Divertido y emotivo documental que desvela cuánto hay de máscara y cuánto de persona en el presentador y cómico Andreu Buenafuente. Además, exalta el valor terapéutico de la comedia, sobre todo en tiempo de crisis como el actual. Resulta molesto su tono malhablado y a veces irreverente, así como ciertas ironías demasiado partidistas y parciales, pero en su conjunto es valioso por las reflexiones sobre diversos temas entre los que el humor es uno de los destacados.
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ESTRENO Película: El culo del mundo. |
SINOPSIS
Tres meses después de la cancelación de su programa, Andreu Buenafuente recibe un buen día el correo electrónico de un espectador que lo cambiará todo… Dicho correo hace que Andreu se plantee por qué se dedica a la comedia, por qué nunca se ha planteado abandonar esta profesión después de 30 años y lo más importante, qué tiene provocar la risa que te atrapa y hace que no puedas dejar de hacerlo. Todo esto será el punto de partida de un viaje que llevará a Andreu hasta el más profundo corazón de la comedia.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Dirigido y protagonizado por el humorista y presentador catalán Andreu Buenafuente, este abigarrado documental surgió tres meses después de la cancelación por baja audiencia de “Buenas noches y Buenafuente”, uno de sus últimos programas televisivos. Toma su título de un correo electrónico que recibió de un admirador argentino, Julián Traba, residente en San Nicolás de los Arroyos, una perdida localidad argentina que él mismo situaba “en el culo del mundo”. Buenafuente viaja hasta allá e inicia con Traba una indagación personalísima sobre el arte de la comedia, en la que repasa sus treinta años de trayectoria profesional —desde sus inicios radiofónicos—, y se entrevista con sus principales colaboradores en el productora El Terrat y con numerosos cómicos y periodistas famosos: el argentino Carlos Peiso, el italiano Leo Bassi, los españoles Carles Francino, Berto Romero, Jordi Évole, Santiago Segura, Carlos Sas, Carlos Areces, El Gran Wyoming, Gomaespuma… Y, al hilo de estos encuentros, intercala la meticulosa preparación en El Terrat de un nuevo programa que devuelva a Buenafuente a su hábitat natural: el plató televisivo.
Divertido y emotivo, este documental tiene interés porque desvela —según la lúcida expresión de Berto Romero— “qué hay de máscara y qué de persona” en Buenafuente y, en general, en los cómicos, y porque exalta el valor terapéutico de la comedia, sobre todo en tiempo de crisis, como el actual. “Vale la pena sufrir por conseguir una sonrisa”, señala el propio humorista al inicio del filme. En cuanto al Buenafuente íntimo, destacan las declaraciones de su esposa, sobre todo respecto al importante cambio que ha supuesto en sus vidas el nacimiento de su hija. Y respecto a la risoterapia, son especialmente sabrosos el fallido e hilarante intento de filmar una escena dramática con la cineasta catalana Isabel Coixet y el emotivo encuentro con la actriz Concha Velasco, que desvela uno de los momentos más dramáticos de su vida con apabullante sinceridad.
Resulta molesto el tono malhablado y a veces irreverente del documental, así como ciertas ironías demasiado partidistas y parciales. Pero el conjunto es valioso, sobre todo por sus reflexiones sobre los secretos y tesoros de “El País de la Risa” —del que todos somos ciudadanos—, sobre la necesidad de trabajar duro para alegrar la vida a la gente —“El éxito es trabajar”, afirma Buenafuente—, sobre la conveniencia de aprender a ganar y a perder, sobre el valor inmenso de conciliar el trabajo con la familia, y sobre la gozada que supone ser siempre un poco niño para poder reírse de uno mismo, quizás la mejor terapia contra muchos de los males de nuestro tiempo.
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