Misterio en Venecia | Demasiado oscura para poder disfrutarla con asueto

José Martín Goenaga

Cinéfilo por afición, me gusta seguir de cerca la actualidad cinematográfica para comprender mejor a la sociedad actual y valorar la idea que esta transmite sobre la persona humana y sus circunstancias.

Kenneth Branagh, actor y director de reconocido prestigio tanto en el mundo del cine como en el del escenario, vuelve a su particular saga de adaptaciones de novelas de Agatha Christie tras «Asesinato en el Orient Express» y «Muerte en el Nilo«. La trama es ya conocida: tranquilidad, seguida de la imprevista aparición de un caso de asesinato a resolver y la esperada entrada del inspector Poirot que termina descifrando el enigma y descubriendo al culpable. Pero Branagh, con su ya trabajada experiencia, suele poner su firma particular a cada una de las tramas, y en esta versión también lo hace.

En este particular caso que, como ya indica el título, se desarrolla en la bella ciudad italiana de Venecia, el director se adentra en las oscuridades de un palazzo que conserva reminiscencias de un pasado no demasiado claro relacionado con la peste y un hospital de niños. También se mezcla con el espiritismo y una médium (Michelle Yeoh) que intenta ahondar en el pasado y en las almas de esos niños que dice siguen habitando el palazzo. Por esta temática, esta versión se hace algo oscura y truculenta para espectadores acostumbrados a la luz y vivacidad de, por ejemplo, «Muerte en el Nilo».

Los actores, como es de esperar, hacen un buen papel, en especial destacaría el trabajo del joven actor irlandés Jude Hill, que ya se dió a conocer en la premiada «Belfast«, también de Kenneth Branagh. Se ve que el director lo ha apadrinado y no descartaría que pronto lo veamos en grandes producciones de Hollywood pues talento parece que tiene de sobra. Otro actor que repite con Branagh es Jamie Dornan, en un papel algo curioso y más excéntrico; y la estadounidense Tina Fey también cumple su rol de periodista y amiga de Poirot de manera más que adecuada. Quizá es la ya mencionada Michelle Yeoh la que menos puede gustar, pues el papel de médium lo exagera demasiado y resulta una actuación algo excesiva.

La ambientación, como no podía ser de otra manera con Kenneth Branagh tras la cámara, es digna de mención. Sobretodo al principio y al final del film, donde se puede apreciar el espectacular paisaje veneciano, tanto desde las plazas y góndolas como desde el cielo o el ático de algún edificio. Los interiores del palazzo también están llenos de belleza pero quizá, al discurrir la mayor parte del film por la noche, se aprecia menos que en los exteriores.

Si te gustaron las anteriores es probable que esta también, aunque su nocturnidad y los temas de fondo más escabrosos puedan llegar a ahuyentar a más de uno. Además, por el asunto de los espíritus presentes y algún que otro alucinógeno, se juega también con escenas que pueden llegar a causar algo de miedo a espectadores más sensibles a ese tipo de cine.