Dirección: Clint Eastwood. País: USA. Año: 2008. Duración: 141 min. Género: Drama. Interpretación: Angelina Jolie, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Jason Butler Harner, Amy Ryan, Colm Feore, Michael Kelly, Geoff Pierson, Denis O’Hare, Eddie Alderson, Gattlin Griffith. Guión: J. Michael Straczynski. Producción: Clint Eastwood, Brian Grazer, Ron Howard y Rob Lorenz. Música: Clint Eastwood. Fotografía: Tom Stern. Montaje: Joel Cox. Diseño de producción: James Murakami. Vestuario: Deborah Hopper. Estreno en España: 19 Diciembre 2008. |
SINOPSIS
Los Ángeles, marzo de 1928. Un precioso sábado por la mañana en un barrio obrero, Christine Collins, madre soltera, se despide de Walter, su hijo de nueve años, para acudir a su trabajo. Pero cuando Christine regresa a su casa, se enfrenta a la peor pesadilla de cualquier madre: su hijo ha desaparecido. Lo denuncia ante la policía y empieza una minuciosa e infructuosa búsqueda. Walter ha desaparecido sin dejar rastro. Sin embargo cinco meses después, aparece otro niño que asegura ser su hijo. La policía, a la que le vendrá muy bien la publicidad que surgirá de un reencuentro público, le entrega el niño. Christine, aturdida por los fotógrafos, los reporteros y la policía, acaba llevándoselo a casa a pesar de saber que no es su hijo.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Tras sus dos películas sobre la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico —la fallida Banderas de nuestros padres y la magistral Cartas desde Iwo Jima—, Clint Eastwood dirige a sus 78 años, El intercambio, un drama moral más cercano a Un mundo perfecto, Mystic River o Million Dollar Baby. En concreto, traduce en imágenes un sólido guión de J. Michael Straczynski, en el que este periodista resume toda su exhaustiva investigación sobre unos terribles hechos reales, acaecidos entre 1928 y 1935.
La protagonista es Christine Collins, una madre soltera que trabaja en Los Ángeles como operadora telefónica. En marzo de 1928, su hijo Walter, de nueve años, desaparece misteriosamente sin dejar rastro. Los esfuerzos de esta madre por motivar a la corrupta policía de la ciudad parecen no dar resultado, hasta que un día le informan de que han encontrado a su hijo en Illinois. Pero el chaval que le entregan no es su hijo, y así lo hace saber Christine, que acoge en su casa al chico por caridad.
Su insistencia provoca la ira de un violento capitán de la policía, que quiere dar carpetazo al asunto, y que acaba acusando a Christine de demencia. Intercederán por ella un pastor presbiteriano —activo combatiente de la corrupción policial—, un prestigioso abogado y un policía honesto que está investigando una oscura trama con menores implicados.
A ratos, Eastwood se muestra algo académico y convencional, y alarga en exceso algunas situaciones poco relevantes. En este sentido, la película habría ganado con 30 minutos menos.
De todas formas, la ambientación es impresionante y las interpretaciones son de gran intensidad, sobre todo la de Angelina Jolie, que opta por este trabajo al Globo de Oro a la mejor actriz dramática, y seguramente también será candidata al Oscar. De modo que, en una docena de secuencias, esos logros se equilibran con la esmerada y clásica puesta en escena de Eastwood, hasta provocar en el espectador una gran conmoción estética y dramática, muy difícil de encontrar en el cine actual.
A esto ayuda también una perspectiva menos perpleja que la de otras películas del veterano director, decididamente elogiosa de la integridad moral y las virtudes cívicas, en la que resuenan ecos del Frank Capra de Caballero sin espada o Juan Nadie, aunque aquí es homenajeada explícitamente su magistral comedia Sucedió una noche.
Además, este enfoque idealista suaviza la terrible sordidez de la trama y deja en el espectador una agradable sensación optimista, nada habitual en el cine de Eastwood.
Clint Eastwood es un señor y lo vuelve a demostrar. Es una pelicula con un argumento que podria parecer un poco lineal (la recuperacion de un hijo por parte de una madre) pero que el intérprete de Harry el Sucio convierte en una historia apasionante, con momentos dramáticos durísimos a la vez de escenas de alegria incontenible, y todo rodeado con multitud de matices y una aureola de belleza sutil.
La historia sucede en Los Angeles en 1928, cuando el hijo de Christine Collins (Angelina Jolie) desaparece misteriosamente de su casa. Tras denunciar el caso a la policía, unos meses más tarde le restituyen un hijo que no es el suyo. La evidencia de una madre ante la pretensión de quién se cree por encima del orden por representarlo.
Entre tanto van surgiendo los flashes de un pastor protestante (John Malkovich) quien en sus inflamados sermones dominicales retransmitidos por la radio denuncia la corrupción de la Policía de Los Ángeles.
