El retorno de los Monty Python a la gran pantalla toma la forma de un decepcionante cameo en una comedia desaprovechada y sin gracia que -a pesar de apuntar alguna reflexión interesante- ni siquiera un esforzado Simon Pegg logra salvar.
Título Original: Absolutely Anything |
SINOPSIS
Neil (Simon Pegg) es un desgraciado profesor de instituto inmerso en una vida deprimente sin más compañía que su perro Dennis y que vive soñando con ser un escritor de éxito y seducir a su guapa vecina Catherine (Kate Beckinsale). Cuando los cuatro miembros del Concilio Galáctico le escogen aleatoriamente como ejemplo para juzgar a la raza humana dándole poderes ilimitados -con objetivo de ver si sabe distinguir el bien del mal en tal conjetura-, su vida da un cambio radical: todo lo que desee está ahora a solo un movimiento de mano de distancia.
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CRÍTICAS
[Guillermo Altarriba. Colaborador de CinemaNet]
Las expectativas son peligrosas, y “Absolutamente todo” es un ejemplo perfecto. Sobre el papel, el concepto es prometedor: una reunión tardía de los cuatro Monty Python que aún viven, una comedia de ciencia ficción con Simon Pegg como protagonista y un punto de partida poco original pero interesante -básicamente es “Como Dios” con extraterrestres-. La última cinta de Terry Jones lo tiene todo a favor: entra de negro, con los títulos iniciales sus velas se hinchan, los vientos son favorables, la música inicial suena prometedora… y de repente todo se desinfla.
El espectador pronto se da cuenta de que el rey está desnudo, y la culpa la tiene principalmente un guion que no funciona como debería. En lugar de la engrasada inteligencia camuflada de estupidez de “La vida de Bryan” o “Los caballeros de la mesa cuadrada” -desde luego que “Absolutamente todo” no es parte del legado de los cómicos ingleses, pero el material promocional la vende así-, la película que nos ocupa exhibe un bobo afán por el humor descerebrado y, lo que es peor, sin gracia.
Pocas cosas hacen tanto ruido como el silencio que inunda una sala de cine en la pausa tras una broma desafortunada, y “Absolutamente todo” lo sufre a menudo -los gags que funcionan son tan ocasionales que sirven más para deslucir por contraste el resto del conjunto que para construir una entidad propia-. Los guionistas Terry Jones y Gavin Scott caen lamentablemente en el humor tontorrón y fácil, chistes de penes incluidos.
No es, sin embargo, el único problema de un guion que adolece de una preocupante falta de ritmo y de una desconexión argumental entre escenas, en el que las cosas ocurren más porque sí que por estar justificadas. Como ejemplos, la secuencia de las guerras y el hambre o la escena del puente entran con calzador, más como mecanismos argumentales que como continuación del flujo lógico de eventos.
Tres cuartos de lo mismo pasa con los personajes, que operan más como resortes de la trama que como seres humanos -o perrunos, o extraterrestres- con entidad propia. El único que tiene detrás algo de trabajo en su dibujo es el protagonista, pero ni siquiera el empeño de un esforzado Simon Pegg logra darle el empaque suficiente.
La co-protagonista Kate Beckinsale no recibe demasiada cancha para lucirse con un personaje que es básicamente un love interest, los villanos son insulsamente planos -tanto da que los hayan doblado Palin, Jones, Gilliam y Cleese– y, por descarte, encontramos que el trofeo a mejor personaje se lo lleva sorpresivamente Dennis, el perro charlatán doblado por el difunto Robin Williams.
Todo lo anterior es una lástima, porque -como apuntaba al inicio- la premisa del film es interesante y abierta al debate de barra de bar: ¿qué harías si tuvieras poder absoluto? La propia pregunta ya suscita de entrada respuestas interesantes, y lo cierto es que la película juguetea con lo trascendente con tímidez. Y es una pena que no decida mancharse más de barro en este sentido -comedia divertida y capaz de activar neuronas no es un oxímoron, ya lo demostró Edgar Wright en su trilogía del Cornetto con el mismo protagonista que la cinta que nos ocupa-.
La premisa básica que articula el discurso de los guionistas detrás de los chistes es que la libertad es conditio sine qua non para que el amor pueda ser verdadero, y esto solo ya sería suficiente para producir tres o cuatro reflexiones sólidas, pero hay más. “Absolutamente todo” también amaga con subvertir el concepto de moral -un giro de guion relacionado con los alienígenas lo intenta pero pasa muy por encima- y a ratos pone el foco en el conflicto entre egoísmo y altruismo, en que la libertad auténtica requiere mirar por el otro y apartar la vista del ombligo propio.
Por lo que respecta al aspecto técnico, la dirección es convencional y los efectos especiales se saben modestos -no es un blockbuster de la Marvel ni lo intenta-; poco que añadir en este sentido. En definitiva, una premisa inteligente y un puñado de reflexiones para el espectador que valen la pena que quedan soterradas en kilos de mediocridad, humor tonto y un cameo glorificado de los Monty Python que no aporta demasiado. ¿Absolutamente todo está desaprovechado? No, pero casi.
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