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ESTRENO Título Original: The Girl With the Dragon Tattoo. |
SINOPSIS
Hace mucho tiempo, Harriet -una adolescente del clan de los Vanger- desapareció misteriosamente en la isla donde vivía su familia. Aunque nunca encontraron el cadáver, su tío está convencido de que fue asesinada por alguien de su propia sangre. 40 años más tarde, decide contratar a un periodista que se halla en el ojo del huracán y a una hacker para investigar el caso.
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CRÍTICAS
[Juan Pablo Serra – Colaborador de CinemaNet]
Al terminar de ver esta película no pude evitar pensar ¡qué grande es el cine! No se equivoquen. El film en cuestión es excesivamente largo y morboso, innecesariamente complicado e intrincado y, desde luego, un paso atrás en la carrera de ese gran realizador que es David Fincher (Seven, Zodiac, La red social). Pero que su película sea mala no invalida el hecho de que el cine es grande, entre otras cosas porque, como medio narrativo, es un gran desenmascarador de éxitos hinchados por las modas y la mercadotecnia.
Como sabrán —y si no lo saben, pregúntense dónde han estado estos últimos años—, Millenium es una serie de tres novelas del malogrado periodista y escritor sueco Stieg Larsson (1954-2004). Al parecer, el éxito de Millenium ha dado nueva vida a la novela negra escandinava (la prueba la tienen en las librerías). ¿Motivo? Una narración ágil, una astuta mezcla de personajes normales y tipos marginados, misterios más o menos truculentos que aclarar y —según dicen, lo más interesante— una incisiva crítica al lado oscuro de esas sociedades nórdicas que siempre salen tan bien paradas en los rankings de educación, calidad de vida, protección social o desarrollo urbano. Ciertamente, esto ya lo había hecho con mayor sutileza y durante más tiempo Henning Mankell, cuya serie protagonizada por el detective Kurt Wallander —sin abandonar el terreno del best-seller— seguramente sea más estimable que las pesquisas de la hacker gótica Lisbeth Salander y el periodista Mikael Blomkvist. Pero, además de poco original, está por ver que ese supuesto lado oscuro o podrido de la educación puritana y del Estado del Bienestar suecos sea tal como aparece en las historias de Larsson, como recientemente discutía Victor Lapuente a raíz de los atentados de este verano en Utoya. El sistema democrático de los países nórdicos es firme y envidiable. Además, son también los países más solidarios. Que el Estado del Bienestar pueda generar más problemas de los que causa es algo que, a falta de confirmación empírica, se queda en una mera sospecha. Una sospecha, eso sí, muy rentable para montar una crítica social con que condimentar una buena historia de crímenes, intrigante y exportable.
Como podrán intuir, no he leído los libros, así que no puedo juzgar la fidelidad del film al original. Al parecer, se trata de una adaptación ajustada, tanto a la novela como al film sueco que ya trasladó esta historia a la gran pantalla en 2009. Si eso es así, entonces ya sé que jamás voy a leer la serie. Porque sólo observando el modo en que está narrado este Millenium 1 americano se detectan fácilmente los equívocos sociales y antropológicos en que se basa la historia. Para explicarlos, antes conviene desbrozar el argumento.
La película se compone de dos tramas principales que se encuentran a mitad del metraje. Por un lado, está Mikael Blomkvist (Daniel Craig), periodista de investigación para la revista Millenium que —tras perder un juicio por difamación contra un magnate de las finanzas— es contratado por Henrik Vanger (Chistopher Plummer), un poderoso empresario, para investigar la misteriosa muerte de una sobrina hace cuarenta años. Por otro lado, está Lisbeth Salander (Rooney Mara), una joven extraña y retraída, cuyo pasado —estuvo internada en un psiquiátrico por intentar asesinar a su padre— no es más turbulento que su presente —vive con subsidios bajo extorsión de un funcionario—. Sus caminos se cruzarán cuando él descubra en ella a una inteligente y hábil aliada a la hora de indagar en los secretos de los Vanger.
Cinematográficamente, estamos ante un film que, en una palabra, resulta fascinante. Desde los títulos de crédito —una locura visual al ritmo de una versión techno de Led Zeppelin—, pasando por la impresionante banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, la ambientación en Estocolmo y alrededores, el contraste entre un presente frío y un pasado filmado en colores pastel y, en general, la muy lograda sensación de violencia contenida que atraviesa todo el film. Los problemas aparecen cuando se mira más de cerca el aspecto narrativo del film.