Tras evidenciar Christine Collins que no es su hijo, la policía de Los Ángeles la interna en un manicomio. Y he aquí la paradoja, quién dice la verdad, quién busca la verdad, incomoda, no es asimilable bajo los esquemas del mundo. Se trata de un loco, o peor, de una enfermedad que la propia sociedad se encargará de curar. No existen las certezas, simplemente interpretaciones de la realidad, principalmente la que interesa a los que detentan el poder. Sólo otro lunático, quién ha descubierto que su misión en la vida es buscar y desenmascarar la verdad sin ningún tipo de temor, podrá ayudarla en este camino de recuperación de lo que es suyo.
Entretanto se entremezcla con otro hecho real, los asesintatos de niños del gallinero de wineville como hipótesis de lo que quizá realmente ha sucedido con el pequeño. Me parece muy acertado introducir este elemento de realidad, consiguiendo que no se quedase toda la trama en una revindicación tras un error policial. El engaño nos impide ver la verdad, pero no basta, el drama verdadero es mirar el mal a la cara y vivir con esperanza. Es en esta sucesión de momentos tensos, dramáticos, alegres, profundos y de redención que despliega la belleza de la película.
En mi opinión hay un cierto exceso de dramatización de las escenas y los personajes, pero ir a ver esta película es ir a ver cine en mayúsculas.
[Victor Alvarado, director y presentador de “Directo a las Estrellas” en Cadena Radio Murcia]
Uno de los últimos mitos vivientes de la historia del séptimo arte vuelve a estar inspirado, tras su inoportuno planteamiento en “Cartas desde Iwo Jima” (2006), donde se posicionaba a favor de los japoneses y, de alguna forma, desacreditaba a las potencias aliadas.
Clint Eastwood cuenta una historia basada en hechos reales, cuyo material fue encontrado en los sótanos del Ayuntamiento de los Ángeles por el guionista Straczynski. El relato cinematográfico en cuestión gira entorno a una madre soltera, que trabaja para una compañía telefónica. Un día, su hijo desaparece misteriosamente, así que Christine pide ayuda a la policía. Unos meses más tarde, el jefe de policía, a bombo y platillo, le entrega a un niño que dice ser su hijo, aunque en realidad es otro niño. Desde ese momento, Christine Collins hará todo lo posible para encontrar a su autentico hijo, arriesgando su vida. El Reverendo Gustav Briegleb, un periodista critico con el poder y conocedor de lo que se cuece en la ciudad, moverá todos los hilos que están en su mano para destapar el fraude de un servicio policial corrupto y así ayudar a esa incombustible madre.
Sólo un hombre de cine como Eastwood puede ser capaz de contar una trama tan complicada como esta y que se entiendan perfectamente todos los detalles. El tema elegido por el realizador norteamericano es realmente acertado. Quizá la clave se encuentre en el excelente guión de J. Michael Straczynski. La película refleja las grandezas y las miserias del hombre, expresadas en los comportamientos de la luchadora madre –por un lado- y del comisario y del asesino en serie -por otro., El asesino se da un cierto aire a Peter Lorre en “M, El Vampiro de Düsseldorf«(1931).
La historia cumple un máxima que nunca falla: el amor de una madre es capaz de romper fronteras para conseguir su propósito. También presenta la esperanza como un elemento indispensable en el ser humano para sobrevivir, tal y como demostró el psiquiatra Viktor Frankl en su libro “El hombre en busca del sentido”. Por último, el final agridulce, propuesto por Eastwood, refleja la línea habitual de un maestro en el drama.
El elenco de actores seleccionado es realmente espectacular. Se percibe en los actores frescura en sus interpretaciones, gracias al estilo de rodaje del director, que utiliza pocas tomas para el montaje del largometraje. Angeline Jolie realiza un papel muy en estilo de la época dorada de Hollywood, que incluso le provocó una depresión por la dureza de su labor interpretativa, y que le viene como anillo al dedo para llevarse el Óscar. El único fallo en la dirección es que favorece en demasía el lucimiento de la pareja de Brad Pitt. No obstante, alguna crítica cinematográfica ha señalado el físico de la actriz como muy inapropiado para la época en que está ambientada la historia. El papel de John Malkovic es interesante y sirve para demostrar que puede realizar otros papeles diferentes a los que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, su interpretación parece un tanto artificial.
Por otro lado, los agentes de la ley encarnados por Jeffrey Donovan y Michael Nelly muestran las dos caras de la moneda. El comisario J.J. Jones aparece como el capo de la ciudad, capaz de controlarlo todo a base de tomarse la justicia por su mano, atentando contra los principios del estado del derecho, mientras el detective Lester Ybarra representa al honrado detective que se juega el puesto con tal de descubrir la verdad.
En definitiva, el visionado de la cinta puede servir al lector de este artículo para pasar una buena tarde navideña en la butaca de un buen cine, disfrutando de un apasionante drama, cuya buena ambientación permite introducirte en los años 20 y cuyo argumento no dejará a nadie indiferente.
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