Cuarto y nuevo rostro para el quinto film del famoso agente de la CIA Jack Ryan, una trama sin especiales novedades, construida a partir de los elementos tópicos del género y en la que el novelesco personaje debe salvar el mundo una vez más. Cine meramente comercial donde el entretenimiento es el único fin, con buenas escenas de acción y una comparsa de intérpretes más interesantes que el protagonista.
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ESTRENO Título original: Jack Ryan: Shadow recruit. |
SINOPSIS
Jack Ryan es un analista financiero que vive en Moscú y que descubre un sofisticado pero salvaje acto terrorista basado en las finanzas que podría hacer caer a los Estados Unidos.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Tras realizar un acto heroico en Afganistán, el joven teniente Jack Ryan (Chris Pine) se casa con Cathy (Keira Knightley), la fisioterapeuta que le ayudó a recuperarse de sus graves lesiones. Al poco, el capitán de la Marina William Harper (Kevin Costner) recluta a Ryan como analista financiero de la CIA. Comienza así a trabajar en una importante firma de Wall Street, donde pronto descubre extraños movimientos en las cuentas del turbio empresario ruso Viktor Cherevin (Kenneth Branagh), que podría estar organizando un atentado terrorista en Estados Unidos. Ya en Moscú, Ryan se verá obligado a convertirse en agente de campo y a refrescar su anquilosada formación militar.
Resulta entretenido este reinicio de las aventuras fílmicas del popular personaje literario Jack Ryan, creado en 1984 por el novelista estadounidense Tom Clancy (1947-2013), y al que ya interpretaron en la gran pantalla Alec Baldwin (“La caza del Octubre Rojo”), Harrison Ford (“Juego de patriotas”, “Peligro inminente”) y Ben Affleck (“Pánico nuclear”). El joven Chris Pine lo encarna correctamente, pero sin el carisma de sus predecesores ni la solidez de Kevin Costner o Keira Knightley, que sacan más partido dramático a sus personajes secundarios. También cumple el norirlandés Kenneth Branagh (“Enrique V”, “Hamlet”, “Thor”) tras la cámara y delante de ella, en la piel de un malvado bastante convencional, al que intenta sin éxito sacarle brillos shakesperianos. En cualquier caso, ni el guión a ocho manos aporta nada nuevo al género, ni las abundantes e inverosímiles secuencias de acción resultan memorables. Con lo que queda un pasable producto comercial para entretenerse sin sobresaltos pues, afortunadamente, su tratamiento de la violencia y el sexo es respetuoso con el espectador.
[María del Pilar Madrigal y Alós – Colaboradora de CinemaNet]
Desde que el escritor norteamericano Tom Clancy creó el personaje de Jack Ryan con su primera novela “The Hunt for Red October” este analista de la CIA que pasaba a la acción casi a su pesar se ha convertido en uno de nuestros preferidos en argumentos trepidantes a través de los cuales le veíamos salvar al mundo frente a distintas amenazas mientras tenía una vida familiar y un trabajo que escalaba posiciones en el mundo de la política de EE.UU. Con esta versión recuperamos a Ryan como protagonista pero rejuvenecido. Un acierto total escoger a Chris Pine para el reencuentro, sabe hacerse con la cámara y resulta atractivo y simpático a partes iguales, un extra para gustar al público.
En la historia no hay grandes novedades, los elementos suelen ser otros ya vistos con anterioridad: malvado peligroso camuflado como hombre de poder (el oligarca ruso interpretado por Kenneth Branagh); héroe inteligente que descubre un peligro muy grave para la economía de EE.UU. y el mundo en general (Chris Pine); novia como secundaria de lujo que adorna la acción trepidante junto a un Jack preocupado y casi magullado (una Keira Knightley recuperada para la pantalla, hacía tiempo que no la veíamos, desde que se retiró a una vida discreta para casarse con un rockero); la peculiaridad de que aparezca un negociador oficial (con la profesionalidad de un Kevin Costner que con los años espacia sus trabajo pero los escoge, un gusto siempre tras aquel lejano militar que se hacía amigo de los indios norteamericanos en “Bailando con lobos”, perfecta en versión cinematográfica y literaria, de las mejores adaptaciones que se han hecho sobre un material escrito que ya tenía calidad por sí mismo).
Y con todo esto el producto que vemos en pantalla es muy entretenido, dejan sin respiración las secuencias de acción. Parece un ripio poético… pero es así. Aunque haya momentos un tanto descabellados la factura de la filmación es muy buena. Una de las sorpresas es que el clásico Kenneth Branagh abandone a Shakespeare por un tiempo y se atreva con este querido personaje realizando un gran trabajo de dirección, y en un género que no había tocado hasta ahora. Demuestra que la Paramount apostó por él y ganó, lo van a notar cuando lleguen los momentos de las acrobacias y las luchas, resueltas con vistosidad.
El hilo argumental es un poco complejo, y eso que estamos acostumbrados a estos temas incluso en la realidad (salimos de una crisis económica impresionante, lo peor ha pasado pero hemos tenido durante años a diario datos muy cinematográficos a pesar de que eran auténticos, a no tardar mucho podremos hacerlos florecer y convertirlos en proyectos nuevos). En resumen, se descubre un gran riesgo, afecta no sólo al propio EE.UU. sino también al resto del mundo, hay que desactivar ese “peligro inminente” —disculpen, se me deslizan títulos anteriores en los que Jack Ryan trabajó por el bien del mundo— y él está ahí para hacerlo. Que en su doble vida además realice un trabajo en Wall Street como ejecutivo sirve para darle más encanto al conjunto. Acción + belleza + heroísmo = Jack Ryan, uno nuevo y joven, muy atractivo.
¿Qué recomendarles? Que si les gusta el género y quieren pasarlo bien la vean, que compren palomitas y se lleven a su pareja. Algunos momentos harán que el corazón les salte dentro de la caja torácica… pero salvar al mundo tiene sus riesgos y se pasa muy bien cuando se consigue el éxito final. Que la disfruten, reencontrarse con un personaje querido tiene sus ventajas.
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