La odisea de un hombre tras su naufragio en aguas del océano Índico es la base de esta historia sobre la superación y el ensalzamiento del valor del ser humano y su capacidad de sobreponerse a las mayores dificultades. Pocos medios suplidos por un único personaje y mucho talento para una película insólita, emocionante y dificultosa que no decae en ningún momento y cuyo mensaje puede aplicarse a otras situaciones de la vida, doquiera que se produzcan. Puro espectáculo.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: All is lost. |
SINOPSIS
Durante un viaje en solitario por el Océano Índico, un hombre se despierta y descubre que hay una vía de agua en su velero de 12 metros de eslora tras chocar con un contenedor abandonado en alta mar. Con el equipo de navegación averiado y sin radio, el hombre no sabe que se dirige hacia una terrible tormenta. A pesar de conseguir tapar el boquete, su intuición de viejo marinero y una fuerza inusitada para su edad, casi no sobrevive al encuentro con la tempestad. Únicamente con un sextante y unas cartas náuticas para saber dónde se encuentra, sólo le queda esperar que las corrientes le lleven a un pasillo marítimo desde donde podrá hacer señales a otra nave. Pero el sol es implacable, los tiburones merodean y sus víveres bajan de forma alarmante.
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CRÍTICAS
[Enrique Almaraz, Colaborador de CinemaNet]
Cuando la reiteración de temas y formatos suele ser la tónica habitual, resulta reconfortante encontrarse con una película distinta, dificultosa y en continuo crecimiento. Es el caso de “Cuando todo está perdido”, escrita y dirigida por J. C. Chandor, que cuenta la historia de un naufragio y los días sucesivos, una sufrida lucha por la supervivencia en solitario, a la deriva en las aguas del océano Índico.
Contada con la sola presencia de un actor (Robert Redford) y sus vicisitudes, la película supera con nota la temida sombra del aburrimiento atribuible a un argumento de tan pocos medios y exprime todas sus posibilidades, gracias a la suma y combinación de técnica y rudimentos, maña y fuerza, ingenio y energías, personificadas en un protagonista capaz de llevar todo el peso de la acción con maravillosa veracidad. Nadie como Redford para representar a un héroe solitario, lacónico —aquí no le queda más remedio, pero se le intuye tal característica también en tierra—, todo un superviviente que ejerce como tal, prácticamente en cualquiera de sus trabajos. Un personaje sin nombre, por cierto, pues en esencia se trata de un hombre contra la inmensidad del océano. Simboliza la lucha contra las grandes adversidades, David contra Goliat, siendo el último líquido, azul e indomable. El hombre llevado al límite, con las únicas armas disponibles e indoblegable ante el desaliento. De este modo ensalza la capacidad y el valor del ser humano para superar las adversidades, un mensaje aplicable a otras situaciones de la vida doquiera que sucedan.
La película se sustenta en un ramillete de elementos escasos en número pero con la dificultad añadida de tal limitación. Poca y tenue música —funciona como un apoyo silencioso para la acción— y menos palabras aún: solamente la presencia de Robert Redford y la fuerza de las imágenes, retratadas con una impactante y hermosa fotografía de la naturaleza, sin adornos ni alardes rebuscados de grandeza o peligro: pura eficacia técnica y expositiva. Además, la propia aventura tiene un segundo ejercicio que fomenta la imaginación, también a partir de las primeras palabras que se escuchan de su voz en una carta anticipada al principio de la película. ¿Cuál fue la historia de este anónimo? ¿La gesta del Índico lo redime? ¿Cómo seguirá su vida después? Todas estas preguntas prolongan la película más allá de sus 106 minutos, pero no pretenden en absoluto cubrir carencia alguna, sencillamente, porque en lo que cuenta no la hay.
“Cuando todo está perdido” consigue mantener el interés únicamente con una historia más propia de documentales o de esos programas de aventuras tan abundantes en la actualidad que de una película en los términos acostumbrados. Ésa es también la grandeza del cine.
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