Hasta hace no tanto, el nombre de Steven Zaillian podía garantizar una cierta hondura humana (estamos hablando del guionista de Despertares y La lista de Schindler, asimismo escritor y director de En busca de Bobby Fischer y Acción civil). Pero si se mira el conjunto de su carrera sería más adecuado asociar su nombre con garantía de oficio, no en vano Zaillian ha sido en los últimos años el hombre al que se llama cuando había que solucionar problemas con los libretos de películas como Marea roja (1995), Twister (1996), Amistad (1997), Black Hawk derribado (2001), Camino a la perdición (2002) o Salt (2010), películas todas a las que contribuyó de modo no acreditado. En el caso de este Millenium 1, lo mejor de su labor está en la presentación de los personajes. Pero, a medida que avanza la película, el relato se empantana y, de esta manera, la historia —que, en sus primeros compases, se presenta como una intriga a lo Agatha Christie— termina por agotar al espectador. Y es que, en su empeño por contarlo todo, la historia acumula más y más subtramas, algunas de dudoso interés, y un final estirado que sólo se salva por los dos minutos con que se cierra el film.
El primer elemento alienante es la propia historia de Lisbeth. Ciertamente, estamos ante un personaje que atrae y repele a la vez, una chica asocial y vengativa que, con todo, oculta una fragilidad e inocencia latentes, algo que la actriz Rooney Mara transmite muy bien. Pero el contexto que rodea a su personaje está diseñado para plantear una crítica social que, como mínimo, resulta simple y zafia. Como Lisbeth tiene que justificar sus gastos y reunirse periódicamente con un tutor legal para recibir la ayuda del Estado, este ve la oportunidad de aprovecharse sexualmente de la joven, y no duda en hacerlo en una secuencia de violación tan desagradable como siniestra. El mensaje es tan grosero como nítido: a cambio de su protección, el Estado del Bienestar se aprovecha del ciudadano que no puede valerse por sí mismo (además de pasar por el psiquiátrico, Lisbeth es inestable y violenta). Sin dejar de resultar forzada, quizá en el libro esta subtrama tuviera más sentido, aunque no deja de ser llamativa viniendo de un escritor que no es precisamente de derechas. En el contexto del film, no añade nada.
El segundo elemento alienante tiene que ver con la definición de los personajes. La premisa antropológica del film es que, más allá de lo que digan, todo el mundo tiene un motivo “real” para comportarse o, mejor dicho, un interés “interesado” para hacer lo que hace: Mikael no investiga a los Vanger por descubrir la verdad sino por obtener a cambio información que le restituya su prestigio; Bjurman no pretende ayudar ni supervisar a Lisbeth sino sólo favores sexuales; la propia Lisbeth es violenta como reacción a un padre maltratador; la editora Erika defiende a Mikael más por ser su amante que por ser su mejor periodista… y así. Sobre el papel este modo de mirar al ser humano puede resultar más o menos plausible. En pantalla, queda postizo, esquemático y falso. ¿Es que acaso no hay nadie sobre la faz de la tierra que haga algo… porque sí? En cierto modo, esta premisa es coherente con una cierta mentalidad racionalista —quizá propia del género detectivesco—, donde la verdad se puede descubrir a base de investigación analítica, observación metódica y hallazgo de relaciones causales lógicas y necesarias. Pero, al final, por querer dotar de complejidad el alma de los personajes, la película cae en ridículos extremos: ni siquiera el asesino de la historia es del todo culpable pues mata… ¡porque su padre abusó de él! y, a su vez, su padre abusó porque, agárrense, ¡era un nazi recalcitrante! Obviamente, para los personajes que aparecen en la historia relacionados con el nazismo no hay justificación ni motivo que los excuse: son nazis, punto. Pero a Larsson se le ve el plumero y, por eso, sus personajes son más personajes que personas de carne y hueso, más ficticios en el sentido de irreales: está por ver que sea normal, habitual, natural y moralmente aceptable castigar con violencia a maltratadores, explotadores y asesinos.
Estamos, en definitiva, ante un film audiovisualmente poderoso pero narrativamente fatigoso y confuso, lo cual demuestra —una vez más— que el cine necesita partir de modelos antropológicos verdaderos. Y no tanto para ser moralmente aceptable sino tan sólo para ser narrativamente efectivo. Asumir la sospecha posmoderna de que el ser humano es por definición un ser auto-interesado, que el mundo está dirigido por el dinero, que el Estado es una instancia de dominación o que es bueno, normal y legítimo vengarse violentamente del fascismo, el abuso sexual o la prepotencia capitalista, son postulados que, cuando son asumidos de un modo tan alegre y acrítico como en esta película, sólo pueden convencer a aquellos espectadores que ya sólo tengan conocimiento de lo humano a través de ficciones y no de la más elemental experiencia.
