Título Original: Toy Story 3 |
SINOPSIS
Andy ya se ha hecho mayor. Antes de irse a la universidad decide donar sus juguetes a una escuela infantil. Al principio, Woody, Buzz y el resto de juguetes se mostrarán muy entusiasmados con la idea. Pero poco a poco irán cambiando de opinión al ver cómo les tratan los niños. Será entonces cuando comiencen a planear un plan para escapar de las garras de esos pequeños terremotos.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE ]
Hace unos cuantos años tuve el privilegio de entrevistar en dos ocasiones a John Lasseter, cofundador y líder creativo de Pixar Animation, y uno de esos cineastas que revolucionan el séptimo arte cada cierto tiempo. La segunda de esas entrevistas tuvo lugar con motivo de la presentación en España de Toy Story 2. Y en ella me dijo que sólo habría una tercera parte de la popular saga si encontraban una historia poderosa, a la altura de la talla de los personajes, de los que Lasseter hablaba en todo momento como si fueran grandes estrellas de carne y hueso.
Durante los años oscuros de tira y afloja entre Pixar y Disney, esta última productora —amparándose en el duro acuerdo que tenían— anunció un proyecto de Toy Story 3 al margen de Lasseter y sus muchachos. Gracias a Dios, Disney compró finalmente a Pixar, y puso a Lasseter al frente de todo su departamento de animación. El Mago de Emeryville canceló entonces el proyecto apócrifo, y puso a su mano derecha, Lee Unkrich —codirector de Toy Story 2, Monstruos S.A. y Buscando a Nemo—, al frente de la auténtica Toy Story 3. El resultado es otra obra maestra, tan buena como sus antecesoras, e incluso mejor.
Esta vez, el detonante de la acción es la marcha a la universidad de Andy, el dueño de Woody, Buzz Lightyear y el resto de los entrañables juguetes de la saga. Todos ellos andan inquietos con su posible destino, que va del desván a la basura, pasando por otro dueño al que Andy done sus muñecos. Pero, tras una confusión de la madre de Andy, los juguetes acaban en una inmensa guardería, donde son recibidos por otros muchos camaradas, liderados por un viejo oso de peluche rosa, que oculta profundos traumas tras su aparente bondad. De modo que el paraíso infantil se convierte en un infierno para Woody, Buzz y compañía, que deciden organizar un audaz plan de fuga.
Durante su reciente visita a España, Lee Unkrich me reconocía que su principal obsesión era desarrollar en Toy Story 3 todos los nuevos avances de la animación 3D —incluido los efectos estereoscópicos—, pero sin debilitar el tono sencillo y cercano de las dos aventuras anteriores. Pues bien, lo ha logrado plenamente gracias, en primer lugar, a un nuevo guión antológico, firmado por Michael Arndt, el libretista de esa pequeño joya del cine indie titulada Pequeña Miss Sunshine. Así, a través de diálogos chispeantes, situaciones originalísimas y una nueva defensa de la familia, la amistad y la solidaridad frente al individualismo materialista, la película salta del western a la ciencia-ficción y, de ésta, al drama, la comedia, la pura aventura o el terror sin perder en tales procesos un ápice de frescura ni de hondura dramática y moral.
Por sí mismo, el guión ya logra unas altísimas cotas de humor, emotividad y vibración, sobre todo en su recta final, que debe pasar a las antologías del mejor cine contemporáneo. Pero, además, esas emociones se refuerzan con una puesta en escena portentosa, espectacular e intimista a la vez, magníficamente planificada y con alardes memorables tanto en sus fondos como en la animación casi perfecta de decenas de personajes en pantalla, la mayoría de ellos nuevos y con el muñeco Ken y el Totoro de Hayao Miyazaki como estrellas invitadas.
La preciosa partitura musical de Randy Newman pone la guinda a este sabrosísimo pastel, que se completa además con el cortometraje Night & Day, un prodigioso ejercicio de estilo —en torno al duelo entre los fantasmas del día y de la noche—, que entusiasmará a los paladares más selectos del cine de animación y que muestra las fascinantes posibilidades de la combinación del 2D y el 3D en formato estereoscópico. Así que Pixar vuelve a demostrar que tiene cuerda de sobra para llegar “hasta el infinito y más allá”.
Bienvenidos a la guardería
Andy, el dueño de Woody, Buzz Lightyear y el resto de entrañables juguetes, está a punto de marchar de casa e irse a la universidad. La inquietud resulta palpable, pues su destino, siendo Andy todo un mozarrón, es incierto, podría acabar en el desván, en el mejor de los escenarios, o simplemente, en el cubo de la basura. Pero no, tras diversos avatares acaban donados a una guardería, que de entrada promete ser una especie de paraíso, donde nunca faltan los niños; y no importa que crezcan, pues enseguida viene el reemplazo. No sospechan que entre los juguetes del lugar, que les acogen con los brazos abiertos, se oculta un siniestro y traumatizado personaje, que gobierna la guardería con mano de hierro, decidiendo el destino de unos y otros juguetes. Aquello es una especie de prisión, de la que el grupo tratará de escapar.
Pixar, nuevamente, supera el infinito yendo más allá, con una película que nada debe envidiar a sus predecesoras jugueteras, Toy Story y Toy Story 2. A creadores habituales de la casa, John Lasseter, Andrew Stanton y Lee Unkrich, se suma a la escritura del guión Michael Arndt (Pequeña Miss Sunshine), y el resultado es, sencillamente, brillante, ahonda con enorme inteligencia en el universo de la saga, sin nunca traicionar su espíritu, sacando punta a las muchas posibilidades temáticas y narrativas.
Es cine para chavales, sí, pero es también cine para mayores, pocas películas que se autodenominan «de adultos» abordan con más fuerzas temas como el sentido de la vida (¿para qué están los juguetes en el mundo?), el paso del tiempo, el acceso a la mayoría de edad, la conciencia de pertenecer a una familia, los traumas que marcan, las inevitables despedidas. Todo ello sin hacer ascos a la acción y al humor, bien abundantes, resulta tronchante el señor Patata, o los golpes con Barbie y Ken, modélicos a la hora de moverse en el guiño al adulto, con buen gusto.
Técnicamente, la perfección es desbordante. Se respeta la sencillez con que están diseñados los juguetes originales, pero a la vez se da idea de las maravillas animadas que pueden acometerse en la secuencia de apertura, una vertiginosa «montaña rusa» que retrotrae al prólogo de Indiana Jones y la última cruzada, muy sugerente en mostrar las increíbles aventuras que puede trazar la mente infantil. O en los pasajes de la guardería, con numerosos nuevos juguetes y niños de todas las razas y colores.
También es asombroso todo lo que nos ofrece en el clímax del vertedero, paradigma del secreto de Pixar, pues a un guión inteligente, con ingeniosos giros narrativos, bromas, tensión, emoción, plasmación de los sentimientos que embargan a los juguetes, se suma el detalle animado, la planificación, los encuadres. Así hasta el final, final, ante el que hace falta tener un corazón de piedra para no derramar alguna que otra lagrimita.
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La amé, fue estupenda porque no sólo logro entretener sino también cautivar al espectador. Muy conmovedora, es definitivamente de mis favoritas. Este es el sitio oficial http://www.hbomax.tv/programacion.aspx donde pueden checar los horarios de transmisión para poder verla en línea.