rebelde y decidido Las tempestades propias de la vida, nuestro cocinero tratará de paliarlas cocinando periódicamente lo mejor que sabe, que para reunir a sus hijas entre ellas y junto a él.