Sinopsis
Un hombre de mediana edad que padece obesidad mórbida y vive aislado de la sociedad por un trauma del pasado, ve como se le presenta la oportunidad de reconciliarse con su pasado a través de una hija a la que nunca ha conocido.
Crítica
Gran trabajo de A24
A finales del pasado septiembre de 2022 se estrenó en el Festival de Venecia una de las películas más esperadas para el público, una que recibió una histórica ovación contando con los seis minutos de aplausos a su protagonista. The Whale (La ballena) del siempre controvertido Darren Aronofsky ha llegado el 27 de enero de 2023 a las salas de cine españolas, y como era de esperar, no ha dejado indiferente a nadie.
Hablamos de un auténtico drama psicológico que ha recibido numerosas nominaciones a prácticamente todo lo importante, incluido el Óscar a actor principal y actriz secundaria, pero de lo que ya se ha entregado tan solo ha conseguido el galardón de la Crítica Cinematográfica por la apoteósica actuación de Brendan Fraser, que no hace otra cosa que ejercer de mula de carga intentando sostener un relato que se desvanece en su frecuente vaciedad.
Así es, en los últimos tiempos A24 está produciendo y distribuyendo piezas de mucho nivel o al menos notoriedad, como es el caso de la extraña Ruido de fondo de Noah Baumbach, Causaway de Lila Neugebauer, la elevadísima Aftersun de Charlotte Wells, Men de Alex Garland o la magnífica Todo a la vez en todas partes de los Daniels.
Un Aronofsky arrollador
Creo que es importante que vaya por delante que Aronofsky es un cineasta al que considero indispensable y tremendamente talentoso, que siempre genera controversia precisamente por su valentía para generar esos debates existenciales aunque sea desde un prisma más transgresor. Del mismo modo, dejo claro que jamás me ha gustado su perspectiva, la manera en la que ejemplifica ciertos pilares humanos y trascendentales y sobre todo rompo totalmente con su pedagogía.
En esta ocasión nos encontramos con otra de sus obstinaciones, The Whale es un retrato de la mayor miseria humana en ese proceso de ahogamiento al que siempre somete al espectador. En las dos horas de duración no te permite respirar. En todo momento se dedica a poner en pantalla la figura de una persona completamente destruida física, psicológica y sobre todo espiritualmente, que se ha dejado llevar por el dolor y la autocompasión y no vería ningún problema en morir al instante.
Digamos que ese es el medio que el director emplea para dialogar con el público, porque lo hace de manera inevitable. El cauce es ese show de patetismo y repulsión, lo que naturalmente genera un personaje como Charly, el protagonista, a semejanza de lo que te puede parecer a simple vista un pobre en la calle o un enfermo terminal en un frío hospital. Obviamente la cinta no está exenta de momentos realmente repugnantes como cuando le vemos engullir con ansiedad bocadillos enteros.
Charly como eje
¿Por qué Charly ha llegado a esta triste situación? Evidentemente, la obra no se puede reducir a un mero análisis terapéutico sobre su excesiva obesidad, sino que el cineasta neoyorkino ahonda más bien en esa carga psicológica que padece, y sobre todo y lo que más me gusta, en el impedimento que tiene con respecto a su dignidad como ser humano y capacidad para el perdón. Sí, también de Dios, aunque comience a funcionar en el desarrollo pero finalmente derive en unas conclusiones vagas y poco definitivas.
Al final, en The Whale todo se cosifica en la mirada de Charly y sus relaciones con los pocos secundarios que van entrando y saliendo de su apartamento. Nuestro protagonista está roto por un acontecimiento per se devastador, pero que también abre diferentes debates que se bifurcan de la trama principal. Aquí es donde entran los intérpretes de reparto como su amiga Liz, que es enfermera y se dedica a cuidarle, el joven religioso que pertenece a una secta y quiere salvar su alma por designio divino, y la pieza clave dentro de la psicología de Charly, su hija, que le desprecia salvajemente por haberla abandonado con ocho años junto a su madre para fugarse con su amante.
