El prodigio | Una visión desenfocada de la fe católica

José Martín Goenaga

Cinéfilo por afición, me gusta seguir de cerca la actualidad cinematográfica para comprender mejor a la sociedad actual y valorar la idea que esta transmite sobre la persona humana y sus circunstancias.

Inquietante película del director chileno Sebastián Lelio (Una mujer fantástica, Disobedience o Gloria Bell) basada en la novela del mismo título de la escritora irlandesa Emma Donoghue. La película nos sitúa en la campiña irlandesa de mediados del siglo XIX. Allí es enviada Lib (Florence Pugh), una enfermera inglesa, con el fin de supervisar a Anna, una niña de 9 años que ha decidido dejar de comer hace ya 4 meses, pero que parece que no le afecta esa desnutrición voluntaria. Así, Lib se turna con la religiosa hermana Michael para acompañar a Anna durante todo el día y toda la noche, pues deben certificar que efectivamente Anna no está probando alimento alguno.

Esta sería la trama principal del film de Sebastián Lelio, que también cuenta con la participación de Tom Burke como periodista que se acerca a relatar estos extraños sucesos que están ocurriendo en la vida de Anna y su familia. El diseño de producción es realmente digno de mención, pues el ambiente rural irlandés es retratado a la perfección, con actores autóctonos, por supuesto. La música también es otro de los aspectos que cabría resaltar, ya que forma realmente una parte esencial de la película, que se mueve entre situaciones más o menos místicas y un aire de cierto misterio y tensión sostenida. La actuación de Florence Pugh es excelente, interpretando a una extraña que llega con sus ideas y su pasado y es rechazada en ese nuevo entorno pero que con su humanidad logra ganarse el corazón de la pequeña Anna.

Por supuesto que hay peros: (1) la visión de una religión católica totalmente contraria a la razón y cerrada a una lógica humanidad deja mucho que desear; (2) la utilización de drogas por parte de Lib como remedio para superar sus crisis con el pasado; (3) la búsqueda del placer sexual también como solución y liberación de los problemas, y sin ni siquiera haberse conocido bien antes, que se vende como lo normal frente a una sociedad cerrada ilógicamente por las creencias religiosas; y (4) la situación que descubre Lib respecto a Anna, que personalmente me parece fuera de todo contexto y lógica, pero que se utiliza para explicar el ayuno de Anna.

Tras este “overview” y, como conclusión, no se puede negar la alta calidad artística y cinematográfica de Sebastián Lelio, así como la exquisita dirección de actores, e incluso la creatividad en el rodaje y la capacidad de adentrarse en el alma de las personas. Ahora bien, como ya nos tiene acostumbrados, la película cojea bastante en su aspecto moral y se hace necesaria una actitud especialmente crítica al enfrentarse a la película.