Sinopsis
La historia real del luchador Mark Kerr (Dwayne Johnson), figura clave en el origen de la UFC, que retrata su meteórico ascenso y caída en el brutal mundo de las artes marciales mixtas, al que se enfrentó con coraje y el apoyo incondicional de su mujer Dawn Staples (Emily Blunt). Una vida llena de ambición y sacrificio del que fue dos veces campeón de este torneo.
Crítica
The Smashing Machine | El combate más humano de Dwayne Johnson
Desde la primera escena, The Smashing Machine deja claro que no es la típica película de peleas que uno esperaría ver un sábado por la noche. Benny Safdie firma, en solitario, una obra directa y sobria que destierra la pirotecnia visual para poner el foco en lo esencial: el ser humano detrás del mito. Dwayne Johnson abandona definitivamente la armadura de “La Roca” y se sumerge en una interpretación corpórea y quebradiza donde la épica cede el paso al dolor y la fragilidad, logrando un drama marcado por el realismo y la incomodidad de la introspección.
Los prejuicios son cómplices de la sorpresa. ¿Dwayne Johnson en el papel trágico de Mark Kerr, figura legendaria y, a la vez, olvidada de las MMA? El escepticismo era lógico, pero Safdie y Johnson desbaratan cualquier previsibilidad en el primer asalto. En esta ocasión no hay cabida para la glorificación vacía del héroe deportivo que tantas veces hemos visto en el cine. Más bien al contrario, nos topamos con un contundente retrato de la vida consumida por las adicciones, el vacío existencial y la enorme presión mediática. La película se va tejiendo entre miradas y silencios que alimentan una atmósfera con vida propia, la de un hombre que carga con un peso muerto, el de su yo interior, mientras por fuera sigue luchando.
El gran valor de The Smashing Machine es su ausencia de artificio. Safdie decide filmar los combates como quien graba una confesión: la cámara está pegada al cuerpo y al sudor, toma distancia de la espectacularidad y baila entre los gestos mínimos. Cada golpe es una mentira a medias; lo real se esconde entre la respiración entre rounds, el temblor de la musculatura y las heridas que van más allá de lo físico. No hay grandeza impostada, sí un tono casi documental que acude a las pausas, los silencios y los instantes de duda para desvelar lo que no se ve en la superficie.
Johnson aparece irreconocible, pero no por prótesis ni pelucas. Su transformación es moral y emocional: encarna a Kerr como alguien derrotado por sí mismo, con una vulnerabilidad que dista del superhéroe habitual. Hay escenas de una contención admirable en las que apenas necesita pronunciar una palabra para transmitir el desgarro del protagonista. Es, sin ninguna duda, el trabajo más honesto y profundo de su carrera. Emily Blunt, como Dawn Staples, aporta solidez a la relación central, evitando el cliché de ser solo apoyo. Blunt dota de verdad a las escenas de conflicto doméstico, haciendo que la pareja funcione como espejo y detonante dramático.
La dirección de Safdie brilla al escapar de la tentación de grandilocuencia. Si en sus anteriores colaboraciones con su hermano ya coqueteaba con el caos y la ansiedad, aquí se decanta por el minimalismo y la aguardiente visual. El uso de 16mm para las escenas cotidianas y el impacto de 70mm IMAX en los combates acentúan la dualidad entre lo íntimo y lo espectacular. La fotografía deja ver la suciedad, el desgaste, la carne viva: es la estética de lo real, el cine en el que los superhéroes se desmoronan, y los mitos muestran sus cicatrices.
The Smashing Machine se atreve, incluso, a explorar la diferencia cultural: contrapone el salvajismo ruidoso del espectáculo estadounidense con la ritualidad y el silencio del circuito japonés. Esta presentación dual aparece como una especie de continuismo simbólico de la figura de Kerr, un señor disociado entre ruido e introspección, show y espiritualidad. Safdie filma estos contrastes con una delicadeza que permite al espectador quedarse con una pregunta persistente: ¿dónde está la verdadera batalla?
La película aborda la masculinidad desde la fragilidad y no la fuerza. Kerr representa el modelo destructor que la propia sociedad exige y luego abandona: adicción, miedo, incapacidad para sostenerse emocionalmente. No hay juicios, solo observación; el resultado es una reflexión incómoda, alejada del discurso inspiracional típico del género. Los momentos cotidianos —una inyección, una secuencia doméstica, un ensayo de movimientos— adquieren profundidad simbólica y construyen una narrativa de autenticidad que es capaz de conmover sin manipular.
No es un filme fácil de digerir ni por asomo complaciente. Viene marcado por un ritmo pausado y una clara inclinación hacia el silencio y las escenas introspectivas, una tendencia que puede frustrar a los espectadores que busquen solo acción. Pero es precisamente su mayor virtud, la incomodidad de no ofrecer grandes conclusiones, regodearse en las contradicciones, en la aspereza de una vida jamás resuelta.
Estamos ante un biopic que reinventa el género. The Smashing Machine no busca la moraleja ni la épica fácil, sino que invita al espectador a mirar el dolor y la belleza que hay en los márgenes de la gloria. Este no es el camino del héroe clásico, sino una travesía por el lado más oscuro y vulnerado de quienes habitan el cuadrilátero. Dwayne Johnson y Benny Safdie firman, en definitiva, una película incómoda y acertada, tan necesaria como inesperada en el cine contemporáneo.
Ficha técnica

- Título Original: The Smashing Machine
- Dirección: Ben Safdie
- Guión: Ben Safdie
- País: Estados Unidos
- Año: 2025
- Duración: 123 min.
- Género: Drama | Biográfico. Wrestling/Lucha libre
- Interpretación: Dwayne Johnson, Emily Blunt
- Productora: A24, Out for the Count, Seven Bucks Productions. Distribuidora: A24
- Música: Nala Sinephro
- Fotografía: Maceo Bishop
- Estreno en España: 3 de octubre de 2025