Esta revisión libre de un clásico homónimo de los años 40 ha sido calificada de naïf e ingenua por algunos críticos, pero incluso con sus notorias arritmias narrativas, el idealismo y el tono de fábula son su mayor virtud. A este cóctel de géneros positivo y optimista le falta más hondura dramática para resultar redonda. Aun así es, posiblemente, el mejor trabajo del protagonista en su faceta de director. Las buenas sensaciones que transmite, más propias de otras épocas del cine que de la presente, la hacen idónea para un público muy amplio.
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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: The secret life of Walter Mitty. |
SINOPSIS
Walter Mitty es el editor fotográfico de una revista que, con regularidad, se toma unas vacaciones mentales y se evade de su aburrida existencia desapareciendo en un mundo de fantasías iluminado por un gallardo heroísmo, amores apasionados y constantes triunfos sobre el peligro. Pero cuando Mitty y su compañera de trabajo, a la que adora en secreto, se ven en auténtico peligro de perder sus empleos, Walter debe hacer lo inimaginable: pasar a la acción embarcándose en un viaje alrededor del mundo.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
En 1947, el artesano Norman Z. McLeod (“Pistoleros de agua dulce”, “Plumas de caballo”, “Si yo tuviera un millón”, “Alicia en el País de las Maravillas”, “El asombro de Brooklyn”, “Camino de Río”, “Rostro pálido”) dirigió “La vida secreta de Walter Mitty”, adaptación del relato de James Thurber, protagonizada por Danny Kaye y Virginia Mayo. Después de que un proyecto de remake pasara por numerosas manos, ahora el cómico neoyorquino Ben Stiller (“Bocados de realidad”, “Un loco a domicilio”, “Zoolander”, “Tropic Thunder”) da un giro a su filmografía como actor y director, y produce, dirige y protagoniza una actualización muy libre de esa tragicomedia optimista e imaginativa, con resultados notables.
Ya en la cuarentena, Walter Mitty (Ben Stiller) lleva dieciséis años trabajando eficazmente en la sección de negativos de la sede central de la revista Life, en Nueva York. Aunque es buena gente, padece graves problemas para relacionarse, por su carácter gris y apocado, y porque sufre a menudo singulares fugas mentales, durante las que se imagina a sí mismo como un héroe, protagonizando las hazañas más alucinantes. Esto le dificulta manifestar con normalidad sus sentimientos a la atractiva Cheryl Melhoff (Kristen Wiig), que trabaja en el Departamento de Contabilidad. En ésas, el nuevo y agresivo director de la revista, Ted Hendricks (Adam Scott), anuncia a toda la plantilla que el próximo número será el último en papel, pues la revista Life pasa a ser exclusivamente on line, con la consiguiente reducción de personal. Y, para la última portada impresa, exige a Mitty una fotografía concreta —el negativo 25—, que el legendario reportero Sean O’Connell (Sean Penn) ha seleccionado personalmente. Pero la foto no aparece por ningún sitio. Así que Mitty hace suyo el aguerrido lema de la revista Life, se lanza por fin a la aventura, y busca al incomunicado y solitario O’Connell a contrarreloj y por medio mundo: Groenlandia, Islandia, Afganistán, Nepal…
Algunos críticos han reprochado la irregularidad narrativa del guión de Steve Conrad (“En busca de la felicidad”) y su tono demasiado naïf e ingenuo, defectos que explicarían —según ellos— la ausencia de la película en los principales premios de la crítica, en las nominaciones a los Globos de Oro y, previsiblemente, en la carrera hacia los Oscar. Sus arritmias son evidentes, sobre todo en la segunda mitad del filme, en la que se alargan en exceso diversas situaciones poco sustanciales. Sin embargo, muchos consideramos el tono amable e idealista de esta fábula moral como una de sus principales virtudes, sobre todo en lo que tiene de exaltación a lo Frank Capra del amor caballeroso, el trabajo bien hecho y el compromiso solidario frente a la deshumanizadora tiranía materialista del dinero y el poder. Es precisamente ese enfoque del ser humano —a la vez realista y luminoso— lo que hace entrañables a los personajes —todos ellos, interpretados con frescura y convicción, y sin excesos histriónicos—, y lo que eleva muchísimo la intensidad emocional de su lúcido homenaje al viejo periodismo de raza —sin las facilidades de Internet ni las mentiras del Photoshop—, especialmente en el espléndido desenlace.
Por lo demás, la música de Theodore Shapiro, la fotografía de Stuart Dryburgh, el montaje de Greg Hayden, el diseño de producción de Jeff Mann y el vestuario de Sara Edwards están cuidados al detalle, resultan muy sugerentes en sí y refuerzan la ágil y vistosa puesta en escena de Ben Stiller, mucho más cercana —por fuera y por dentro— a la de Robert Zemeckis en “Forrest Gump” que a las anteriores películas del cómico como director. Además, Stiller mantiene el tipo en las espectaculares secuencias de acción, en los surrealistas contrapuntos oníricos y en los pasajes más dramáticos, y se luce en unos cuantos golpes de humor muy divertidos. Queda así un cóctel de géneros con un grato regusto clásico, y que puede gustar a un público muy amplio. Veremos si es así.
[Ramón Ramos – Colaborador de CinemaNet]
Cuando los sueños se hacen realidad
Ben Stiller vuelve a hacer doblete detrás y delante de las cámaras en un remake de 1947 titulado “La vida secreta de Walter Mitty” (“The secret life of Walter Mitty”). El sujeto que da título a la película es un soñador que lleva una vida gris pero se ve a sí mismo como un gran aventurero, hasta que un día tiene la ocasión de dar el paso para vivir una aventura de verdad.
Posiblemente esta sea la mejor película de Ben Stiller como director. Comenzó en los 90 con “Bocados de realidad”, que pretendía ser un retrato social de la llamada generación X, pero cuyo resultado final fue algo irregular, sin alcanzar las pretensiones iniciales. Luego se decantó por algo más delirante con “Un loco a domicilio”, con Jim Carrey de protagonista en la época en la que este cómico estaba en la cresta de la ola. De ahí pasó al desparrame total y el humor más grueso y absurdo con las cintas “Zoolander” y “Tropic Thunder”. Ahora se muestra más comedido y ha optado para Walter Mitty por un tono de comedia más elegante y sofisticada, con más sonrisas que carcajadas, con ecos del cine de Capra.
Stiller demuestra un hábil uso de la composición de la imagen sacando el máximo partido a la geometría de los paisajes tanto urbanos como naturales para crear imágenes estéticamente sugerentes y atractivas. Por otra parte también está a sus anchas en su faceta de actor como protagonista absoluto. Le acompañan en el reparto Kristen Wiig —la protagonista de “La boda de mi mejor amiga”—, la gran Shirley MacLaine, y la participación estelar de Sean Penn.
Lo único que le falta a la película para ser redonda es algo más de hondura dramática a los personajes en general para causar mayor emoción en aquellos momentos que realmente emocionan, pero lo hacen de una manera muy somera. Le falta ahí un punto de vibración, pero por lo demás el film es muy positivo, optimista, vitalista y además goza de unas localizaciones exteriores que son un regalo para la retina. Para quien en estas fechas quiera pasar una tarde en el cine y salir de la sala con sensación de buen rollo y una sonrisa en los labios, ésta es su película.
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Sin duda una buena película con muchos efectos especialesy donde Ben se luce con una brillante interpretación.