Dirección: Pau Freixas. |
SINOPSIS
Un joven publicista, con una exitosa carrera profesional y una vida personal vacía, se ve inmerso en un viaje para llegar puntual a una importante reunión de negocios. Durante el trayecto conoce a una chica con la que acabará rememorando la época más mítica y emotiva de su infancia: el último verano que pasaron con la pandilla. Descubriremos quiénes fueron de niños, con qué intensidad vivieron su primer amor, su primera aventura y cómo se sintieron héroes, cuando luchaban por conseguir aquella cabaña mágica que les podía conceder todos sus deseos. Este viaje al pasado, a sus antiguos anhelos y motivaciones, hará que el publicista se replantee de la noche a la mañana su vida.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE ]
Un joven y exitoso publicista viaja a contrarreloj por Cataluña para llegar puntual a una importante reunión de negocios. Pero su camino se cruza primero con unos chavales —que le gastan una broma de aúpa— y luego con una trotamundos alocada e independiente, que le echa en cara su vacía existencia de yuppie agresivo. Al hilo de sus conversaciones y peleas, se rememora con nostalgia el fragmento más emotivo de la infancia de unos niños —quizás, ellos mismos—, en un pueblo de la Costa Brava durante un verano de los años 80, el último que pasaron con su pandilla, los Peques. Allí intimaron una niña y cuatro niños —uno de ellos con Síndrome de Down—, intentando ganar a las otras pandillas del lugar en un ancestral concurso automovilístico que tenía como premio el uso durante un año de una mítica cabaña en un árbol, con supuestos poderes mágicos.
Rodada en catalán, esta notable película de Pau Freixas (Cámara oscura), con guión de él mismo y del escritor y cineasta Albert Espinosa (No me pidas que te bese porque te besaré), lanza una dura crítica a ciertos valores dominantes en la sociedad actual —como el individualismo materialista o la moral del triunfo a cualquier precio— a través de una hipernostálgica e ingenua reivindicación de la inocencia de la infancia y, en concreto, en los años 80 del siglo pasado. Este original filtro impregna cada fotograma del filme, y dota de profundidad a su elogio de la amistad y del cariño entre hermanos, a su honesto retrato del drama del divorcio y de las conflictivas relaciones entre un hijo y su padrastro, a su emotivo acercamiento al primer flechazo y al primer amor de verdad, a su impactante cara a cara con el sufrimiento y la muerte, como primer paso de la madurez…
Todo esto se expone de un modo ágil, fresco, divertido y tan descaradamente sentimental que irritará a los paladares más fríos y cerebrales. Y siempre, con amabilidad, sin sarcasmos crueles ni torpes deformaciones ideológicas, respetando la inteligencia y el buen gusto del espectador, aunque ciertamente se abusa de una expresión irreverente, que no pretende ser blasfema, pero en realidad lo es.
El reparto responde al desafío con brillantez, aunque no todos los chavales resultan tan naturales como deberían. En todo caso, sus limitaciones se disimulan con su oxigenante presencia y con las excelentes caracterizaciones de Eva Santolaria y Àlex Brendemühl, que confirman aquí sus muchos recursos tanto para la comedia como para el drama. También es un poco irregular la puesta en escena de Pau Freixas, que a veces se deja llevar por el entusiasmo, y descuida la solidez narrativa en aras de sus constantes homenajes al cine, la televisión y la música de los años 80: E.T. El extraterrestre, Los Goonies, Regreso al futuro, Cuenta conmigo (Stand By Me), Loca academia de policía, La historia interminable, la serie Verano Azul, el Ti amo, de Umberto Tozzi, el Forever Young, de Alphaville…
En todo caso, esta arriesgada apuesta de cine familiar —Premio del Público en el Festival de Málaga 2010— resulta simpática, se deja ver muy bien y reivindica sin complejos —como afirma su director Pau Freixas— que “no hay nada como creer: creer que la amistad nunca se rompe, que el amor es para siempre y que el mundo entero está ahí para que nuestros sueños se cumplan. Y que todo, todo tiene sentido. (…) La magia existe, pero es necesario saber verla, querer que se cumpla, y recordar que un día creímos y que ésos fueron los mejores años de nuestras vidas”. No es una mala terapia en estos tiempos de cinismo rampante, en los que, desgraciadamente, robamos a los niños su inocencia cada vez más pronto.
[Andrea Rodríguez, TAConline]
Pau Freixas presentó en el pasado festival de cine español de Málaga su tercera película, Héroes, con tal éxito, que logró el premio del público. Motivos no le faltan. Para empezar, las interpretaciones de los niños –Ferrán Rull, Mireia Vilapuig (impresionante gestualidad), Alex Monner, Joan Sorribes y Marc Balaguer– son excelentes y muy naturales. Todos están bien, sin excepción. Aunque también lo están los adultos, sobre todo, Emma Suárez y Lluís Homar.
Contada en dos tiempos distintos –el actual y un verano de los años ochenta-, los flash-backs son el recurso que los une en la distancia para subrayar la importancia que tiene la infancia y la amistad para superar obstáculos cuando se es adulto. Con esto, hay que decir que la moraleja que deambula a lo largo de la película es la conservación del niño que llevamos dentro.
A la hora de recrear el verano ochenteno, Freixas demuestra ser un director muy detallista al rodear a los actores con los típicos objetos de la época. Se nota que ha puesto mucho de su parte y comparte con los espectadores sus recuerdos. Muchos de ellos harán sonreír a más de uno. Además, les acompaña una banda sonora narrativa acertada para describir las emociones de la pandilla.
Sin embargo, el guión resulta en muchas ocasiones inclinado a la lágrima fácil en las escenas que se desarrollan en tiempo actual y eso no le hace un gran favor al conjunto del metraje, sobre todo, estropea la encantadora historia de los niños porque es donde la moraleja se ve mejor reflejada.
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Ayer tuve la suerte de emocionarme -en familia- recordando mi mejor verano en un pueblo de costa encantador y escenario perfecto para albergar cientos de aventuras plagadas de imaginación y bondad.
Excelente película que evoca a la verdadera AMISTAD en las mejores vacaciones de verano de una pandilla de amigos.
Para cualquier ser humano -mínimamente racional y emocional- es casi imposible no desprender alguna que otra lágrima y carcajada.
Como se llama la canción que suena en la hora de la pelicula cuando LLuis Omar le dice al chico que se puede ir a jugar.