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Lo siento, Juan Pablo, pero no coincido contigo en bastantes aspectos. ¿Por qué la película es «innecesariamente intrincada y complicada»? ¿Qué tiene de confusa? ¿Cómo puedes decir, al principio, que es mala y después afirmar que «estamos ante un film cinematográficamente fascinante»?
En serio, no veo que la trama agote al espectador (la historia tiene un ritmo de creciente interés, como en las novelas) ni que a los personajes les falte definición. ¿No crees que eso puede ser bastante subjetivo?
En cuanto a la premisa antropológica de los personajes, creo entender lo que dices. Pero que tú, Juan Pablo, personalmente funciones a veces desinteresadamente -e incluso conozcas a personas que se comporten de igual manera- no significa que todos lo hagan así. El ser humano esconde muchos egoísmos, muchas debilidades, una concupiscencia que nunca nos abandona, y eso comporta incontables malas acciones.
Muchas gracias por tu comentario, Guillermo. Intentaré aclarar las cosas que me dices.
Por los motivos que expongo arriba, la película me parece mala, lo cual no significa que «cinematográficamente» (o, si quieres, audiovisualmente) sea fascinante, que lo es, pues Fincher es un genio de la imagen. Pero que sea un genio de la imagen tiene un riesgo, y es quedarse en eso, en la imagen, sin dotar a la imagen de un contenido a la altura.
No lei las novelas, pero la historia de este Millenium 1-USA me agotó: al final, lo confieso, no me enteré bien de cómo llegan hasta el asesino, ni cómo es la conexión del pasado de las industrias Vanger con el asesino, ni qué tiene que ver la religiosidad de las pistas, ni si el viejo Vanger tiene algún motivo oculto para querer saber el paradero de su sobrina… Tampoco me añade nada (SEMI-SPOILER) los viajes que hace Craig a Londres, sus idas y venidas y, desde luego, todo el bodrio final de Lisbeth maquillándose, sacando dinero, metiéndolo donde el inversor, etc, etc, sobra por todos lados. Por no decir la subtrama sórdida entre Lisbeth y el funcionario. Si te la pules, la película resiste. ¿Por qué demonios la dejaron? Ok, fidelidad al libro pero ¿y la fidelidad al espectador?
Lo que quiero decir, Guillermo, es que por hacer una trama más o menos compleja, y por querer contar todo, agotas. Que es el gran desafío del cine contemporáneo, a saber, cómo contar historias que atraigan la atención del espectador sabiendo que el espectador tiene a sus espaldas mucho cine, mucha serie y, con suerte, bastante literatura.
No he dicho que a los personajes les falte definición, lo que les falta es verdadera humanidad. Para dotar de humanidad a un personaje no necesitas hacer que esté marcado por la venganza, la revancha, el afán de quedar bien o de medrar económicamente. Te basta con mostrar el deseo que todos tenemos de amar y ser amados, de que la verdad salga a la luz, la conmoción ante la belleza o el afán de justicia. En la película hay algo de lo primero en Lisbeth, algo. Dime por favor y en qué momentos concretos aparece el resto.
Por supuesto, podrás objetar que no es necesario que en una película todos sus personajes sean buenos, moralmente ejemplares o humanamente plenos. Acepto. El problema de Millenium 1 es que no hay ni un solo personaje que lo sea, ¡ni siquiera los protagonistas! Lo cual te sitúa en una zona muy incómoda, porque no hay claridad moral por ningún lado y sí en cambio un prejuicio muy extendido, según el cual sólo nos movemos por intereses. Que hay gente así en el mundo es indudable. El problema es cuando trasladas eso a los protagonistas, porque situar ese prejuicio a la hora de definir a tus protagonistas, por contrapartida te está definiendo la postura moral del director. Y ahi es donde está lo discutible de la historia. Y no discutible por motivos morales (que también) sino por motivos humanos: está por ver que todo el mundo sea como dice la película y está por ver que, aunque haya mucha gente así, eso sea un ideal humano aceptable (que es lo que muchas veces te fuerza a creer un director, el que sea, al hacer que sus protagonistas sean así).
Y añado más, Guillermo, sabiendo que algo sabes de Filosofía. ¿No te irrita el planteamiento «racionalista» y determinista de la trama? Me refiero a esa idea -tan extendida por todos lados- de que la mayoría de la gente actúa movida por un motivo necesario y lógico.
