El clan de hierro | Una hermandad inquebrantable

Javier Muñoz Morales

Soy Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, así que se supone que lo mío son los números. En realidad, prefiero los libros y el cine. Estoy convencido de que detrás de cualquier película hay una visión del hombre y del mundo que merece la pena descubrir

La lucha libre americana puede resultar bastante ajena al público español pero, hubo un tiempo, en la década de los 90, en que esta disciplina arrasaba en España. Fue la cadena Tele 5 la que contribuyó a que se diera a conocer el Pressing Catch, nombre que recibió en España; un pseudo-deporte curioso, donde unos musculosos luchadores pasadísimos de rayos UVA vestían de forma hortera, repartían mamporros inverosímiles y hacían furor en estadios abarrotados de espectadores. Y ahí situamos a la familia von Erich, que son los protagonistas de la película.

El clan de hierro apela a la nostalgia de una generación que creció viendo la lucha libre americana presentándonos las peripecias del clan von Erich, todos ellos luchadores reconocidos. Una familia volcada en la lucha libre por la influencia de Fritz, el patriarca del clan, que desea a toda costa que sus hijos lleguen a conseguir el título de campeón. La obsesión de Fritz llega al punto de conseguir que Michael, el hijo pequeño, deje su pasión por la música para ser luchador. Y durante toda la película queda patente el estilo rigorista y estricto que tiene Fritz como preparador de sus hijos.

El reparto de actores es muy sólido, contando como principales reclamos con Zac Efron dando vida a Kevin, Jeremy Allen White –el de la serie The Bear– interpretando a Kerry y el veterano Holt McCallany como Fritz. Además, cabe destacar el estilo cuidado de la película que, lejos de revolcarse en la tragedia que es la vida de los von Erich, no se recrea, sino que presenta los momentos más crudos con una tremenda delicadeza.

La película nos muestra una paternidad tóxica a través de la obsesión por la lucha libre de Fritz von Erich; un padre exigente que pone por encima de la felicidad de sus hijos el triunfo; incluso sus preferencias pasan de hijo a hijo según ellos van apuntando mejores maneras de luchador y tienen más oportunidades de ganar. Y, a pesar de todo, el padre es respetado por los hijos.

Pero no todo es drama en El clan de hierro. Hay una mirada de esperanza en la relación de hermandad de los cuatro hermanos que, incluso en los peores momentos, parece forjada a prueba de bombas. Ni la arbitrariedad de su padre, ni las desgracias personales, ni los enfados entre ellos consiguen mermar esa unión. Otro elemento positivo a destacar es el papel que juega Pam, la novia de Kevin; ella aporta naturalidad, humanidad y sentido común en una familia dominada por la disciplina de Fritz.

En definitiva, El clan de hierro es una buena película dramática que, lejos de regodearse en la tragedia familiar de los von Erich, presenta señales de esperanza; y, además, invita a la reflexión. Buenas interpretaciones, bien rodada, con una cuidada puesta en escena y un ritmo que no decae, hacen de esta película una apuesta segura para pasar un buen rato ante la gran pantalla.