Dirección: David Fincher. País: USA. Año: 2008. Duración: 166 min. Género: Drama romántico. Interpretación: Brad Pitt, Cate Blanchett, Taraji P. Henson, Julia Ormond, Jason Flemyng, Elias Koteas, Tilda Swinton, Jared Harris, Elle Fanning, Mahershalhashbaz Ali, Joeanna Sayler. Guión: Eric Roth; basado en un argumento de Eric Roth y Robin Swicord; sobre un relato de F. Scott Fitzgerald. Producción: Kathleen Kennedy, Frank Marshall y Ceán Chaffin. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Claudio Miranda. Montaje: Angus Wall y Kirk Baxter. Diseño de producción: Donald Graham Burt. Vestuario: Jacqueline West. Estreno en España: 6 Febrero 2009. |
SINOPSIS
Adaptación de la historia de los años 20 del siglo pasado escrita por F.Scott Fitgerald que trata de un hombre que nace con 80 años y va rejuveneciendo con el tiempo: un hombre que, como cualquiera de nosotros, no puede parar el tiempo. Desde la Nueva Orleans de finales de la I Guerra Mundial hasta el siglo XXI, en un viaje tan inusual como la vida de cualquier hombre, esta película cuenta la historia de un hombre no tan ordinario y la gente que va conociendo por el camino, los amores que encuentra y que pierde, las alegrías de la vida y la tristeza de la muerte y que perduran más allá del tiempo.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, LaGaceta]
Películas como Alien 3, Seven, The Game, El club de la lucha, La habitación del pánico o Zodiac han convertido al estadounidense David Fincher en uno de los cineastas actuales con más potencia visual y mayor capacidad de conmover al espectador, dos virtudes fortalecidas con su empeño por afrontar temas de gran calado dramático y moral, sobre todo relacionados con la cultura de la violencia, el afán de triunfo a cualquier precio y la pérdida de referentes éticos. Ahora, aglutina esos elementos estilísticos y temáticos en El curioso caso de Benjamin Button, ambiciosa parábola sobre el sentido de la existencia, el paso del tiempo y la muerte, libremente inspirado en un relato corto de F. Scott Fitzgerald.
La acción se inicia en la Nueva Orleans de 1918, nada más acabar la Primera Guerra Mundial, y culmina en pleno siglo XXI. En ese tiempo se desarrolla la increíble existencia de Benjamin Button, que marcha hacia atrás, al revés del común de los mortales. Es decir, Benjamin nace con el cuerpo de un bebé, pero avejentado como un anciano de 86 años, con sus arrugas, artrosis y achaques varios. Su madre muere al nacer él, y su padre, horrorizado con su apariencia, le abandona en un asilo de ancianos. Su infancia transcurre allí, hasta que toma conciencia de su singularidad y decide disfrutar intensamente, según su cambiante cuerpo se lo va permitiendo. Así, se enrola como marinero, y vive aventuras y amoríos por medio mundo, hilvanados por su intermitente romance con una bailarina de ballet.
La película está narrada como si fuera un cuento, al hilo de un viejo diario que una anciana moribunda manda leer a su hija en la Nueva Orleans de agosto de 2005, con el huracán Katrina a punto de arrasar la ciudad. Este recurso dota al filme de un aire mágico e irreal, con sugerentes golpes de humor —como toda la subtrama del tipo al que le cayeron siete rayos—, que facilita al espectador sumergirse en su audaz propuesta narrativa y dramática. Salvo en algún breve receso más convencional y espeso, David Fincher mantiene ese tono fantasmagórico, de modo que se pasan volando las casi tres horas de metraje.
No cuenta cosas demasiado originales, pero lo hace de tal manera que lo parecen. En este sentido, esta película de Fincher recuerda en más de un momento a Forrest Gump, de Robert Zemeckis, cuyo guionista fue también Eric Roth. Al igual que en esa película, aquí las peripecias vitales de Button corren paralelas a grandes hitos de la historia de Estados Unidos y el mundo —la Segunda Guerra Mundial, Mayo del 68…—, que le van forjando su carácter y su sentido moral. Una moralidad no demasiado nítida, a veces demasiado comprensiva con las fragilidades sexuales del protagonista —puntualmente explícitas—, pero que se esfuerza en madurar, y que asume sutilmente una cierta apertura a la trascendencia.
