Hace poco hablamos de una de las obras maestras de Steven Spielberg, Jurassic Park, con motivo de la “creación” de la vida y de por qué el hombre no es quién para hacerlo, sobre todo si en el camino hay pérdida de vidas humanas como ocurre en la fecundación in vitro. Y ahora es momento de hablar de otra inmensa película del maestro: Salvar al soldado Ryan (1998). Tras un filme lleno de acción y con un desembarco de Normandía como jamás se ha visto en la gran pantalla subyace un mensaje muy importante que vamos a desgranar a continuación.
La base de Salvar al soldado Ryan la define la sinopsis: “Tras el desembarco de Normandía, un grupo de soldados estadounidenses cruza las líneas enemigas para rescatar a un paracaidista cuyos hermanos han muerto en combate”. Y aquí surge la pregunta: ¿merece la pena ir a la guerra y jugarse la vida para salvar a un solo hombre?, ¿no es algo desmesurado poner en riesgo tu vida para ir a buscar a un soldado? Sin duda preguntas para un buen cinefórum.
El capitán Miller (espléndido Tom Hanks) recibe una misión para él y sus hombres: rescatar a un soldado perdido en las líneas enemigas. Se trata de James Ryan (no menos genial Matt Damon), que ha perdido tres hermanos en combate, y al que el alto mando americano quiere devolver con vida a su madre. Lo importante es que la magia de Spielberg recreando la crudeza y brutalidad de la guerra no nos impida ver la increíble humanidad del guion de Robert Rodat ya que en él radica el secreto de que esta película sea un derroche de humanismo cristiano poniendo por delante la bondad y la caridad.
Porque ya de por sí ir a buscar a una persona en medio de la guerra es un acto de caridad inmenso, pero es que aún hay más, mucho más. Nos ahorraremos muchos detalles para no extendernos, pero Ryan, al ser encontrado, tiene una reacción absolutamente heroica, recordemos el diálogo:
Miller: “¿James Francis Ryan de Iowa?”
Ryan: “Sí señor, de Payton, Iowa, eso es. ¿Qué… qué ha pasado?”
Miller: “Sus hermanos han muerto en combate”.
Ryan: “¿Cu… cuáles?”
Miller: “Todos”.
Ryan: “Pero… ¿es posible?”
Miller: “Me temo que sí… am… ¿prefiere estar a solas? Si hay algún lugar a donde pueda ir…”
Ryan: “Y… ¿han venido tan lejos para decírmelo?”
Miller: “Tiene que volver a casa. Tenemos orden de llevarle con nosotros”.
Ryan: “¿Volver a casa?”
Miller: “¿Cabo Henderson?, siento llevarme a uno de sus hombres pero órdenes son órdenes. ¿Le han comunicado algo acerca de cuándo llegará su relevo?”
Cabo Henderson: “Es imposible saberlo, no tenemos ni idea de lo que pasa al sur de aquí”.
Ryan: “Yo también tengo mis órdenes señor, y no incluyen abandonar mi puesto”.
Miller: “Lo comprendo, pero esto lo cambia todo”.
Ryan: “No veo por qué, señor”.
Miller: “El jefe del Estado Mayor del Ejército lo ha ordenado”.
Cabo Henderson: “Señor, tenemos orden de defender este puente a toda costa, nuestros aviones de la 82 han destruido todos los puentes del río Merderet a excepción de dos, el de Valognes y este de aquí, si lo toman los alemanes perderemos nuestro punto de apoyo”.
Miller: “Soldado, su unidad quiere quedarse, eso lo entiendo, pero la fiesta para usted ha acabado”
Ryan: “No puedo de… señor, no puedo marcharme hasta que lleguen los refuerzos que esperamos”.
Miller: “Tiene tres minutos para recoger su equipo”.
Ryan: “Señor, ¿y qué será de ellos? Apenas somos suficientes para…”
Otro personaje: “¡Oye imbécil! Dos de los nuestros han muerto por buscarte, ¿sabes?”
Ryan: “¿Señor?”
