Meryl Streep, presidenta del jurado en la pasada edición de la Berlinale, definió «Fuego en el mar» como cine «urgente, imaginativo y necesario». No le falta razón a la actriz al definir lo nuevo de Gianfranco Rosi, un documental sobre la situación de los refugiados en Lampedusa que toca hueso.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Fuocoammare |
SINOPSIS
La isla de Lampedusa es el punto más meridional de Italia, que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. En poco más de 20 años, más de 20.000 personas se han ahogado durante la travesía para alcanzar lo que para muchos supone vía de entrada a Europa, y que les debería permitir escapar de la guerra y el hambre. Samuel vive en la isla, tiene 12 años, va a la escuela, le gusta tirar con la honda e ir de caza. Le gustan los juegos de tierra, pese a que todo a su alrededor habla del mar y de los hombres, mujeres y niños que intentan cruzarlo para llegar allí.
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CRÍTICAS
[Juan Orellana. Pantalla 90]
[María Molina. Pantalla 90]
Gianfranco Rosi (Sacro GRA) dirige este documental centrado en el drama de los refugiados que llegan a la isla siciliana de Lampedusa, toda una metáfora de los sueños, esperanzas y desgracias de miles de emigrantes.
El punto más meridional de Italia se ha convertido desde los años 90 en un importante punto de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas y oriente medio. En estos veinte años han muertos más de veinte mil personas, ahogadas en sus costas mientras trataban de alcanzar Europa, para así encontrar un refugio que los aleje de la guerra y el hambre. Samuel vive en la isla, tiene 12 años, va a la escuela, le gusta tirar con la honda e ir de caza. Le gustan los juegos de tierra, pese a que todo a su alrededor habla del mar y de los hombres, mujeres y niños que intentan cruzarlo para llegar allí.
Gianfranco Rosi escribe y dirige este documental, un relato cercano, dado que pasó varios meses viviendo en la isla mediterránea, grabando la historia, la cultura y la realidad cotidiana de un total de aproximadamente 6.000 personas que actualmente forman parte de la población local. Fuego en el mar sigue la estela de Taxi Teherán, un drama iraní protagonizado y dirigido por Jafar Panahi, y se adentra en el drama de aquellas personas que arriesgan sus vidas para llegar a esa soñada Europa. Se han cumplido las previsiones de la crítica, que destacaban este comprometido proyecto como uno de los trabajos más notables de una edición de la Berlinale llena de claroscuros en la que pocos títulos han conseguido destacar.
Un poema imaginativo e impactante de uno de los fenómenos que avergüenzan a Europa, abordado sin debate, sin confusiones semánticas entre ‘inmigrante’ y ‘refugiado’. Rosi se acerca al epicentro del drama migratorio desde la zozobra y la melancólica contemplación, para mostrar el drama como es. Se ha acercado al funcionamiento orgánico de una comunidad isleña y, sobre todo, ha conseguido trascender la tozuda frialdad de las cifras para comprender la constricción y perplejidad entre la cotidianidad de los lugareños y la tragedia de los recién llegados.
Las secuencias desgarradoras de las operaciones de rescate son un dramático e impactante documental de observación llena de humanidad en primera línea de la crisis de los refugiados. Logramos conocer a fondo cómo se distribuyen los míseros “pasajes” de las vulnerables embarcaciones cargadas de seres humanos. Los que han pagado 1500 dólares, o los de 1000 dólares…y así distribuyéndose en pisos, hasta sumar más de 250 personas.
Las voces de los guardias de costa “Vuestra posición, amigo”, las contestaciones llenas de miedo, angustia y desprotección. Cómo llegan a las costas italianas (como a tantas costas del mundo) encadenados, atados, hacinados, intoxicados con el humo del motor, golpeados y humillados. Así es la travesía de miles de personas hacia Europa en las bodegas de la muerte.
El relato es aún más sobrecogedor porque sabemos que hasta la fecha, y según los datos de ACNUR, han sido rescatados 303.049 personas y 3.521 han muerto. Aunque sólo se cuentan aquellos cuyo cuerpo aparece. Muchos mueren en el intento y son arrojados al agua. Otros cuerpos son amontonados en las barcas a la espera del rescate. Da igual si son hombres, mujeres o niños. Han sobrevivido al letal paso por el desierto, que hizo su criba sobre las dunas, y ya no se detienen ante el mar, aunque sea la primera vez que lo ven.
También sabemos que los traficantes esperan, con miles de personas en las playas, a que haya un día sin viento y con pocas olas. Cuando llega, aún de noche, embarcan a la vez a miles de inmigrantes y refugiados. Lo hacen a palos, armados con gomas de butano para arrearles como ganado. Al fondo, el resplandor de las grandes plataformas petrolíferas ilumina el horizonte. “Esas luces son Italia. Están a cinco horas de distancia. Dirigíos allí”. La mentira calma a los viajeros.
Escogen a uno de ellos que hable inglés, en cada uno de los barcos, y le dan un teléfono satélite con un número memorizado: el del centro de coordinación de salvamentos de Roma. “Espera cinco horas de viaje y luego llama. Di que os estáis hundiendo”. Ese, el que se presta a hacer la llamada, viajará gratis. Muchos morirán en el intento sin marcar ese número porque no superan las primeras grandes olas de alta mar. Luego sus cuerpos aparecen sobre la arena de las playas.
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