Sinopsis
La nave Covenant surca el espacio en un viaje de varios años con el objetivo de alcanzar un planeta habitable en el que establecer una colonia que permita perpetuar la especia humana. Tras encontrarse súbitamente despiertos antes de tiempo a causa de un imprevisto, la tripulación descubre un planeta cercano en el que no habían reparado antes y que reúne todas las condiciones para la vida. No obstante, como avisa la segundo de a bordo (Katherine Waterston), puede que resulte demasiado bueno para ser cierto...
Crítica
El monstruo se come al mito
¿Conoces la sensación que sobreviene cuando, tras creer estar asediado por un monstruo en tu estado de duermevela, enciendes la luz y el bicho resulta no ser sino una acumulación de ropa sucia? Pues esa mezcla de alivio y secreta decepción es lo que ocurre cuando sacas a la luz lo que era misterioso: cuando resulta –vaya bajón- que el monstruoso octavo pasajero es simplemente un arma biológica. Un virus de destrucción masiva fabricado en cadena.
Eso es lo que ocurre con Alien: Covenant, y, aunque no es una premisa necesariamente mala, en esta película acaba resultándolo. La criatura ideada por Ridley Scott y H.R. Giger resultaba tan terrorífica precisamente por el misterio que la envolvía. Además de su diseño –acertadamente fálico-, la angustia de estar encerrado en una nave espacial junto a un horror venido de lo más profundo del espacio construía la atmósfera por sí sola.
El problema con esta Alien: Covenant en este sentido es que el director, escarmentado por las malas críticas que recibió la –para mi gusto- más que aceptable Prometheus, ha decidido tirar por el camino opuesto. Si la controvertida precuela protagonizada por Noomi Rapace era en realidad una película de ciencia ficción existencialista en la que el pertenecer a la saga Alien parecía más bien un pegote, en este caso Scott se lanza de cabeza a la dulce tentación del fan service.
Para los que no sepáis de qué estoy hablando, el fan service consiste en insertar en una historia elementos sin sustancia pensados solamente para divertir o atraer al público conocedor de la trayectoria de la obra, sin que tengan necesariamente relevancia con el resto de la obra.
El intento de volver a los espacios cerrados -con Alien acechante incluido- es un ejemplo demasiado evidente como para pasarlo por alto, y la razón por la que no funciona es precisamente por lo descrito al inicio: en Alien la criatura resultaba una amenaza en cierto modo mistérica, mientras que aquí todos los espectadores sabemos ya –porque nos lo han explicado en la propia película- qué es ese bicho, su historia y su fisonomía.
Así, el terror se vuelve casi puro slapstick gore: el principal incentivo para continuar el visionado es ver cómo van a morir unos personajes que desde el principio se perfilan como ataúdes con patas. Como comentaba con mucho acierto un compañero crítico a la salida del pase de prensa, “¿hemos visto una comedia, no?”. Secuencias que se sumergen en el ridículo como la de la ducha –presente desde el tráiler- hablan por sí mismas.
En definitiva, Covenant se revela una secuela bastante innecesaria: un blockbuster bombástico construido en base a ideas ya vistas mil veces, previsible hasta decir basta y cuyo supuesto objetivo–para colmo- ya lo alcanzó Prometheus hace cinco años. Hablo de la triple meta de pavimentar el camino a la trama de El octavo pasajero, expandir el universo de la saga y reflexionar sobre la creación y el Sentido.
Este tercer elemento es de lo poco que resulta interesante. Aunque la ejecución de la misma sea facilona, machacona y sin demasiada gracia, lo cierto es que la reflexión acerca de la megalomanía que pueden esconder las ansias de crear vida puede dar pie a un debate interesante.
El personaje de David dice inspirarse –de forma explícita- en Ozymandias, pero recuerda más al personaje de Watchmen del mismo nombre que al protagonista del poema de Percy Bysse Shelley. Resultan secuencias con cierta carga reflexica aquel “contempla mi obra” que el androide pronuncia ante un campo de cadáveres calcinados o su idea de que ha creado un ser –dice- “orgánicamente perfecto” que no es sino una bestia depredadora.
Unos apuntes positivos que, sin embargo, no salvan el resultado final: una película concebida como espectáculo y facturada sin ambición. El conjunto de actores cumple –sin contar a Michael Fassbender, el resto poco más tienen que hacer que poner cara de susto y/o enfado en función de la situación- y la fotografía tiene secuencias visualmente poderosas, pero la película no remonta el vuelo en ningún momento.
Oh, y un apunte necesario de cara a los lectores: hay sangre, vísceras y muerte a punta pala, con lo que no es una buena opción para ir a ver con niños. Ni, de hecho, para ir a ver, a secas.
Ficha técnica
- Título Original: Alien: Covenant
- Dirección: Ridley Scott
- Guión: John Logan, Dante Harper (Historia: Jack Paglen, Michael Green)
- País: EEUU
- Año: 2017
- Duración: 123 min. min.
- Género: Ciencia ficción
- Interpretación: Katherine Waterston, Michael Fassbender, Demián Bichir, Danny McBride, Noomi Rapace, Billy Crudup, Carmen Ejogo
- Productora: Twentieth Century Fox Film Corporation / Scott Free Productions / Brandywine Productions
- Música: Jed Kurzel
- Fotografía: Dariusz Wolski
- Estreno en España: 12 de mayo de 2017