Better Call Saul (Temporada 5)

Gabriel Sales

Periodista y especialista en Comunicación y Branding digital. Cinéfilo y crítico de cine y series de televisión.

Tiene mucho mérito el gran trabajo realizado por Gilligan y Gould durante estos seis años con Better Call Saul. Acertar con la precuela de una de las series más grandes de todos los tiempos (Breaking Bad) e ir elevando el nivel conforme avanzaban las temporadas es cuanto menos brillante. Sobre todo viendo de qué manera lo han hecho, creando un producto de altísima factura.

Bob Odenkirk mantiene su impoluta interpretación, mejorando en la quinta temporada si cabe al dar vida a un Saul mucho más seguro de sí mismo aunque temeroso en ciertas líneas morales. La gran sorpresa ha sido la de Rhea Seehorn, con el papel de una Kim Wexler ya experimentada en el campo de la justicia que al parecer mantenía cierto misterio en su personaje, e irá coqueteando con algunas actitudes nunca antes mostradas. 

Obviamente, la serie juega a eso, flirtear con los cambios de moral, debatiendo sobre si el fin justifica los medios o si verdaderamente es posible salvar el alma ante situaciones tan extremas. Ahí está el morbo, este es el factor que conquista enteramente al espectador. Pero en todo momento los creadores saben distinguir entre el bien y el mal, e ilustran las graves consecuencias que acarrean tales despreciables decisiones. Guiados a través del punto gamberro e irreverente del protagonista, los televidentes pueden saber cuándo está bien y cuándo no sobrepasar una línea, y son capaces de temer por la vida de cada personaje.

En definitiva, estamos ante una soberbia temporada, que roza la excelencia que tanto caracterizó a Breaking Bad. Y por lo que parece, si la serie mantiene la espectacular progresión que ha tenido hasta ahora, claramente nos regalará una sexta y última season tan apoteósica como la de su hermana mayor.