Away (Temporada 1)

Gabriel Sales

Periodista y especialista en Comunicación y Branding digital. Cinéfilo y crítico de cine y series de televisión.

Es raro encontrar una serie tan seria en Netflix, una plataforma dada al lanzamiento masivo de productos de corte más infantil e incluso mediocre. Away demuestra que el medio de streaming es capaz de distribuir obras más convincentes sin necesidad de venderse al argumento fácil ni popular.

Aunque se trate de una serie muy ambiciosa, en la que gran parte del alto presupuesto se ha invertido en la recreación del espacio exterior, no deja de cojear por la gran cantidad de clichés que se van presentando a lo largo del viaje hacia el planeta rojo. En cuestión de argumentos científicos, solo se soporta con la gran credibilidad de los elementos expuestos, pues el resto de temas ya está muy visto.

Sin embargo, el viaje a Marte es solo el envoltorio de un regalo mucho más profundo que los creadores quieren dar al espectador. El corazón de Away es la dimensión humana y trascendental de los protagonistas, encarnadas especialmente en el personaje de la comandante. La relevancia final de la misión queda ensombrecida por la interrelación entre los especialistas y las consecuencias que en sus familias tiene la decisión de abandonarlas por un largo tiempo.

Son este tipo de debates de tinte más moral, y en muchas ocasiones religioso, que pululan en ese espacio reducido de la embarcación. La experiencia tan decisiva y sufrida que viven los expertos espaciales es el eje central de la historia, y su relación con hermanos, esposos e hijos la base de las tramas.

¿Es más importante hacer historia para la ciencia o trascender en el amor a los tuyos? Esta es la cuestión que va apareciendo conforme el tono de la serie va tornando más serio y la crudeza de la situación se apodera de cada instante que, aunque extremadamente pausado, no termina de adormecer al televidente.