El Gruñón es un guiño romántico a la nostalgia, contado a través de la historia de protagonista, un octogenario reacio a adaptarse a los nuevos tiempos, que tras sufrir un accidente doméstico, se ve obligado a mudarse con su hijo y su familia.
A día de hoy, parece imposible pensar en un mundo en que las redes sociales no sean la moda, de hecho, cada generación está un día más cerca de ganarse el derecho a decir «En mis tiempos….» Pues bien, ese día llegará, llegará el día que lo actual pase a estar desfasado, y ese día, se estará un paso más cerca de sentir lo que siente El Gruñón cada día, personaje interpretado por Antti Litja.
La historia camina entre la delgada línea entre la comedia y el drama. Comedia situacional tipo pez fuera del agua, y drama enfatizado por una soberbia banda sonora, y una fotografía que cuanto menos invita a la reflexión.
En conjunto, el drama funciona mejor que la comedia, pues las situaciones cómicas expuestas son previsibles dada su reiteración en el cine comercial.
Por su parte, el drama es valiente y consecuente con la historia que plantea, el final está muy bien armado y puede emocionar a más de un espectador.
En Cinemania, definen El Gruñón como «un viaje a la reflexión, donde la distancia no es tanto geográfica, sino emocional». Por su parte, Ecartelera, tildan la obra como «una película que busca mostrar las batallas intergeneracionales».
Temas como la importancia de la familia como factor constante en el tiempo, o la ancianidad como punto de inflexión para la reflexión, impregnan una obra que nos ayuda a empatizar con el pasado de El Gruñón. Y posiblemente, con el futuro que aguarda a futuras generaciones.
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