No quiero empezar este artículo sin dejar clara una cosa que me parece esencial: fui alumno del autor, Antonio Sánchez-Escalonilla. Creo que los ejercicios de transparencia son positivos y el lector los agradece, por eso veo necesario dejar claro que no hablo de este libro por casualidad sino por el orgullo de maestro que tuve la suerte tener (valga la redundancia) en 2001 y cuyas lecciones nunca olvidaré.
Soy ferviente creyente y defensor de que la cultura engrandece el alma y nos hace mejores personas. Cuando agrandamos nuestra mente con conocimientos verdaderos y los defendemos somos mejores, entonces tenemos la oportunidad y la obligación de transmitir esos valores a los demás. Y puede ser de muchas formas: con un poema, una película, una obra de teatro o, como es el caso, un libro sobre historia y cine.
Sánchez-Escalonilla, quien tiene un apodo muy cariñoso gracias a su increíble tesis sobre Steven Spielberg pero que me lo reservo hasta recibir permiso directo suyo para desvelarlo, es un prolífico autor tanto de libros académicos sobre cine (Estrategias de guión cinematográfico [2001], Del guion a la pantalla: Lenguaje visual para guionistas y directores de cine [2016], Estrategias de guion cinematográfico: El proceso de creación de una historia [2014]) como de novelas (Ana y la Sibila [2013), El príncipe de Tarsis [2008]). Su incansable ejercicio de la maestría solo es comparable a sus conocimientos sobre cine, tanto académicos como profesionales, y tiene mérito que este exalumno, que entró en la carrera por el amor a la radio (el cual conservo intacto) se enamorase también del cine y del guion gracias a su ejemplo y su forma de dar clase.
El descubrimiento de este libro fue fortuito: el que escribe trabajaba por aquel entonces en la Cadena COPE en la sección de Internet y, de repente, poniendo la radio para oír lo que ocurría en La Tarde, reconocí su voz al instante con una mezcla de gran sorpresa y alegría. No tardé en bajar a los estudios a saludarle y entender que estaba ahí para publicitar su nuevo libro, Planeta Hollywood. Sueño americano y cine espacial. Tras la consabida foto con él y el envío a mis grandes amigos de la universidad, con quienes conservo el contacto y que considero de la familia, me puse en marcha para comprar su libro, el cual llegó a mis manos poco después.
Soy culpable de tardar en leerlo ya que mi vida se pasa entre pantallas, grabaciones y asistencia al cine para ejercer de crítico, pero lo tengo y es un deber recomendarlo. Ya no solo porque Antonio fuera mi maestro y me contagiase el amor por el cine sino también porque veo que conserva su estilo claro y, la vez, lleno de sabiduría. ¿Existirá alguna filmoteca que este genio no haya visitado? Lo dudo ya que ha ido incluso a Estados Unidos a investigar.
El asunto es que mi querido profesor explica, y de qué manera, cómo el sueño americano y la evolución del programa espacial se fueron reflejando en el cine de dicho continente, con películas de todo tipo. Los ejemplos fluyen constantemente con una previa lección de historia que es toda una maravilla, y que servidor alabe la historia dice mucho de él: fue mi asignatura pendiente durante largo tiempo y siempre ha sido mi punto débil. Olvídense, con todos mis respetos, de esos “tochos” del colegio o la universidad con los que no teníamos más remedio que repetir hasta la saciedad fechas, personas, lugares y acontecimientos, porque con Antonio basta la lectura una vez para que, con su sencillo estilo, entre la información a la primera y no se vaya.
Y luego llegan los ejemplos, con películas que van desde las primeras de Star Trek hasta Interstellar, pasando por Armageddon o Deep Impact. No sé si están todas, pero todas las que están son analizadas pormenorizadamente como solo él sabe. No se preocupe el lector, no necesitará ser un crítico de cine con años de visionados o un doctorado en cine para entender el libro porque lo disfrutará a poco que le interese la carrera espacial y el séptimo arte. Como además Antonio es un hombre eminentemente audiovisual (una de sus enseñanzas era “el cine se aprende en el cine” y cuánta razón tenía) el libro posee varias ilustraciones muy interesantes que muestran cosas que dice en el texto.
Si me preguntan cuál es mi parte favorita del libro, mi respuesta es directa: en la que habla de la susodicha Interstellar, película a la que tengo especial cariño por tres razones: primera, es de Christopher Nolan, mi director favorito; segunda, es una de sus mejores películas, y eso es decir mucho porque las tiene magníficas; y tercera, la he visto dos veces en IMAX, la segunda con mi mujer, y hasta ella se quedó boquiabierta con el espectáculo audiovisual. La única parte negativa de Interstellar, y no es culpa de Nolan, es la pésima calidad de sonido en español (sí, veo el cine doblado, y también en versión original) que tiene en la edición doméstica, culpa tanto de Warner Bros., su productora por aquel entonces, como de Arvi, la distribuidora del Bluray.
Volviendo al libro, creo que es de esas lecturas obligadas si alguien busca una obra de temática muy interesante, bien escrita, llena de información contrastada y genialmente explicada. Antonio tiene estupendos trabajos y este vuelve a mostrar por qué es uno de los mejores teóricos del guion de nuestro país y un divulgador de primera. Como se suele decir, un grandísimo profesional y aún mejor persona.