Mucho ha llovido desde la última vez que vimos a Luke Skywalker, Han Solo y compañía en pantalla, pero ahora J.J. Abrams continúa con la historia unas décadas después de donde la dejó George Lucas, y lo hace desde una fidelidad absoluta a la tradición de la saga galáctica más famosa.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Star Wars Episode VII: The Force Awakens |
SINOPSIS
30 años después de la destrucción de la segunda Estrella de la Muerte, la Fuerza y los Jedis ya son solo leyendas. Luke Skywalker está oculto mientras tanto la Resistencia como la Primera Orden le buscan sin descanso. Ajena a todo esto, en el planeta desértico de Jakku, una huérfana solitaria llamada Rey subsiste recogiendo chatarra de naves espaciales caídas.
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de Cinemanet.]
Podemos respirar tranquilos: “El despertar de la Fuerza” es buena. Después de meses de especulación, de teorías más o menos locas y de suposiciones, la criatura que ha parido J.J. Abrams es tal y como nos habían prometido: una vuelta al espíritu original de la saga, una fusión de lo nuevo y lo viejo y un retorno nostálgico a las raíces del fenómeno. De hecho, tal vez lo de “retorno” es demasiado literal.
Hay bastante consenso en lo que la gran mayoría de fans piensan sobre las precuelas (y si no lo sabes, una pista: lo mejor que se dice de ellas es que son malas). Teniendo en cuenta el contexto, es normal que Abrams buscase alejarse lo máximo posible de unos episodios I, II y III caídos en desgracia. El problema principal que afronta “El despertar de la Fuerza” es la obsesión por no repetir los errores de esa trilogía: el querer acercarse a “Una nueva esperanza” ha llevado al director a, básicamente, rodar otra vez “Una nueva esperanza”.
En esencia, el argumento del episodio VII es sospechosamente parecido a la historia que ya contó George Lucas en 1977. A saber: tenemos un planeta desértico habitado por carroñeros en el que se encuentra una joven huérfana que ignora su pasado y su futuro, una base enemiga con la capacidad de destruir planetas enteros, un droide con información fundamental para los rebeldes que da el pistoletazo de salida a la trama… No seguimos en profundidad para no caer en spoilers, pero la idea queda clara.
Dicho esto y señalado el principal escollo de la película, al César lo que es del César: “El despertar de la Fuerza” condensa perfectamente el espíritu de la saga, siendo tal vez la más “starwars” de todas. Es refrescante ver cómo se cumplen muchas de las promesas que el director hizo durante los eternos meses antes del estreno. Desde el uso de marionetas y maquillaje en alienígenas y criaturas en lugar de CGI hasta la magnífica banda sonora de John Williams, pasando por el diseño de los nuevos planetas y secundarios como Maz Kanata… todo rezuma cariño por un mundo que aparece vivo en pantalla.
Esto queda acentuado por el respetuoso tratamiento que se da a los personajes veteranos que vuelven a la carga principalmente como un nexo de unión entre la trilogía original y la nueva de Disney. Es cierto que el núcleo de la película no es ni Harrison Ford, ni Carrie Fisher ni Mark Hamill –hablaremos de eso en un momento-, pero todos es difícil superar el poder icónico de Han Solo y Chebwacca sentándose a los mandos de su antiguo montón de chatarra, ese Halcón Milenario que incluso dentro de la película ya se ha convertido en leyenda. Un mito dentro de un mito, lo que casa a la perfección con esos 30 años que nos dicen que han pasado entre “El retorno del Jedi” y esta.
Así, la cinta pone mimo en traer de vuelta el “Star Wars” con el que creció la generación de niños de los 70, pero a la vez lo actualiza: las secuencias de persecuciones y batallas de naves son sencillamente espectaculares, rodadas con ritmo y provocando que más de uno quiera gritar de euforia como los pilotos al derribar un TIE Fighter enemigo. En el blockbuster que ha armado Abrams también hay sitio para el humor, incluso autoconsciente: la película se sabe heredera de una tradición y no duda en jugar con ella para atrapar al fan, en bromas donde no faltan las referencias a diálogos clásicos.
Pero no son estos guiños para seguidores lo al final acaba consiguiendo que “El despertar de la Fuerza” tenga ese gusto tan característico a “Star Wars”: lo es el tono, la melancolía por un mundo mejor que ya no existe pero que se niega a morir. Puede que repita el mismo cuento que Lucas (al fin y al cabo eso es “Star Wars”, un cuento en el que se repite de nuevo la eterna lucha entre el Bien y el Mal), pero Abrams sí que entiende que el corazón de la saga galáctica está en esa mirada entre triste y esperanzada a la vez, en entender que mientras quede un Jedi vivo el equilibrio en la Fuerza se puede restaurar, por muchos Imperios o Primeras Órdenes que se crucen en el camino.
Esta apelación a la esperanza es lo que en última instancia daba tanta fuerza al viaje de Luke Skywalker, y es el espíritu que toma nuevo cuerpo en los auténticos protagonistas del episodio VII y la nueva trilogía: sobre todo la chatarrera Rey (auténtico músculo del film y un acierto de Abrams), pero también el stormtrooper Finn y el experto piloto de X-Wings Poe Dameron. Todos ellos están interpretados con gusto y sus historias personales son lo que aporta entidad propia a “El despertar de la Fuerza”, en definitiva. Acabamos con esto: el episodio VII no busca innovar sino asentar los cimientos de lo que está por venir y gracias al trabajo con sus protagonistas logra cuadrar el círculo y situarse firmemente en la fina línea en la que tiene que estar.
Que la Fuerza os acompañe.
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