Michael Bay, más conocido por su mastodóntica saga Transformers y sus múltiples planteamientos de destrucción catastrófica (Armageddon, Pearl Harbor, La Roca), regresa con una nueva amenaza para la seguridad nacional retomando una de esas historias reales que pusieron en jaque a la defensa norteamericana a través de la adaptación de una novela escrita gracias al testimonio de uno de sus protagonistas.
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Título Original: 13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi |
SINOPSIS
Otro 11 de Septiembre, Estados Unidos tembló de nuevo golpeado por una amenaza externa pero ésta última no sucedió en suelo norteamericano sino en libanés, en la ciudad de Bengasi en el año 2012 a las 9.40pm. El consulado de la ciudad sufrió un ataque terrorista protagonizado por Ansar al-Sharía -con la vinculación y consentimiento del lider de Al Qaeda en el Magreb, Mokhtar Belmokhtar– que conllevó la muerte de un diplomático norteamericano, un operador técnico y dos Navy Seals. Como respuesta inmediata- la única a disposición en esos momentos- intervino un comando de soldados norteamericanos que decidió rechazar la orden de permanecer en la defensa de las instalaciones de la CIA para acudir al rescate de los 36 ciudadanos del complejo que se encontraba bajo asedio.
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CRÍTICAS
[María Ángeles Almacellas. Colaboradora de Cinemanet]
La película recrea con vigor la historia de los seis miembros de un equipo de seguridad que lucharon para proteger a los suyos en aquel lugar, durante esas 13 horas de auténtica pesadilla. Es un relato trepidante, hiperrealista, enormemente violento, que sin duda gustará a los amantes del género, pero que para otros puede resultar excesivamente brutal. El guion es muy bueno y consigue involucrar totalmente al espectador en la trama, a pesar de que en algún momento, en el fragor del combate, le cueste incluso identificar a los personajes, envueltos en el ruido y el humo de las explosiones y las balas.
Ese mismo desconcierto experimentan los americanos, que a menudo no saben si quienes se aproximan a ellos son amigos que van a ayudarles o enemigos dispuesto a destruirlos. Pero esta misma sensación de caos en el que ese puñado de hombres se está jugando la vida cumpliendo con su deber produce un agudo desasosiego y logra mantener la tensión sin apenas un respiro.
Sin embargo Michael Bay no sólo nos describe una acción heroica con un ritmo desenfrenado, sino que también nos deja ver el fondo humano de los protagonistas, su capacidad de ternura con sus familias y sus deseos de regresar definitivamente a casa. E incluso nos muestra su desconcierto por estar jugándose la vida en un país que no aman, involucrados en un conflicto interno que no entienden ni les importa. Pero son leales a su misión de defender a sus compatriotas.
Así, aun en medio de una furia de odio y sangre, el ser humano es capaz de vivir y morir por fidelidad a sus compatriotas y a su bandera, con el corazón rebosante de amor por los suyos, abierto a la Trascendencia. La película da que pensar sobre la posibilidad del ser humano por conservar su integridad aun en las circunstancias más terribles, es decir, por mantener una adhesión incondicional a los grandes valores en condiciones extremas. Una gran lección de vida, en una época en que cada día vemos como se relativizan los valores, engullidos por intereses egoístas y espurios.
Crítica cedida por la Fundación López Quintás
[Marta García Outon. Colaboradora de Cinemanet]
El director ha querido retratar otro de los hitos en la historia, fracaso también en la administración norteamericana, que le siguió al derrocamiento de un dictador con la inmediata ruptura del país. Sin duda, que se haya estrenado la cinta en estas fechas- cercanas a las elecciones en el continente norteamericano- no debe ser casual- como tampoco lo fue la película de El Francotirador, de Clint Eastwood-, pues ante la compleja situación actual en Oriente Medio y el norte de África, con los movimientos terroristas como la mayor amenaza para la seguridad nacional e internacional, el cine- o más bien algunos de sus directores- ha visto necesario el retratar momentos fundamentales en los que se respondió patrióticamente a situaciones límite; el lenguaje de esta producción exalta, por tanto, el valor y el sacrificio, el patriotismo y el servicio de las unidades de defensa de Estados Unidos, o al menos algunas de ellas.
Como protagonista tenemos a John Krasinski– un actor poco conocido en la gran pantalla, quizás famoso por su aparición en The Office– interpretando al soldado John Silva; le acompañan para completar el cuerpo de los militares que protagonizaron el rescate James Bagde Dale, Pablo Schreiber, David Denman, Dominic Fumusa y Max Martini, todos ellos rostros poco vistos en pantalla y algunos de los cuales no te esperabas encontrar protagonizando una película de drama bélico de semejantes dimensiones… aunque el grupo ha demostrado estar preparado para la exigencia física y mental de la trama.
A la narrativa realista -aunque algo explotada por los efectos especiales- el director añade como siempre, ese toque personal de color y textura que le da más personalidad y emoción a cada escena. Sin duda alguna, Michael Bay disfruta rodando en el caos y parece sentirse cómodo en un ambiente apocalíptico y así consigue que sus actores lo vivan y se sumerjan en él con real tensión. La imagen, como en todas sus películas, lo es todo -arrastra y sobrepasa la narrativa hasta que domina el ritmo y con eso consigue un espectáculo arrollador y apabullante, a veces exagerado, pero siempre comprometido con la realidad. La cinta no decepciona -si eres consciente de lo que te vas a encontrar ante una creación de Michael Bay-; sin duda, está entre sus últimos logros, pero tampoco llega a la altura de otra de sus producciones bélicas de éxito, Pearl Harbor.
La clara intención detrás de esta superproducción es la exaltación de los que defienden y se sacrifican por la seguridad de los demás -cuando incluso ellos son abandonados por su propio estado-, pero que al haber sido creada por Michael Bay, se ha reducido el melodrama -como era de esperar- en favor de la acción.
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