Dirección: Christophe Barratier. Países: Francia y Suiza. Año: 2004. Duración: 95 min. Género: Drama. Interpretación: Gérard Jugnot, François Berléand, Kad Merad, Jean-Paul Bonnaire, Marie Bunel, Paul Chariéras, Carole Weiss, Philippe Du Janerand, Erick Desmarestz, Jean-Baptiste Maunier. Guión: Christophe Barratier y Philippe Lopes-Curval Producción: Jacques Perrin, Arthur Cohn y Nicolas Mauvernay. Música: Bruno Coulais. Fotografía: Carlo Varini y Dominique Gentil. Montaje: Yves Deschamps. Diseño de producción: François Chauvaud. Vestuario: Françoise Guégan. Estreno en España: 3 Diciembre 2004. |
SINOPSIS
En 1948 Clément Mathieu, profesor de música desempleado, acepta un puesto como vigilante en una escuela interna de reeducación de menores. El sistema represivo aplicado por el director, Rachin, conmociona a Mathieu. Enseñándoles música y canto coral a estos niños tan difíciles, Mathieu transformará sus vidas cotidianas
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CRÍTICAS
De tanto en tanto, aparece una película que sabe ser tierna sin ser cursi, que nos muestra la naturaleza humana sin censurar nada. Un película (casi) sin prejuicios ideológicos, sin dualismos maniqueístas. Una película sobre la música, sobre el deseo de belleza que alberga el corazón de todo hombre, sobre la posibilidad del cambio, sobre la redención, sobre la educación … Una película, en el fondo, sobre esta siempre sorprendente cosa que llamamos el ser humano.
¿De que habla “Los chicos del coro”? Habla del hombre, de las relaciones humanas, y sobre todo de educación. Educación entendida no en el sentido moderno, reducida a instrucción técnica, sino en su sentido más verdadero, como introducción a la realidad total. La educación es un gran tema hoy en día, todos hablan sobre los problemas de la educación, sobre la dificultad de transmitir nada a las nuevas generaciones. Sin embargo, se olvida frecuentemente que es la autentica educación: el encuentro entre dos hombres, entre dos libertades, un maestro y un discípulo, donde lo que se transmite es no solo una serie de conocimientos, sino por encima de todo, una humanidad, una concepción de la realidad.
La postura del educador frente al educado se vive en general hoy en dia en términos dualistas exclusivistas: o bien el educador se mantiene a una distancia inalcanzable del alumno, para enfatizar que son como dos realidades irreductibles, o bien intenta “ponerse a su nivel”, olvidando que lo que busca el discípulo por encima de todo es alguien a quien mirar (uno mismo ya se tiene muy visto). Sin embargo, otra postura es posible, y además mucho más correspondiente al corazón humano, tanto para aquel que educa como para aquel que es educado: un maestro que comunique una experiencia viva, apasionante, y un alumno que use su libertad para verificar que lo que se le enseña es cierto, esto es, es correspondiente. Por supuesto, esto presupone tener algo que comunicar, algo de lo que la mayoría de los docentes actuales no van muy sobrados.
Volviendo a “Los chicos del coro”, el protagonista, Climent Mathieu (Gerard Jugnot) es un compositor de música venido a menos, que se ve obligado a aceptar un empleo de profesor-vigilante en un reformatorio francés de la posguerra. Podría uno pensar que un gran genio como el es estaría amargado y resentido al verse en esta situación, tratando con niños difíciles, incluso delincuentes, vistos por muchos, incluyendo al director, como una especie de escoria de la sociedad, casi como sub-hombres. Sin embargo, no es el deseo del éxito, de la fama o del reconocimiento aquello que mueve a Mathieu a componer música: es el amor mismo a la música, es su corazón exaltado y conmovido con la verdadera belleza de cada pieza musical. La música, su pasión, es para él signo de una belleza mucho más grande, signo de algo que hace el hombre diferente de los animales y hace asimismo que la vida valga la pena vivirla.
El protagonista introduce una nueva dinámica en las relaciones entre los profesores del reformatorio y los alumnos-internos. Hasta su llegada, el director imponía unos métodos de control de los internos extremadamente estrictos, orientados a dominar por la fuerza, mediante una disciplina que los consideraba ya incapaces de nada bueno. Por primera vez, los internos se ven mirados de manera diferente por Mathieu, no como un problema social a controlar o en el mejor caso a resolver, sino con una humanidad verdadera. Les propone algo que nunca habría pasado por la cabeza de un pedagogo o un educador social: montar un coro con los internos, a escondidas del director. Este coro es el método que utiliza el protagonista para educar a los internos, para despertarles su humanidad.
Porque este coro hace posible el cambio en muchos internos, incluso aquellos que todo buen burócrata habría considerado como elementos insalvables? Porque despierta el ansia de belleza que tienen en sus corazones, porque tienen alguien a quien mirar (Mathieu), en quien reconocerse, alguien que tiene mucho más que unos meros conocimientos musicales a transmitir. Poco a poco, con muchas dificultades, los internos van aprendiendo a cantar, incluso uno de los internos más problemáticos se revela como un excelente cantante. Descubren de repente un nuevo concepto de disciplina, donde el orden existe no para molestarles la vida, sino que es una ayuda para poder exaltar sus corazones, para educar su libertad, para hacerles más felices. También Mathieu es cambiado por esta historia, como en todo gesto educativo, se ve implicado en “sus” alumnos, tanto hasta el punto que por la noche compone música solamente para que ellos la canten.
