Beyond Tomorrow es una deliciosa película de 1940 repleta de bondad y buenas intenciones recreando, en el tiempo navideño, la vida de tres solteros que deciden compartir la nochebuena con algún desconocido.
El relato fue escrito por Adele Comandini, escritora y productora norteamericana autora también de obra similares como Tres diablillos (1936) y Cena de Navidad (1945).
La dirección corre a cargo de A. Edward Sutherland, conocido por Eddi Sutherland, actor y director cinematográfico de origen británico. Su familia se dedicaba por completo a la actividad teatral y Eddie participó en más de 30 filmes al inicio de su carrera como actor. Charles Chaplin le dirigió en Una mujer de parís (1923) dos años antes de empezar su trayectoria como director. Como tal su mayor fama le llegó realizando un total de más de 50 filmes entre 1925 y 1956. La película que le dio su gran oportunidad fue Behind the Front (1926), la cual convirtió en estrellas a los dos actores principales y confirmó a Sutherland como director de comedias.
En Dulce evocación los intérpretes son unos magníficos actores, viejas glorias y grandes secundarios en otras estupendas películas pero que aquí llenan la pantalla con su actuación sencilla y amable: C. Aubrey Smith, Charles Winninger, Alex Melesh, María Ouspenskaya, Helen Vinson y Harry Carey entre otros.
El compositor de la música, Frank Tours, fue director musical en Londres. Su formación influyó en el Royal College of Music interviniendo en las comedias musicales de George Edwardes. Como señalan los especialistas, cuando emigró a los Estados Unidos en 1910, aportó su habilidad y experiencia a los musicales de Irving Berlin, Jerome Kern y Cole Porter en Broadway, espectáculos que ayudaron a definir una identidad musical americana que emergía en la música popular. Sus composiciones para voz y piano fueron creativas y magistrales. Su gran poder expresivo fue reconocido mundialmente.
El director de fotografía, Lester White, con una amplia filmografía en su haber, realiza prodigios en el blanco y negro sobreponiendo las imágenes de los fantasmas de una manera asombrosa para la época. Preciosa imagen de luces y sombras en la habilitación de Jane cuando espera impaciente noticias de James o leyendo las noticias alumbrada por la luz clara de la lámpara. Igualmente sugestivas las imágenes de la marcha de los tres amigos hacia la eternidad, los primeros planos de sus rostros, sus temores o incertidumbres.
Michael Melton, George Chadwick y O’Brien, son unos ricos ingenieros que sienten su soledad en la Nochebuena. Sus amigos les han fallado y toman la decisión de probar la bondad de sus vecinos lanzando a la calle tres carteras con un billete de diez dólares y con la tarjeta de cada uno de ellos para que puedan devolverla. Dos jóvenes desconocidos se presentan a devolver la cartera con el dinero por lo que son invitados a cenar esa noche con ellos. Jean y James, los dos desconocidos, se enamoran durante la cena y se convierten en parte de la familia de los ancianos que les han acogido generosamente. A partir de entonces serán sus protegidos. Sin embargo, en un accidente de avión, perderán la vida los tres y volverán a su casa como fantasmas con el deseo de ayudar a la pareja de enamorados cuando haga crisis su relación.
En efecto, James, encantado con el éxito de sus canciones y de las atenciones del público no se da cuenta de que gente sin escrúpulos le están manipulando. En palabras de George “pueden acabar convirtiéndolo en un idiota, beberá demasiado y reirá demasiado, perderá el norte” y es que “nacer inocente es lo natural pero morir puro de corazón es un don” le recuerda a Michael. Éste confía en el muchacho pero ve cómo se traga las mentiras de Arlen, su mentora, y sucumbe como un adolescente ante la astucia y coquetería de esta mujer. Michael tendrá que “recordarle” algunas cosas olvidadas en el frenesí de los grandes proyectos y pondrá todo su empeño para influir en sueños sobre la sirviente Tania o para hacer recapacitar a Jenny y que no se deje vencer.
En un tono amable se tratan temas de interés como el éxito que puede dejar enfriar el amor auténtico; el engaño del triunfo; la vida del más allá, donde uno consigue sus sueños; la visión del Cielo como lugar de reencuentro con nuestros amores de la tierra, amores que perduran tras la muerte e interceden ante Dios por nosotros como ocurre con la madre de Michael… Son amores que siempre esperan y son capaces de comprender los errores de los demás, como es también el amor de Jenny por James. “Para Dios no hay más alegría que un corazón que ve la verdad”, dirá Michael a su amigo George cuando éste, amargado de la vida, surge de las tinieblas para ir a la Luz, tras vagar por la oscuridad un tiempo.
Se trata de una comedia dramática en un conseguido blanco y negro muy intimista. Algunos la llaman fantástica, pero yo la calificaría de realista por las grandes verdades que presenta. Con una gran simplicidad narrativa, a tono con la historia sobre el amor más allá de la muerte, se nos presenta la vida en su verdadera esencia. Se trata pues de una historia amable con cierto aire del cine de Frank Capra, llena de inocencia y sin ironías que enturbien el relato. Hay claridad en la exposición y en el mensaje último que se nos transmite: solo quien da recibe y solo dando se consigue la felicidad en la tierra y en el más Allá.
Un estupendo mensaje navideño, previsible y encantador pero digno de ver por estas fechas. Nos recuerda que no estamos solos y que entre este mundo y el otro hay una gran conexión, una familiaridad que nos mantiene seguros, tranquilos y esperanzados a pesar de las dificultades con las que nos encontremos y a pesar de las debilidades y errores que podamos cometer. La Navidad es la historia de este Amor vertido sobre esta tierra en forma humana. Una historia que nos invita a no dudar jamás de ese derroche de amor gratuito e inmerecido.