Creo que Aronofsky sí acierta en algunos aspectos sobre esa representación del hombre destruido, y no creo que debamos quedarnos con una interpretación tan simplista como que detrás de una persona obesa hay alguien con corazón y merecida de respeto. Esto no va de bullying, para eso hay otras películas. Aquí nos adentramos en algo más complejo que cruza todos los pasos: la superficial imagen estética, la deficiente salud física por la tensión arterial, la quebrada mente de un hombre traumatizado por su pasado y el desasosiego espiritual por los pecados cometidos y la necesidad de redención.
Cuando todo se tuerce
Ahora bien, los problemas que veo con Aronofsky en esta cinta es que se marca dos horas de pocas sutilezas y muchos golpes de efecto para realizar ese ejercicio de empatía con el protagonista. No hay demasiada creatividad y va a degüello con su idea, es arrollador y no permite al público un debate sosegado sobre lo que está viendo, sino que queda exhausto con esa particular escatología que maneja sin apenas elegancia.
Yo entiendo la idea del director con The Whale, ese descendimiento a lo más decadente del ser humano, como ha hecho siempre, y ahora a través de la obesidad como puente. Pero me parece que como narrador llega a acosar con multitud de efectismos emocionales, algo que es muy suyo por otra parte. Si hablamos del resultado más obvio, bien se podría haber ahorrado metraje. Si nos referimos a la esfera más elevada, no se justifica como nunca lo ha hecho. Hace una especie de trabajo sobre ese contexto religioso en el que deja clara la maldad de las sectas y se las ingenia para aparentar un discurso trascendente pero sin Dios de por medio. Es decir, presenta una solución del todo psicológica para suplir la carencia de argumentos trascendentales.
Y creo que no me equivoco si digo que la película se sostiene enteramente por el reparto. A la cabeza un Brendan Fraser en el mejor papel de su carrera y de los mejores de este año. Pue lo que he dicho antes, la mula de carga. Bien merece el Oscar y me alegraría enormemente si lo gana. Consigue que como espectador veas más allá de esa enorme cantidad de grasa prostético, que olé sus narices actuando tanto tiempo con ese peso. Además, creo que su interpretación trasciende al guion y la misma idea del director, que su mirada logra conectar al 100% con el espectador para llegar a una esfera de paz en la que no entra nadie más.
A medio camino
Está claro que The Whale puede hacer más de una metáfora con la grasa corporal de Charly, no solo literaria con Moby Dick, sino también desde el prisma del dramón familiar que da lugar y el terror psicológico del protagonista. Pero se queda a medias, e incluso diría que ese discurso que se perfila sobre la idea de Dios y sobre todo la culpa cristiana se quedan en un relato muy pobre y mal resuelto.
Una apuesta contradictoria que te pone entre la espada y la pared, muy Aronofsky pero sin coger demasiada altura. Pudo ser mejor de haber puesto más creatividad y argumentos de peso. Lo mejor de lejos es Fraser.
Ficha técnica

- Título Original: The Whale
- Dirección: Darren Aronofsky
- Guión: Darren Aronofsky. Obra: Samuel D. Hunter
- País: Estados Unidos
- Año: 2022
- Duración: 117 min.
- Género: Drama
- Interpretación: Brendan Fraser, Sadie Sink, Samantha Morton, Ty Simpkins, Hong Chau, Sathya Sridharan, Jacey Sink
- Productora: A24, Protozoa Pictures
- Música: Rob Simonsen
- Fotografía: Matthew Libatique
- Estreno en España: 27 enero 2023
Solo ver los primeros minutos para darme cuenta que no es una historia agradable y por tanto cortar.. o no estoy preparada o francamente esta imposición de ver cosas y actos FEOS, desagradables y esperpénticos no va conmigo. Gracias.