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Título original: The book of Eli. |
SINOPSIS
En un futuro no muy lejano, un hombre solitario camina sobre la desolada tierra que una vez fue los Estados Unidos. Todo a su alrededor denota la catástrofe de la destrucción total. No existe civilización ni ley. Lo que defiende con tanto empeño es la esperanza de un futuro; una esperanza con la que ha cargado y protegido durante 30 años. Eli tiene que seguir avanzando para cumplir con su destino y darle la oportunidad de la salvación a una humanidad desolada.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE y Popular TV]
En un futuro próximo, 30 años después de un cataclismo universal y una guerra devastadora, un afroamericano llamado Eli (Denzel Washington) vaga solitario hacia el Oeste por las ruinas de Estados Unidos, habitadas por bandas salvajes, muchas de las cuales practican la antropofagia. Por el contrario, Eli es un tipo pacífico, que evita el combate, pero que resulta mortífero cuando se ve obligado a luchar. Su misteriosa fuerza nace de su inquebrantable afán por proteger un libro misterioso, que lee con devoción todos los días y que lleva a algún sitio especial que le será mostrado antes o después. Su poderosa fe será puesta a prueba cuando su camino se cruza con el de Carnegie (Gary Oldman), un tirano culto y brutal, que ha logrado construir en torno a sí un pueblo más o menos civilizado.
Esta nueva película apocalíptica tiene muchos puntos en común con la reciente The Road (La carretera), aunque es mucho más explícita en sus referencias religiosas y también en su brutal tratamiento de la violencia. Por eso resulta más desagradable que la notable película de John Hillcoat, pero también más profunda, en cuanto reivindica la religión —y, en concreto, el cristianismo— como la única tabla de salvación del género humano una vez que éste se haya dejado llevar definitivamente por sus instintos animales. Por otra parte, desde esa idea central, el filme exalta las virtudes fundamentales y la apertura a los demás frente al individualismo radical, mostrado como destructivo y deshumanizador.
Este sugerente material dramático lo aprovechan muy bien los hermanos Albert y Allen Hughes, que suben enteros tras las olvidables Dinero para quemar y Desde el infierno. Aciertan sobre todo al cargar el peso de la película en Denzel Washington, cuya poderosa presencia impregna de veracidad el extremado argumento, tanto en su deambular solitario —cercano al de la serie televisiva Kung-Fu— como en su duelo final con el siempre inquietante Gary Oldman, resuelto según las leyes clásicas del western.
Elogio especial merece la desoladora ambientación, así como la calurosa fotografía de Don Burgess, que sumerge de lleno al espectador en el terrible mundo futuro que imagina la película. Ciertamente, hay desfallecimientos de ritmo, efectismos irritantes —como los ralentizados— y varias concesiones morbosas a la galería. Pero el conjunto mantiene un alto nivel estético y dramático, y obliga al espectador a reflexionar sobre el sentido de su propia existencia.
El guardián de la Biblia
Un tipo solitario camina por una carretera. A ambos lados se divisa un interminable paisaje, desolado, polvoriento. El mundo, tal y como lo conocemos, ha desaparecido. No hay nada, ni siquiera lo más necesario, y el agua y el alimento escasean. Todo desprende una luz cegadora, blanquecina, y el mundo parece no tener más color que el de la caliza. Pero la carretera es peligrosa y el viajero pronto se ve asaltado por unos bandidos. Mala suerte… para los bandidos. El misterioso caminante se muestra como un luchador implacable, mortífero con su enorme y afilado machete en la mano. El hombre sigue su camino hacia el oeste, impertérrito; por las noches se detiene, lee un rato de un libro que lleva consigo, un libro antiguo de pastas de piel, y luego duerme. Al despertar reemprende la marcha, siempre hacia el oeste. Un día entra en un pueblo de paso y se dirige al bar para beber agua. El lugar es regentado por un tal Carnegie, cacique insensible que domina el pueblo y lleva años buscando un libro muy especial. Carnegie sabe que con las palabras de la Biblia tendrá poder para someter a las personas. Muy pronto se dará cuenta de que el libro que busca está en poder del forastero…
Lo primero que llama la atención de esta película es la cantidad de puntos en común con The Road (La carretera). Al igual que en la magnífica pelicula de John Hillcoat, también aquí un cataclismo ha hecho cenizas el planeta, el sol cegador ha quemado la vida sobre la tierra; el protagonista también se dirige incansable hacia una dirección, en este caso el oeste; la hostilidad entre las personas reina por doquier, nadie se fía de nadie; hay canibalismo, etc. Sin embargo, es sobre todo en la ambientación y en la puesta en escena en donde El libro de Eli parece deudor de la obra de Cormac McCarthy, en esa agresividad del entorno que aporta la fotografía de Don Burgess y que hace que el mundo sea irrespirable y que la esperanza sea el bien más anhelado.
En El libro de Eli el argumento se despliega como si de un western se tratara, un western futurista, claro, pero que responde a la perfección a algunos parámetros del género (el solitario sin hogar, viajero incansable, el pueblo receloso, el sheriff-jefe sin escrúpulos, la chica, la persecución…), el cual se mezcla luego con la acción trepidante y la temática post apocalíptica con temas de fondo que invitan a la reflexión.
Esta amalgama no siempre funciona del todo, a veces desconcierta, y también hay momentos en que el ritmo se precipita demasiado o se ralentiza sin motivo, al igual que se insertan escenas un poquito tramposas. De todas formas, el resultado es satisfactorio y más que entretenido.
Y desde luego se trata de uno de esos filmes que, con planteamiento simple, sugieren muchas cosas. Llama mucho la atención el audaz guión del debutante Gary Whitta, porque no es normal encontrar en un film de estas características un planteamiento tan directamente religioso, decididamente cristiano aun con sus generalidades. Por eso puede comprenderse la película como una parábola con un evidente significado más allá de la pura acción. El film deja caer que el desastre fue provocado por fanatismos religiosos, y que esa corrupción siempre será un peligro, pero a la vez remacha con decisión la presencia de Dios entre los hombres, la realidad del pecado («he dedicado tanto tiempo y esfuerzo en cuidar y conservar este libro que he olvidado vivir según sus reglas», dice el protagonista) y afirma rotundamente el poder de la fe para superar todos los obstáculos y devolver la libertad y la esperanza a la humanidad.
Los hermanos, Albert Hughes y Allen Hughes, responsables de filmes como Desde el infierno o Dinero para quemar, logran un producto más que digno gracias también a la poderosa presencia de Denzel Washington, quien está formidable en el papel protagonista (para el que aprendió expresamente artes marciales), y a su oponente Gary Oldman, en uno de esos papeles de psicópata violento (El profesional (León), Homicidio en primer grado) que tanto domina.
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Magnífica película. Profunda en su planteamiento sobre la existencia del hombre sobre la tierra, te hace reflexionar. Para comprenderla mejor desde el punto de vista estético y sus personajes, ver comentario de cultura en http://www.forumlibertas.com
Gracias lesga, me ha gustado mucho el comentario!!! Aunque en las críticas de más arriba también se dejan muchas cosas claras 😉
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