Cuando nos referimos a los clásicos en el cine, enseguida afloran a nuestra memoria actores famosos y carismáticos, guiones brillantes, directores laureados que han dejado su huella imborrable en la historia, y escenas inolvidables acompañadas de una música para el recuerdo. Todo esto es lo que nos ofrece La ley del silencio, de Elia Kazan.
La historia que cuenta la película era de rabiosa actualidad en el año de su estreno, 1954. La mafia diversificaba su actividad y extendía sus tentáculos a los sindicatos portuarios y de transporte (lo vemos en la más reciente película El Irlandés, de Martin Scorsese).
La ley del silencio se centra en Terry Malloy (Marlon Brando), un estibador de puerto que, además, ejerce de chivato al servicio del mafioso Johnny Friendly con el objetivo de tener controladas las actividades del puerto, así como a los trabajadores del sindicato portuario. Y Terry, junto con su hermano Charlie (Rod Steiger), contribuyen a que este status quo se mantenga.
Terry es un boxeador fracasado, un hombre rudo, egoísta y de pocas luces cuya única motivación en el puerto es obtener dinero fácil trabajando poco y traicionando si es necesario. El único signo de aparente bondad en Terry es su delicada dedicación a un palomar en la azotea de un edificio. Pero su actitud ante la vida cambiará cuando aparezca un “halcón”, Edie Doyle (Eva Marie Saint), la hermana de Joey Doyle, asesinado en el puerto.
Cuando conoce a Edie, Terry inicia su camino interior de redención; se siente culpable de haber contribuido a que la mafia matara a Joey y, a la vez, interpelado por la bondad y rectitud moral de Edie, que quiere descubrir a toda costa la verdad sobre el asesinato de su hermano. Veamos en varias escenas y conversaciones clave, a lo largo de la película, cómo se produce ese cambio vital en Terry:
- Empezamos con la cita que tienen Terry y Edie en el bar, poco tiempo después de conocerse; aquí el antiguo boxeador se muestra en toda su plenitud. Chulo, arrogante y duro, se manifiesta insensible ante todo lo que le rodea. Su filosofía es la de vivir a lo grande, y pensar solamente en uno mismo, sin importar los demás. Terry no se siente responsable de la muerte de Joey pero, a la vez, en su conciencia adormecida, hay un rastro de culpabilidad que se irá acrecentando por la bondad contagiosa de Edie. En esa conversación, los planteamientos vitales de Terry y Edie están en dos universos opuestos, casi irreconciliables.
- Terry se va desencantando poco a poco de los crímenes y el silencio impuesto por la mafia en el puerto. La semilla de bondad de Edie va germinando en Terry, y éste acaba por reconocer su participación en el asesinato de Joey. Necesita decírselo al padre Barry para compartirlo con alguien y descargar su conciencia. Pero, a la vez, se niega a declarar ante el comité de investigación sobre el asesinato; la lealtad a su hermano Charlie y al jefe mafioso Johnny puede más que el peso de la conciencia. “Y si no hablas, ¿cuánto valdrá tu alma?” le espolea el padre Barry para que Terry de un paso adelante. Pesa más en su confesión el amor que el exboxeador le profesa a Edie que una conciencia clara que dirija sus actos, pero la semilla del cambio ya está plantada. Terry es consciente de su acto, pero tiene miedo; no quiere defraudar a Edie pero su vida pasada le atenaza todavía, siendo fiel a Charlie y a Johnny.
- Ya avanzada la película, llegamos a uno de los momentos clave, la conversación de los hermanos Terry y Charlie en el taxi. La mafia quiere asegurarse de que Terry no testifique contra ellos, y envían a su hermano Charlie para convencerle de que no lo haga. En esta escena, enorme tanto a nivel visual como interpretativo, quien experimenta un cambio interior es Charlie. Entra en el taxi siendo un enviado de la mafia, dispuesto a cumplir sus órdenes a cualquier precio, y sale transformado por la bondad y la sinceridad de Terry; hasta el punto de dejarle marchar para salvarle la vida, y sacrificar él mismo la suya. Charlie quiere convencer a su hermano con dinero, ambición y trabajos fáciles, pero Terry sólo quiere ganarse la vida honradamente y le recuerda los sacrificios que hizo por él. “Pude haber sido algo en la vida”, le dice Terry a su hermano, recriminándole que no cuidara de él. Terry sabe que es un fracasado pero es consciente de su dignidad como persona, porque ha visto que se puede vivir de otra manera.
- El sacrificio de Charlie hace enloquecer a Terry; y lo que hasta ese momento era bondad, se transforma en venganza para matar al jefe mafioso Johnny. El padre Barry acude al bar para convencer a Terry de que no lo haga, y así aplacar su rabia; la forma de luchar contra la mafia no es el ojo por ojo, sino la verdad en los tribunales, de forma que se rompa esa ley del silencio que atenaza a todos en el puerto. “Disparar a un hombre no es ser valiente”, le dirá el padre Barry. Esta escena en el bar representa la tensión permanente en el hombre entre sus instintos más básicos y los ideales más elevados; y es una lucha diaria en la que no se deben ahorrar esfuerzos.
La verdad siempre tiene consecuencias, y para Terry será el abandono de todos los compañeros en el puerto; sufre física y moralmente por romper la ley del silencio, pero al final su ejemplo liberará también al resto de estibadores de las garras de la mafia y, lo que es incluso más importante, les liberará de sus miedos y su esclavitud. Y todo porque un halcón bondadoso llamado Edie cambió la vida de Terry.