ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Jane Eyre |
SINOPSIS
Jane Eyre (Mia Wasikowska) huye de Thornfield House, donde trabaja como institutriz contratada por el acomodado Edward Rochester (Michael Fassbinder). La aislada e impresionante mansión, así como la frialdad del Sr. Rochester, ponen a prueba la resistencia y fortaleza de la joven, educada en un orfanato. Pero al reflexionar sobre su pasado y recuperar su curiosidad natural, Jane regresará a Thornfield House y al terrible secreto que esconde el Sr. Rochester.
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CRÍTICAS
[Ana María Pérez-Guerrero – Colaboradora de Cinemanet]
Nueva adaptación de la novela escrita por Charlotte Brontë en 1847. Una dramática historia de amor entre Jane Eyre, una joven institutriz que ha sufrido grandes penalidades a lo largo de su corta vida, y Edward Rochester, un atormentado terrateniente que vive preso de un pasado que amenaza la felicidad de la pareja. Este clásico de la literatura cuenta con otras versiones para la pantalla, entre las que destacan las dirigidas por Robert Stevenson (1944), Delbert Man (1970) y Franco Zeffirelli (1996).
Cary Fukunaga dirige con sobresaliente el filme que aquí nos ocupa. El cineasta de origen estadounidense, ya había demostrado su buen hacer ante las cámaras con Sin nombre (2009), una cinta en la que trata asuntos relacionados con la inmigración y las pandillas juveniles, con la que ganó el premio al mejor director en el Festival de Sundance, el mismo año del estreno de dicho largometraje.
La versión de Jane Eyre que nos ofrece Fukunaga destaca por los rasgos originales que ostenta respecto a sus predecesoras. Uno de ellos es el interés del director en plasmar visualmente la vida emocional de la protagonista. De ahí que la cinta dedique tiempo a los paseos de Jane en los que medita, huye o recuerda. Asimismo, no se detiene en largos diálogos, y no incide tanto en el misterio de Thornfield Hall, la inquietante y lúgubre residencia de Edward Rochester, o en el pasaje de la dura vida de Jane en la escuela de Lowood, como hasta ahora han hecho las versiones anteriores. Por otra parte, el director aprovecha cada localización para acompañar las intensas emociones que bullen en el interior de los personajes. Los silencios y la ambientación pueden hacer que el espectador más acostumbrado a la acción resienta el ritmo pausado y la oscuridad de los escenarios de la película. No obstante, podrá reconocer la belleza de las imágenes.
Por otra parte, la adaptación que hace la guionista Moira Buffini (Tamara Drewe, 2010) sobresale por su capacidad de síntesis y porque decide empezar la narración cuando Jane huye de Thornfield Halls, por lo que recurre a distintos flashbacks para explicar al espectador los motivos que llevan a la joven a ese punto del relato. Los espectadores que hayan leído el libro o visto otras versiones de Jane Eyre repararán en el modo en que se desdibujan algunos personajes de importancia en la novela como Grace Poole. Sin embargo, estas decisiones dramáticas contribuyen a que el filme se centre en los sentimientos de Jane sin afectar la integridad del personaje: su reciedumbre y la firmeza de sus convicciones, así como una postura honrada, generosa y positiva, en la que el perdón cumple un papel principal.
[decine21]
La huérfana
Una noche de tormenta en los páramos ingleses, una joven angustiada y sufriente corre desesperada en busca de refugio. La acoge John Rivers, devoto clérigo, que vive con sus hermanas. Y mientras Jane Eyre se repone, recuerda… Recuerda una vida de penalidades, su orfandad, los malos tratos de una cruel tía cuando era niña, la vida en un hospicio, y su llegada a una misteriosa casa para ser institutriz de la ahijada del taciturno pero fascinante Edward Rochester, cuyo agrio carácter tiene su causa en secretos no desvelados… Algo que le une a Jane, aunque ella ha sabido encajar mejor las piezas con aristas de su desdichada existencia.
Modélica adaptación de la novela de Charlotte Brontë. Cary Fukunaga supera con matrícula de honor el desafío de trasladar a la pantalla una obra literaria clásica y muy querida, que ya contaba con buenas versiones, como la que une a Joan Fontaine y Orson Welles –Jane Eyre (Alma rebelde)-, o las dirigidas por Delbert Mann y Franco Zeffirelli. Verdaderamente hay una magnífica conjunción entre el libreto urdido por Moira Buffini -guionista también de Tamara Drewe– y la brillante dirección de Fukunaga, que cambia completamente de registro tras abordar la inmigración con gran realismo y maestría en Sin nombre. Pues el guión tiene perfectamente situados los saltos temporales, y se ha hecho además una impecable labor de condensación, abreviando pasajes como los del orfanato, sin quitar por ello a la cosa ni un ápice de dramatismo. De modo que cobran gran intensidad algunas conversaciones, intercambios dialécticos maravillosos sobre cómo enfocar la propia vida en medio de la contrariedad, de Jane (Mia Wasikowska) con su tía (Sally Fields), el ama de llaves (Judi Dench), el «rescatador» Rivers (Jamie Bell), y, por supuesto, el atormentado Edward (Michael Fassbender). Qué fantástico reparto.
De lo dicho hasta podría deducirse, erróneamente, que estamos ante un film muy literario, con farragosas parrafadas. Nada más alejado de la realidad. Pues al logro de un guión de hierro, se suma el de una narración muy cinematográfica, en que se crea una adecuada atmósfera ya desde los comienzos, esa cámara agitada que refleja el estado anímico de Eyre, acompañada de unas voces deformadas y apenas audibles con las que el espectador es invitado a compartir su turbación. La paleta de colores apagados, la neblina, el caballo asustado, las habitaciones apenas iluminadas, todo contribuye al aire gótico y misterioso de una cinta redonda, donde a cada personaje se le sabe dar un peso, ya sea para destacarlo o para desdibujarlo, véase el caso de la novia oficial de de Edward. Quizá estamos ante la adaptación definitiva de la obra más conocida de la mayor de las hermanas Brontë.
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