[Juan José Muñoz – Profesor de Ética de la Imagen y crítico de cine]
Muy interesante artículo del profesor Juan José Muñoz, que nos analiza la nueva normativa del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (organismo dependente del Ministerio de Cultura) para la calificación de películas.
Cuando todavía está reciente la polémica sobre la valoración como película X que ha sido aplicada al filme Saw VI por el ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales), y la calificación de un filme que juguetea con el porno, El cónsul de Sodoma, como no recomendada para menores de 13 años, aparecen las nuevas normas emanadas por este organismo del Ministerio de Cultura.
Es cierto que desde hace años se venían oyendo numerosas voces de expertos y de asociaciones de usuarios solicitando la reforma de un sistema -el español- que se encuentra a la cola de gran parte de sus homólogos de la Unión Europea.
Es de agradecer que el decreto firmado por Ignasi Guardans haya introducido dos nuevas categorías de películas: las no recomendadas para menores de 12 y 16 años, que salvan la distancia que existía en la anterior normativa entre los 13 y los 18 años, y unos pictogramas que hacen más visible esta calificación por edades.
También resulta útil que se haya hecho un esfuerzo por definir con más detalle, sobre todo después de la polémica antes citada, los criterios para catalogar las películas X (pornografía y apología de la violencia).
Pero ahí termina el saldo favorable de esta nueva normativa. Los que ansiábamos esa modificación nos hemos quedado con la miel en los labios y con un regusto bastante agridulce. Y es que una vez más, una reforma española sigue sin lograr la eficacia, trasparencia y sentido común que caracterizan a otros países de nuestro entorno.
¿Por qué digo esto? Por varios motivos:
1) Las nuevas normas de Guardans-Sinde no permitirán alcanzar el principal objetivo que se proponen: informar a padres y educadores sobre el contenido de lo que verán los menores en las pantallas.
2) Un escollo que se podría haber solventado introduciendo unos pictogramas (como ocurre en Holanda) que aludan a los contenidos, y no los que se presentan, que resultan reiterativos y no facilitan a los adultos información concreta sobre los contenidos (violencia, discriminación, drogas, sexo, etc.) que los menores se van a encontrar en el filme en cuestión; o introduciendo información detallada en la web del ICAA (como se hace en Inglaterra o USA) sobre los contenidos de cada película calificada.
3) Otro defecto de la nueva normativa, y que llama poderosamente la atención, es el permiso para incluir desnudos en un contexto sexual en la categoría de película o programa de televisión «apto para todos los públicos». No sabemos si esta inclusión se debe a falta de información de los miembros del ICAA, o hay otros motivos ocultos, porque este criterio no es común en otros países. En esta categoría, se suele admitir únicamente el desnudo inocente y casual, sin connotación erótica (como ocurría en la anterior normativa española), y sólo a partir de la categoría de «no recomendado para menores de 12 años» se admite, y de modo breve y fugaz, alguna escena de este tipo (por ejemplo en el sistema regulador inglés, uno de los más eficaces, según un informe de la Unión Europea).
4) Por todo esto, y si es sincera la apuesta del Ministerio de Cultura por la implicación de los padres y educadores en este proceso de protección de nuestros menores, se debería incluir otra categoría que ya es común en países como Estados Unidos o Inglaterra: PG (Parental Guidance), orientada sobre todo a facilitar y fomentar el control parental. La calificación PG advierte a los padres sobre la necesidad de informarse sobre un film o programa que muestra contenidos inadecuados para los niños, pero ellos deben decidir.
Confío en que tanto la ministra, Ángeles González-Sinde, como el director general del ICAA, Ignasi Guardans, tengan en cuenta estas sugerencias para que sea más eficaz su servicio público en defensa de un correcto desarrollo físico, intelectual y moral de nuestros jóvenes.