Título original: Unstoppable. |
SINOPSIS
Un ferrocarril sin gobierno apodado «la bestia» y cargado de material altamente tóxico e inflamable, avanza descontroladamente llevándose todo lo que se le pone por delante. Un veterano ingeniero y un joven conductor urdirán un ingenioso plan para intentar pararlo antes de que pueda llegar a descarrilarse en un área densamente poblada provocando un desastre nacional.
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CRÍTICAS
[Laura Llauradó, TAConline]
Un tren, con un cargamento de productos químicos y combustible, circula sin control por el condado de Pensylvania en dirección a una zona poblada. Denzel Washington y Chris Pine encarnan a dos trabajadores encargados del transporte ferroviario que intentan frenar el tren antes de que llegue a la ciudad de Stanton. El choque en esa ciudad podría causar la muerte de sus habitantes, por lo que los protagonistas intentarán evitarlo.
En esta ocasión, Tony Scott (Asalto al tren Pelham 123, Déjà vú) ha demostrado que con un argumento sencillo es capaz de meterse al espectador en el bolsillo. Scott utiliza como recurso a lo largo del film la cobertura de los medios de comunicación de la zona, y con esto consigue imprimir un ritmo ‘imparable’ en la cinta y le da frescura convirtiéndola en un producto visualmente atractivo.
Con la buena interpretación de Denzel Washington –con el que repite tras Asalto al tren Pelham 123 y Déjà vú– y Chris Pine, la trama de Imparable gana en todos los aspectos. Con ellos y los datos básicos de los personajes a los que interpretan, Scott consigue humanizar la película y nos ofrece un thriller cargado de tensión.
Por otro lado, cabe destacar también el montaje de la cinta, que juega con movimientos de cámara y planos estáticos que aportan intriga a la historia. Scott ha trasladado esta vez en pantalla una historia basada en hechos reales contada de manera sencilla pero muy buena.
[Jerónimo José Martín, COPE ]
Por la desidia de dos operarios, un inmenso tren de 29 vagones sin conductor ni frenos automáticos, y con diversas sustancias tóxicas, echa a rodar por Pensilvania. Al desafío de despejar la vía y los pasos de nivel, se añade la dificultad de parar el peligroso convoy, que parece ganar o perder velocidad con voluntad propia. Un veterano maquinista y un novato jefe de tren proponen entonces una operación temeraria empleando la vieja locomotora con la que trasladan 20 vagones de mercancías.
Como es habitual, el inglés Tony Scott (Spy Game, El fuego de la venganza, Asalto al tren Pelham 1 2 3) despliega una planificación extremada y un montaje angustioso, con los que sumerge al espectador en el caos que genera la surrealista situación de partida, inspirada en hechos reales acontecidos en Toledo, Ohio, en 2001. Y enriquece los fuegos de artificio —muy bien resueltos en todo momento— con varias reflexiones sencillas, pero lúcidas, sobre la amistad interracial, el valor del cariño conyugal, las raíces del heroísmo y la lógica deshumanizada del capitalismo sin alma. Todo ello, encarnado en un sólido reparto, liderado con vigor por Denzel Washington y Chris Pine.
Ni una sorpresa relevante depara este filme, al que sólo cabe reprochar la rutina de sus planteamientos, pero que, en todo caso, resulta muy entretenido y respeta la inteligencia y el buen gusto del espectador.
39 vagones
Tras coger el metro neoyorquino en Asalto al tren Pelham 123, Denzel Washington se sube ahora a un tren de largo recorrido en otro thriller con vagones y raíles que también tiene como ‘maquinista’ a Tony Scott. El dinámico cineasta británico ha dirigido al actor afroamericano no sólo en aquella cinta, sino también en Marea roja, El fuego de la venganza y Déjà vu, por lo que ésta es su quinta colaboración.
El argumento está inspirado en hechos reales. En la estación ferroviaria de una localidad de Pensilvania, un operario se sube a la máquina de un tren de 39 vagones que debe mover. El tipo es bastante incompetente y no se le ocurre otra cosa que apearse en marcha un momento para cambiar la aguja de las vías él mismo. Cuando quiere volver a subir, el tren se ha descontrolado y acelera peligrosamente. La controladora Connie Hooper descubre que parte de la carga es material tóxico e inflamable por lo que el tren puede producir un enorme desastre allá donde descarrile. Los únicos capaces de idear un plan para solucionar el problema serán un veterano maquinista y un novato que ejerce de jefe de un tren que se cruza con el convoy imparable.
Se entiende que Scott recurra a Washington constantemente, porque al actor le bastan un par de frases para dar humanidad a su personaje y meterse al público en el bolsillo. Su personaje de veterano ferroviario padre de dos hijas contrasta radicalmente con el joven novato encarnado por Chris Pine, que tras Star Trek confirma su talento y que no desentona frente a su prodigioso compañero de reparto, lo que no es poco. Realiza también un trabajo meritorio la actriz Rosario Dawson como una controladora de gran personalidad.
El argumento es mínimo, pero Scott se conoce al dedillo las reglas del thriller. El realizador filma con un ritmo ‘imparable’ e increíble espectacularidad, con su reconocible estilo a base de rápidas combinaciones de imaginativos planos y movimientos de cámara continuos. Esta vez acierta al ir explicando las partes más técnicas de la trama mediante imágenes de la televisión que cubre los acontecimientos.
La principal virtud de Scott es que tiene muy en cuenta que lo importante no son los fuegos de artificio, sino interesar al público por los personajes, para que las secuencias de suspense resulten más cercanas. No todos los directores tienen en cuenta esta regla tan sencilla, a juzgar por la gran cantidad de vistosos blockbusters sin alma que llegan a las carteleras. No trata de ofrecer ninguna reflexión, pero subyace una apología de la unidad familiar, y trata de pasada temas como el compañerismo, el sacrificio, el trabajo bien hecho y las consecuencias de la falta de escrúpulos en la gestión empresarial, que contribuyen a dotar de interés a Imparable para que no descarrile.
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