Miller: “Es cierto”.
Ryan: “¿Cómo se llamaban?”
Otro personaje: “Irwin Wade y Adrian Caparzo”.
Ryan: “Esto no tiene sentido… ¡Esto no tiene sentido, señor!, ¡¿por qué, por qué a mí, qué he hecho yo para merecerlo?!, ¡¿por qué no otro cualquiera?! ¡Todos han combatido tanto como yo!”
Miller: “¿Es eso lo que deberán decirle a su madre cuando le hagan entrega de otra bandera plegada?”
Ryan: “Dígale que cuando me encontraron, estaba aquí y estaba con los únicos hermanos que me quedaban, y que jamás quise abandonarlos, seguro que ella lo entenderá. No pienso dejar este puente”.
Miller entiende que Ryan no se va a mover por fidelidad a sus compañeros, que se han convertido en su nueva familia, y quiere cumplir con ellos porque son muy pocos. Una lección de humanidad y humildad increíble. Y de regalo, una conversación posterior entre Miller y un compañero suyo que revela una verdad igual de importante:
Soldado: “Pienso… ¿y si nos quedamos y, milagrosamente salimos vivos de aquí? Algún día podríamos recordarlo y decidir que salvar al soldado Ryan fue lo único decente que pudimos sacar en limpio de este maldito embrollo”.
Tras un increíble y fabuloso enfrentamiento final de guerra en el que Miller resulta herido de muerte, justo antes de morir tiene una conversación en tono íntimo con Ryan que deja claro lo más importante del filme:
Miller susurrando al oído de Ryan: “James… hágase usted digno de esto. Merézcalo”.
El final de la película es perfecto, sencillamente perfecto. Vemos a un Ryan en su vejez con su familia delante de la tumba de Miller. Ryan habla con la tumba: “Mi familia ha venido hoy conmigo, han querido acompañarme. A decir verdad, no sabía lo que sentiría al volver aquí. Todos los días recuerdo lo que usted me dijo en aquel puente, he intentado vivir mi vida lo mejor posible, ojalá haya sido suficiente, y al menos ante sus ojos haya sido digno y merecedor de cuando se ha hecho por mí”. Cuando su mujer se pone a su lado, la dice “dime que he vivido dignamente, que soy una buena persona”, “lo eres” le responde su mujer.
Y aquí, queridos lectores, está la clave de todo. Muchos opinan que el objetivo en la vida es ser felices. No estoy de acuerdo. Humildemente pienso que lo más importante en esta vida es ser una buena persona, porque si buscamos ser felices siempre, cuando no lo seamos podemos sentirnos fracasados y frustrados. No es posible ser siempre felices, la felicidad es un estado temporal ya que en esta vida hay dolor y sufrimiento. Y además “ser felices” es algo muy personal: uno puede ser muy feliz ayudando a otros, pero hay gente que es feliz haciendo el mal: robando, timando o incluso matando, entonces recurriendo al “tengo derecho a ser feliz” justificarían sus fechorías porque lo más importante, según ellos, es eso, dar rienda suelta a sus deseos que son los que les llenan.
Sin embargo todos tenemos claro lo que es ser una buena persona y qué nunca haría porque es de ser mala persona. Siempre podemos intentar ser buenas personas y tomas las decisiones correctas (aunque nos equivoquemos, pero eso no nos convierte en malas personas), y una buena persona está preparada para ser feliz y también para estar triste. La felicidad, a pesar de lo que dicen algunos, no es ni jamás será un derecho, de hecho la Declaración Universal de Derechos Humanos establece el derecho a la vida, la libertad y la seguridad de la persona, pero no menciona explícitamente la felicidad. La felicidad es un estado emocional, algo deseable, pero no un derecho. Por eso el mensaje de la película es claro: el protagonista no pregunta a su mujer si siempre ha sido feliz sino si ha sido y es una buena persona, que es lo más importante. Porque siendo buenas personas tendremos mucho más cerca tratar a los demás como se merecen y hacerles felices.