Sinopsis de El menú:
Una pareja, formada por Margot (Anya Taylor-Joy) y Tyler (Nicholas Hoult), viajan a una isla de la costa noroeste del Pacífico de Estados Unidos para comer en un restaurante exclusivo llamado Hawthorn, donde el solitario y mundialmente célebre Chef Julian Slowik (Ralph Fiennes) ha preparado un lujoso menú degustación para comensales distinguidos.
El excéntrico chef Slowik me ofrece un espectáculo gastronómico junto a unos unos invitados selectos en un restaurante ubicado en una isla, también selecta. Todo resulta demasiado exclusivo hasta angustiarme con su adulación.
Me senté a ver una película de terror y el terror, como siempre, me sorprendió con unos personajes ebrios de su propio ego. La atmósfera resultaba asfixiante y a la vez cómica. No puede haber una mezcla más aterradorra.
En esos momentos recurro a la Filosofía. Tengo una isla, unos invitados petulantes, un chef histriónico y una mala sensación. Como siempre siendo abrigada por los filósofos, los de antes y los de ahora, los primeros pensadores. Fiel al único loco que no necesitó un oráculo en toda Atenas.
Rebusque en el archivo y llegué hasta ellos. La Escuela de Frankfurt. Pero dentro de Frankfurt había alguien que podía anticiparme cual iba a ser el postre. Axel Honneth, filósofo y sociólogo alemán autor de la Teoría del Reconocimiento.
Para Honneth, el reconocimiento venía con nosotros como una condición necesaria para sentirnos validados. Necesitamos el reconocimiento para sentir que significamos algo válido en un entorno social y la ausencia de él nos lleva al desprecio. Desprecio hacia el otro para denotar autosuficiencia. Un circo.
La película parece una sinfonía catártica. Los platos van saliendo como llevando un compás pero ninguno de los invitados parece darse cuenta de que hemos viajado a un mundo absurdo. La comida ya no parece comida, la gratitud se ha transformado en exigencia y todos nosotros en estúpidos.
Por eso El menú es una gran película, porque te invita a una cena que te cierra el estómago, con unos invitados que estimulan el espectáculo y te seduce consiguiendo que te rías de todo. Sobre todo de la necesidad de darse tanta importancia a uno mismo.
Quizá dentro de la comedia se encuentre la verdad, la de las cocinas de élite que preparan un plato durante horas para que otros muerdan la cuchara.
¿Hemos llegado al punto de ser nuestro rival más duro en lo que respecta al reconocimiento? Conocer para reconocer. Que el conocimiento nunca sea una opción.
La filosofía siempre me deja con hambre. Después de ver la película yo también acudí a una experiencia gastronómica pero esta vez me encargué de que Honnet no llevara razón y durante un rato, mi único placer fue la más absoluta soledad y una hamburguesa.
Una sencilla y maravillosa hamburguesa con queso.