Bajo el sol

Pablo Gugel

Periodista y Comunicador Audiovisual. Mi pasión por el cine se ha ido alimentando con los años. Mi abuelo me inculcó una semilla cuando era niño, con las películas de Chaplin o los hermanos Marx, que desde entonces no ha parado de crecer. Entiendo el séptimo arte no sólo como un entretenimiento, sino también como un medio para remover conciencias.

La guerra siempre deja vencedores y vencidos, inocentes que sufren y vidas que cambian para siempre. El caso de la Guerra de los Balcanes no fue diferente. El conflicto, que duró desde 1991 hasta finales del siglo, aún perdura en la memoria de los habitantes de las regiones afectadas, que viven luchando por dejar atrás el odio de tiempos pasados.

Uno de ellos es el croata Dalibor Matanic, guionista y director de este filme. Bajo el sol es, en palabras de su propio director, “un homenaje al altruismo y al amor, lo mejor de la naturaleza humana, que aún lucha por resurgir en los Balcanes”.

La propuesta es original. Tres historias independientes, ambientadas en 1991, 2001 y 2011, que tienen el propósito de mostrar que es posible el “amor” y la fraternidad entre personas de pueblos enfrentados, en este caso Serbia y Croacia, protagonizadas por dos actores, siempre los mismos en todas ellas.

Ahora bien, excepto en la primera historia, que es la mejor de las tres y la que mejor refleja la dificultad de mantener una relación frente al odio creciente del entorno, el amor del que presume el director no es puro. En el segundo relato, es una cuestión puramente física, y en el tercero el protagonista tiene un carácter marcadamente egoísta ¿Es esto lo mejor de la naturaleza humana?

Además, el hecho de que todas las historias estén protagonizadas por los mismos actores, que interpretan un papel completamente independiente y diferente en cada una, no funciona en absoluto. En primer lugar, porque el conjunto final es muy confuso. Cuando te acostumbras a una situación de repente se acaba y empieza otra nueva en la que el mismo rostro de la anterior no tiene ni el mismo pasado ni se mueve por los mismos sentimientos ni moralidad. Esto llega a ser muy desconcertante y provoca que no te puedas sentir identificado por completo con los personajes.

En segundo lugar, porque basar toda una película en dos actores tiene un riesgo evidente y es que la actuación tiene que ser muy buena. Ni Tihana Lazovic, ni Goran Markovic resultan convincentes y atractivos, y no muestran las cualidades necesarias para sustentar por sí solos una película de 123 minutos.

Por tanto, el propósito inicial de Bajo el sol es encomiable, el resultado, por el contrario, es fallido. Es aburrido, falto de ritmo y, lo peor de todo, se aleja de las buenas intenciones comentadas por el propio creador. El amor y el altruismo se vislumbran en algunos destellos, pero no iluminan con fuerza la película.

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