Gladiator II | Más espectacular pero menos épica

Javier Muñoz Morales

Soy Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, así que se supone que lo mío son los números. En realidad, prefiero los libros y el cine. Estoy convencido de que detrás de cualquier película hay una visión del hombre y del mundo que merece la pena descubrir

Llega a nuestros cines Gladiator II, posiblemente el gran estreno del año con permiso de Dune Parte 2 ó Joker: Folieu à Deux. 24 años después del estreno de Gladiator, Ridley Scott nos invita a pisar nuevamente la arena del Circo romano. Aquel primer Gladiator, épico, brutal y majestuoso es ya historia del cine. Vamos a ver si este Gladiator II se suma al Olimpo cinéfilo.

Lo que no cabe duda es que Ridley Scott es uno de los directores en activo más importantes, y de los que más en forma están últimamente. Sus películas gustarán más o menos, pero siempre dan que hablar; no hay que mirar demasiado atrás en el tiempo para recordar Napoleón o El último duelo, sin ir más lejos. Habrá polémica, opiniones diversas, pero lo que no es discutible es la calidad de su filmografía.

Hablar de Gladiator II nos lleva, aunque no lo queramos, a compararla con la película original estrenada en el año 2000. Está claro que han pasado muchos años entre ellas, quizá demasiados. Incluso habrá quien se pregunte si era necesaria una segunda parte cuando la primera entrega dejó tan buen sabor de boca y quedó grabada en la memoria de tantos aficionados al cine. De hecho, me atrevería a decir que el cine en sí, en este tiempo transcurrido, ha cambiado de una película a la otra.

Lo primero que salta a la vista es que Gladiator II demuestra muchísimo músculo en su puesta en escena: actores de renombre, uso intensivo del CGI, ambientación, vestuario, espectáculo a tope y mucha violencia. Todo, en general y salvo algunos elementos, se ve bien en la película; pero no hay nada que destaque y mejore el primer Gladiator.

Cabe destacar, a nivel de actores, las interpretaciones de Pedro Pascal (general Acacio) y Denzel Washington (Macrino) en el apartado dramático. Los dos muestran un carisma que llena la pantalla con sus interpretaciones. Respecto a Paul Mescal en el papel protagonista de Hanno/Lucio, reconociendo que hace un buen papel, sobre todo en el apartado físico, no está a la altura de las interpretaciones de Pascal y Washington; y desde luego no es comparable al primer Gladiator de Russell Crowe. La música de Harry Gregson-Williams, siendo buena, no es memorable. Y no comentamos los detalles que pueden resultar algo extraños al ojo de quien se acerque a Gladiator II con una mirada histórica más fina.

Los guiños y la conexión con el primer Gladiator son evidentes. Desde los flashbacks que ayudan a conectar ambas películas, pasando por algunos actores que repiten, como Connie Nielsen (Lucilla) o Derek Jacobi (Gracco) hasta los acordes épicos de la banda sonora de la primera película que asoman en algún momento álgido de Gladiator II, todo ello hace que ambas películas estén conectadas. Pero en algunas escenas de la nueva película puede dar la sensación al espectador de que lo que está viendo, ya lo vio hace 20 años y que de alguna manera es una repetición. Hasta las referencias a Máximo pueden parecer excesivas.

El tema principal de Gladiator II es la venganza, salpicada por el juego político en una Roma envuelta en las luchas senatoriales por el poder. En este sentido, la trama política contra los loquísimos emperadores Geta y Caracalla avanza en paralelo con los éxitos de Lucio en la arena del Circo. Pero, a diferencia de la primera película, en Gladiator II la trama es más sucia, no hay honor y quizás el único chispazo heroico se ve en el general Acacio y no tanto en Lucio.

En resumen, es inevitable comparar Gladiator y Gladiator II. Y quizás este es uno de los grandes problemas, porque Gladiator II no está al nivel de la primera película. Y Lucio no es Máximo. Ahora bien, si conseguimos evitar la comparación entre ambas películas, podremos disfrutar de lo que nos ofrece Gladiator II, que es un grandísimo espectáculo visual y buenas dosis de entretenimiento para el espectador.