«Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong»
Con esta frase se inicia Memorias de África, tanto la autobiografía de Karen Blixen como la película dirigida por Sydney Pollack, sin duda un clásico de los 80 que no ha perdido peso desde entonces. Revisada, alcanza más fuerza al contrastarla con las producciones posteriores.
La película recorre la vida de la propia Blixen durante su estancia en Kenia
a principios del siglo XX, en un ambiente colonial. Con guion de Kurt Luedtke, el film se basa en el libro homónimo; en la novela Isak Dinesen. Vida de un cuentacuentos, de Judith Thurman, y en El silencio hablará, de Errol Trzebinski.
Pollack une herramientas muy poderosas para que la cinta sea una obra de arte, que supera el éxito pasajero de tantos films oscarizados. Sobre la maravillosa fotografía de África, resuelve una coral de actores infalibles, y cuadrando el círculo encontramos una banda sonora que envuelve al espectador de manera sublime.
Una banda sonora magistral
El compositor John Barry no solo escribe una buena banda sonora; firma una música que se adapta a la perfección la imagen y al guion. Los compases principales se abren como se abre el sol en África, y cuando debe acudir a la intimidad hace uso de los tonos más altos del piano, cuyas notas parecen llover en el interior del corazón.
Sirva de ejemplo la escena en la que Karen cuenta una historia inventada sobre una chica china al encandilado Denys. Las mezclas de sonidos son sublimes, la voz de Karen se confunde con el piano, la lluvia… «Soy buena contadora de cuentos» afirma en la película, y así lo hizo en su vida real.
Sobre el guion
El guion en un principio desencanta por el tono medio y la presentación de un desarrollo previsible. Pasados los primeros minutos, los diálogos y la trama van in crescendo, y nos sumergimos en la vida de Karen, en un tempo lento que no deja en ningún momento espacios innecesarios o aburridos.
Otra cuestión menos trabajada es el encontrarnos con algunos lugares comunes de la cinematografía, como el «juego» entre el héroe y su chica en situaciones de riesgo. Podemos ver este esquema, por ejemplo, cuando la baronesa Blixen se halla ante el posible ataque de una leona. Denis disfruta viendo a su chica al límite del miedo, para salvarla en el último momento. Escenas propias del western, o de producciones de la época como la saga de Indiana Jones.
Los personajes
La personalidad de Robert Redford -Denys, en un principio en segundo plano- eleva el diálogo, va tomando un protagonismo hasta hacer sombra a Meryl Streep, pues la personalidad que muestra resulta más creíble por habérsele concedido una psicología mejor construida, enamorado y a la vez egoísta con Karen. «En tu mundo no existiría el amor», afirma Karen cuando Denys rehúsa al matrimonio en pro de una libertad que en sentido estricto es el egoísmo de quien no quiere entregarse del todo.
Klaus Maria Brandauer (Bror) en la película marido de Karen, puede considerarse la otra cara de Denys, pues su papel no pasa de ser un arquetipo de hombre mujeriego, y sus diálogos tan simples como el papel que representa. Se dice que su interpretación es muy buena, pero lo que representa se podría haber cuidado algo más.
El valor de un Oscar
Memorias de África es un ejemplo de la importancia de estos premios. Recibió siete premios Óscar entre ellos el de mejor película, mejor dirección, mejor banda sonora y mejor guion adaptado. Estas nominaciones de figuritas que no pasan de costar 100 dólares llevaron a que la facturación subiera un 50% después de los galardones.
Con un presupuesto aproximado de 30 millones de dólares, el año de su lanzamiento consiguió recaudar, según datos de Box Office Mojo, un total de 225,5 millones de dólares en todo el mundo.
¿Quién fue Karen Blixen?
Karen Blixen nació el 17 de abril de 1885 en la localidad danesa de Rungstedlund, en el seno de una familia aristocrática. Isak Dinesen era el seudónimo con el que firmaba todas sus obras; entró en el mundo literario después de muchos fracasos personales. «Nadie ha pagado tan caro como yo su entrada en la literatura», diría más tarde.
Nos llevaríamos a engaño si después de ver la película creemos haber conocido a Blixen. No en vano, el director norteamericano aseguró que tomó tan sólo el libro Out of Africa «como el pintor que pone la tela, o el paisaje». Y advirtió que «quienes vengan a ver el filme pensando en el libro se van a decepcionar». Sin embargo no es el dilema típico entre película o libro, pues ambos muestran historias y herramientas narrativas muy distintas.
Un dato curioso lo tiene el tren del principio. En 1985 no quedaban locomotoras de esas características, por lo que se construyó una de atrezo. Neumáticos quemados hicieron de hollín al humo de carbón de la chimenea y una locomotora diésel interna empujaba el conjunto.
Lo que supuso un avance para la época fue la gramola con sintonizador de volumen y los discos de larga duración, ya que se inventarían después del contexto en que fueron grabados.
El doblaje de ‘Memorias de África’
En la versión original, Streep trabajó mucho para adquirir el acento danés de Karen, en tanto que Redford no consiguió el acento británico del caballero a quien representaba, por lo que se le debió dar un origen norteamericano. El doblaje español, si bien está muy cuidado, falla en los acentos daneses, que en Karen y su marido aparecen y desaparecen a lo largo del film. Una vuelta de tuerca podría haber salvado estos errores.