A eso me refería, Guillermo, en mi crítica. Un buen guión necesita partir del realismo y la experiencia, no del prejuicio ni de la ideología. Si no, como en este Millenium 1, puedes llegar al ridículo: si es así que todos los seres humanos estamos determinados, no veo por qué ni para qué hay que detener ni matar al asesino, ¡también él tiene sus motivos! ¡Respetadlos!
Gracias por el excelente comentario que has hecho Juan Pablo Serra.
Y es una pena que se haga este tipo de películas con esta visión negativa, muy personal, ERRONEA de la vida, dando por asentado que la vida es así. Mentira.
Y esto va sucediendo con una cierta frecuencia en el cine actual.
Otro problema distinto del cine pero que también va ocurriendo es presentar películas como siendo históricas, como Agora, pero que no cuentan la historia sino la historia que algunos quisieran. ¿Cómo puede ser una película histórica si justo no cuenta la verdad, es decir, no relata los hechos?
Puede que sea un peliculón pero no será histórica.
Otra vez gracias por tu comentario. Nos ahorraste perder tiempo viéndola.
Saludos, Fernando S.
Juan Pablo, pero qué tiene de «excesivamente compleja» la trama? Creo entender tu postura. Y estoy de acuerdo en que lo ideal, y a lo que todos aspiramos, es que los seres humanos nos movamos desinteresadamente. Porque somos capaces de la virtud y porque muchas personas hacen, de hecho, el bien. Pero eso no quita que haya personas a las que les guíe el odio, la venganza o la maldad!! Si Fincher (o el guionista, o quien sea) tratan de meternos en ese mundo donde todos están marcados por la culpa, por la incertidumbre moral… no significa que a esos personajes les falte humanidad. Es sólo un espectro de la sociedad con el que tú no congenias. Pero este filme, al hablarnos de ellos, puede entendrse como arte, es retratar algunos seres humanos y es dotarlos de coherencia. Y si está por ver que todos sean así, como lanzas al aire, entonces no tiene sentido que te muestres tan conclusivo en tu rechazo a la concepción de Fincher.
Fernando, lo que es una pena es que te hayas decidido a no ver la película sólo por las líneas de Juan Pablo. Si eres una persona formada, esta película no te perjudicará en nada. Y esta película no tiene nada de histórica. Ni pretende serlo en ningún momento. O sea que la mención de Agora no viene mucho al caso.
Hola Guillermo.
Quiero aclarar algunas cosas: hablé de dos asuntos distintos pero, que a mi ver, atañen al cine actual. Uno, que un número considerable de películas te presentan una visión de la vida como si fuera única, etc. Otra, que muchas se presentan como históricas y no lo son. Este ultimo tema fue un añadido completamente mio, es cierto. Y no tiene que ver con Millenium. También es verdad. Pero tampoco no pienso que comentarlo vaya a distorsionar la “discusión”. Intenté presentar otro de los “aspectos” que tiene el cine actual y que a mi no me gusta. Pero se quieres nos olvidamos de lo “histórico”.
Otra cosa más que quiero comentar es que el hecho de que no vaya a verla AHORA no es por el comentario de Juan Pablo. Pero se yo vengo a esta pagina de internet, uno de los objetivos es saber que películas hay, que se opina de ellas, de que van y un largo etc. Pero no solo aquí: también en decine21, filmaffinity, imbd, moviesyahoo, emisoras de radio, alguna revista que me llega todas a las manos todos los viernes, etc. Además de comentar con unos cuantos amigos cinéfilos. Puedo ir a ver una película porque provoca el debate, etc, pero también puede ir a verla porque me “mola”. Es así. Y esta no me va molar.
Por eso, el comentario de Juan Pablo Serra no fue ni el 1º, ni el 2º que escuché sobre Millenium. Y la cosa iba por el mismo camino. Y no me gusta ese tipo de películas. Porque como tú dices a Juan Pablo somos capaces de virtud. Y que también hay malos. De acuerdo. Ahora lo que no puede ser, en mi opinión, es que todos se muevan por intereses oscuros como pasa en la película. Que uno solo da dinero por favores sexuales. Que el que investiga también tiene un secreto oscuro, y el tío que pide la investigación también, etc. No lo veo así. ¿Que puede haber gente así? ¿Claro! ¿Y hay gente que no es asi? ¡Calro que sí! Es que casi caemos en un Freudianismo: todo tiene un motivo oscuro sexual. Y si no es sexo es dinero. Y no es así. El director presenta en la película un mundo demasiado oscuro donde todo se mueve por algo. Y yo no estoy de acuerdo con ese mundo. Por otra parte, para que esta película sea arte tiene de tener belleza. ¿Tiene belleza esta película?