Todo esto lo recrea Fincher con una ambientación prodigiosa y un despliegue apabullante de efectos visuales y sonoros, que logran su finalidad de generar en el espectador la sensación de no haber visto nunca nada igual. Especialmente sorprendentes son los efectos digitales y de maquillaje empleados para avejentar y rejuvenecer a Bratt Pitt y Cate Blanchett, ambos sensacionales en su singular periplo por todas las edades. Por su parte, Fincher se luce en su puesta en escena, siempre emocionante, más clásica que moderna, pero en cuya planificación despliega un amplísimo muestrario de recursos, muchos de ellos aprendidos y testados en sus muchos años de realizador publicitario. No es extraño, pues, que la película sea candidata a 13 Oscar, incluidos los más importantes, y que parezca la única capaz de hacerle sombra a Slumdog Millionaire en los Premios de la Academia de Hollywood.
La vida de Benjamín Button es un tanto curiosa. Nace en el seno de una familia acomodada de Nueva Orleans pero su padre, el Sr. Button, le abandona al ver su desagradable apariencia. Benjamin nace bebé pero con la apariencia de un viejo. Apenas puede andar, está sordo y en contadas ocasiones sale del hogar de ancianos que regenta su madre adoptiva, una afromericana llamada Queenie. Allí convive con las personas mayores, pero lo que realmente desea es jugar con los niños; lo que impide su apariencia y estado físico.
En la residencia conoce a Daisy, la nieta de una de las ancianas, y con ella todo es distinto. Juegan como cualquier niño, porque a Daisy no le importa su aparente vejez. Los años pasan. Benjamin cada vez camina más erguido, está más guapo y más joven. Daisy se ha convertido en una bella joven que estudia ballet en Nueva York. Button abandona el hogar de ancianos para conocer mundo, pero volverá a reencontrarse con Daisy, de quien se enamorará.
Interesante película de David Fincher, artífice de títulos memorables como “Seven” o “Zodiac”, acerca la vejez, la muerte y el peso de la apariencia. Fincher arranca su relato centrándose en esas personas que la sociedad margina y apenas presta atención: los ancianos y un matrimonio de color. Ellos son los que acogen al extraño niño abandonado, porque como ellos su apariencia también les ha marginado en esa casa. Allí Benjamín conoce la muerte, algo permanente en un hogar de ancianos, que de forma inesperada arrebata a sus compañeros de hogar.
Inspirada libremente en el relato que F.Scott Fitzgerald escribió en 1911, “El curioso caso de Benjamin Button”, la película recorre las transformaciones del siglo XX con ciertos paralelismos con la oscarizada “Forrest Gump”, cosa que no es de extrañar al tratarse del mismo guionista Eric Roth.
Este recorrido también se palpa en la apariencia de Brad Pitt –aunque a la inversa del curso natural- y Cate Blanchett, que se transforman asombrosamente, gracias al maquillaje y a la técnica, en jóvenes de veinte y pocos y ancianos de más de 80. No sólo es mérito del equipo técnico, sino también de su trabajo como actores.
Destaca Brad Pitt, en ocasiones infravalorado, que recrea un personaje complejo: un niño que es tratado como una persona mayor; un adolescente que de forma precoz conoce la muerte, las barreras físicas, el sexo; un hombre demasiado maduro para estar con una veinteañera; alguien incapaz de permanecer de forma consciente al lado de la persona que ama o de asumir una paternidad…
Un retrato evolutivo, tanto físico como psicológico del ser humano, en relación al paso del tiempo, que pone de relieve el miedo a la muerte, a la vejez o a ser distinto. Rodado de forma cuidada y sofisticada, con escenas sobresalientes como la del remolque y el submarino, la del señor Gauteu o el accidente de Daisy. Junto a “Slumdog millonaire” y “El desafío. Frost contra Nixon” las tres mejores nominadas a los Oscars a mejor producción
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