En resumen, una magnífica película, apta para toda la familia, con el añadido de una excelente banda sonora (al menos, para un lego en el tema como yo), y con un final que resume toda la dinámica del amor humano.
Clément Mathieu (Gérard Jugnot) es un profesor de música que va a parar a un reformatorio francés de la década de los 40, dirigido por un rígido director (François Berléand). Al principio, se enfrentará a una terrible situación, con alumnos conflictivos, bastante pequeños (el mayor tendrá unos 14 años). Formará un coro que cambiará completamente la vida en el reformatorio, descubriendo especialmente a un chico con una voz angelical (Jean-Baptiste Maunier).
La película francesa de Los chicos del coro, de la que tanto se ha hablado, parece no haber dejado un público indiferente: unos la califican como emocionante y magnífica mientras otros la tildan de empalagosa y cursi. Pero la pregunta que debemos hacernos ante esta película sería más bien: ¿Qué oculto misterio esconde el profesor Clément Mathieu para transformar la vida de un oscuro colegio y las de sus alumnos?
Algunos, escépticos, soltarán un resoplido y dirán: «Eso son cuentos chinos, chorradas alejadas de la realidad diaria de las aulas». No lo creo. Es más, Los chicos del coro es una historia que tiene algo de trágico, ya que el profesor no consigue el objetivo de cambiar a todos sus alumnos, sino que lo hace exclusivamente con dos. Pero, a veces, hay un concepto erróneo de la educación: no se trata de cambiar por completo al educando, sino de darle las directrices que dirijan su vida para que él las explote con total libertad y como mejor le parezca -siempre con ayuda y consejo, pero con plena libertad-.
Clement Mathieu encuentra un cauce adecuado por el que llegar a sus alumnos. Así como el profesor Keating de El club de los poetas muertos -mucho más artificial que la historia que ahora nos concierne- ve en la poesía la manera de llegar a sus alumnos, a sus corazones, Mathieu descubre la música. A través de ella, hará que sus alumnos se interesen por las clases, hará que sientan que las clases les pertenecen a ellos, no al profesor, que ellos son los verdaderos interesados.
La enseñanza que se esconde detrás de esto es el increíble poder que el arte tiene en la educación. Tanto si es la literatura, como si es la música, la pintura o la escultura, el arte se convierte en un método excelente para llegar al educando. ¿Por qué? Porque el arte involucra total y directamente al educando, lo golpea y lo anima a que sea él el que tome las riendas de lo que trae entre manos. Y parece, de hecho, haber nuevas formas pedagógicas que enseñan a que sea el alumno el que toque, vea y descubra por sus propias manos cuanto se le enseña. Eso es el arte, en definitiva. El arte esconde una tremenda función educadora, y no me refiero ya a la educación que se comunica al receptor, sino al propio artífice: la constancia, el esfuerzo, la unidad con el compañero artista (en un coro, por ejemplo), en definitiva, hacer de la tarea vida propia.
El poder del arte en la educación es patente y, por ello, se equivocan enormemente aquellos que quieren eliminar de la educación el arte, la vida artística o la forma de hacer del arte. El arte es educación y la educación es arte.
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muy buena esta película me encanto el niño rubio es corista de verdad y ademas es muy lindo..
Muy linda la película se las recomiendo véanla
¡¡¡¡¡¡¡¡¡Es preciosa!!!!!!!!!!!!
Es una película preciosa,que tiene una EXCELENTE banda sonora.
porque expulsan al profesor??
Hola elena!! La verdad es que no recuerdo por qué lo expulsan…pero en el foro seguro que sí lo saben, si te quieres pasar por ahí, el hilo de esta película es: http://www.cinemanet.info/foros/viewtopic.php?t=364&highlight=chicos+del+coro
Y lo mismo al resto si quieren seguir comentando!!!! 😉
maa encanTaO…
esta peLiicuLaa Laa viimOs eN cLase ii mee eNcaNtoo…
mee encantaa comO caNTan…
ii admeaS tiienee suu punTiiLLo grasiiOsO…
Os Laa recOmiiendO..!!
=)
Estuve en el acto del colegio Jesus Maestro y desde luego quedo demostrado lo del cine como instrumento educativo. Tanto por la película como por la charla posterior, yo como padre recibí una gran lección que intentaré transmitir a mis hijos.
La película es realmente una joya. De todas las que tratan el tema de la educación de niños «dificiles» es sin duda la más realista y natural. En contraposición con todas las de este subgenero producidas en America, la naturalidad de los hechos que ocurren, aún siendo excepcionales, facilitan la empatía con los personajes y que los sentimientos del espectador afloren y se produzca la emoción.
Es significativo que la música de un coro, con lo que conlleva de disciplina para que finalmente se produca la armonía, sea la alternativa que los niños acepten en su interior en contra del rechazo a la férrea disciplina normativa del centro. Una confrontación del caos exterior, aunque esté altamente normalizado y reglado, contra la verdadera libertad interior que claramente necesita una estructura. El dotar a los niños de esta estructura interior es el verdadero sentido de la educación.
Se propone un acercamiento a la intimidad de los niños a través del arte de la música, que estructura sus sentimientos y le da sentido a su existencia y su necesidad de trascendencia.
La música es realmente la protagonista tanto para los personajes como para los espectadores con una mágnifica banda sonora.
Si no la ha visto, no se la pierda.
Como descubren los niños que el vigilante es músico???