The White Lotus 3 | No es oro todo lo que reluce

José Martín Goenaga

Cinéfilo por afición, me gusta seguir de cerca la actualidad cinematográfica para comprender mejor a la sociedad actual y valorar la idea que esta transmite sobre la persona humana y sus circunstancias.

The White Lotus… qué queda decir ya… Esta serie de HBO Max triunfa en cada temporada que estrena y, por eso, ya se está preparando la cuarta de ellas. El formato es el habitual: mucha calidad en la cinematografía, una banda sonora sublime y una trama desencadenante que mantiene al espectador al borde del sofá. ¿Cuál es su problema? El contenido demasiado explícito que viene llevando esta serie desde su 1er lanzamiento. Esto hace que no sea una producción recomendable pues, a pesar de mostrar que el mal denigra a las personas, ve necesario mostrar esa mal a diestro y siniestro, sin ningún tipo de pudor o sentido moral en las imágenes y diálogos.

Esto es, en resumen, lo que el público se va a encontrar al darle al play a esta serie, en cualquiera de sus temporadas. No niego que visualmente el producto es excelente. La fotografía que se toma de los lugares es impresionante, al punto que parecerían imágenes de un documental de naturaleza o animales. El juego de paisajes con la evolución de la trama es milimétrico, llevando al espectador a sentir y vivir esos momentos como si estuviese dentro de la serie. Esta sensación la multiplica la espectacular banda sonora que recorre cada nueva temporada: siempre utilizando sonidos del lugar (Hawaii, Tailandia, Sicilia) que sugieren siempre un ambiente inquietante, a la vez que atractivo.

La moral, como he dicho al principio, es algo con lo que esta serie juega de contínuo. Muestra las consecuencias de las malas acciones de cada personaje, su degradación al dejarse llevar por las pasiones más bajas, a la vez que suele premiar las decisiones más virtuosas. En definitiva, recorre el alma de cada personaje principal, abriéndola de par en par para enseñarnos lo bueno y lo malo que esconde. Pero, bajo mi punto de vista, esto se puede hacer sin entrar en las imágenes de sexo, alcohol y drogas de manera tan explícita y de forma recurrente. He aquí el error de la serie.

Yo entiendo que muchos podrían argumentar que para surgir del fango hace falta entrar primero en él, que es algo que consigue hacer vivir y sentir al público aquello que denigra, pero es un precio demasiado caro a pagar, pues al realizarlo el metraje se convierte directamente en no-recomendable para personas que buscan vivir su vida de acuerdo a unos valores humanos, familiares, cívicos, sociales y educativos, como dice la descripción de nuestra web.

Por esto, aplaudo y mucho la realización cinematográfica y técnica de la serie, la calidad del producto, los temas que pretende tratar (el culto a la riqueza, al poder, al placer y que estos no llevan nunca a buen puerto) pero no me permiten recomendarla y ni siquiera valorarla positivamente, porque se confunde al no cuidar lo esencial: el respeto al espectador y a la calidad moral del producto.

A parte de esta idea que reitero y, subrayando algunos de los momentos del guión que también lo hacen empobrecer, estos son las varias referencias negativas a la religión cristiana y a las personas que así intentan vivirla, aunque entiendo que también puede darse una lectura distinta atendiendo al film visto en su conjunto. También las referencias políticas son claras y parciales, siguiendo al mass media en todos sus postulados.

En conclusión: una serie bien hecha pero no recomendable, pues la manera en que hace visualmente explícitas las maldades del alma humana no ayuda al espectador a sentirse cómodo al visionarla y, mucho menos, a recomendarla a sus amigos. Una pena.