La cuestión no es que esta película me perjudique sino que me haga perder el tiempo que para mí es precioso.
Rechazo el punto de vista de Fincher, Guillermo, del mismo modo que rechazo la falsedad y la mentira. Como te dije antes, el problema del film es que hasta «los buenos» son interesados, lo cual revela una postura moral y antropológica que considero equivocada. Pero, fíjate, el rechazo que me provoca esto es por un asunto más cinematográfico: describir así a las personas, de un modo tan determinista, complica demasiado la historia. A ti no te parece compleja, has leído las novelas y encajas todo. Bien. Yo no, y ya te he puesto algunos ejemplos de asuntos que en el film quedan poco claros.
Pero, mira, un dato significativo: ¡dura 154 minutos! Contestame, por favor, si una película «sencilla» duraría tanto. Hitchcock en sus mejores momentos rara vez pasaba de los 100 minutos. ¡154! Si le quitas la absurda subtrama de Lisbeth con Bjurman y te pules el final con Lisbeth estafando al enemigo de Mikael reduces hasta los 100 minutos y, al menos, haces la película más visible. Simplifica algo más las motivaciones de los personajes y empezamos a tener algo decente.
Juan Pablo, ¿y dirías que los personajes de Hitchcock eran sencillos sólo porque las películas duraban menos de 100 minutos? El ser humano no tiene nada de sencillo. No, al menos, para mí ni para otros muchos. Es más, también los personajes de Hichcock son complejos. Tiendo a pensar que todos tenemos nuestras contradicciones, nuestras luchas, nuestros intereses. Y claro que lo ideal es que las buenas acciones se sobrepongan a todo eso, pero muchos no lo logramos. Fincher se obsesiona -no solo en este filme, sino en casi toda su obra precedente- con los personajes grises, viciosos, débiles. ¡Pero eso es legítimo! ¡Eso también es arte, Fernando! ¿De dónde sacas que «el arte tiene belleza»? ¿Y acaso es bello sólo lo positivo? En Filosofía tuve tres asignaturas de Estética y te aseguro que esa interpretación no es nada evidente.
Por otro lado, Juan Pablo, me hablas de Hitchcock, pero a cambio te puedo mencionar Wyler, Leone o Huston… y a esos les gustaba el metraje extenso, vaya que sí.
Me leí la novela la semana pasada. La película la vi, en cambio, hace tres semanas, aquí en USA, y no me resultó confusa ni aburrida. Así que en ese punto, Juan Pablo, nos distingue una percepción subjetiva. A muchos de los críticos que he leído no les ha parecido extensa. Y, sin que los Oscar sean un referente universal o siempre válido, lo cierto es que está nominada al Mejor Montaje. O sea que muy lenta o farragosa no creo que sea.
Los protagonistas de esta película no son enteramente buenos, ni mucha menos. Pero son capaces de hacer el bien, como la chica cuidando de sus padres o el protagonista cumpliendo con su deber profesional.
No quiero que ni tú ni Fernando malinterpretéis mis palabras. He escrito unos cuantos artículos en esta web. Si tenéis tiempo de leerlos, comprobaréis que comparto vuestra tesis de fondo (sobre el cine actual y su sesgo negativo/pesimista):
http://www.cinemanet.info/2009/11/la-esperanza-y-los-ideales-en-cine-contemporaneo/
http://www.cinemanet.info/2011/09/leccion-del-cine-sobre-las-corrupciones/
http://www.cinemanet.info/2010/11/busqueda-de-impactos/
http://www.cinemanet.info/2010/11/cine-neutral-una-utopia-busqueda-de-impactos-ii/
http://www.cinemanet.info/2010/09/hablando-de-cine-bueno-y-malo/
Estoy de vuestra parte, creo en el bien y en que el cine debe mostrárnoslo. Creo, como Fernando, que las películas más enriquecedoras suelen ser las que aportan una esperanza, un mensaje positivo, algo que dé sentido a la condición humana.
Pero, por favor, no me digáis que el dinero y el sexo no mueven ni ciegan a muchas personas, tal y como Fincher -y el autor de Millenium, en última instancia- ha querido expresarlo en esta película. Porque lo hacen, joder.
Querido Guillermo, no hace falta que justifiques tus posiciones de fondo ni mucho menos. No creo que haya en mis palabras intención alguna de enjuiciarte.
Lo que sí creo es que te enrocas en un debate, perdóname la expresión, pueril y muy de alumno de colegio o de primer curso de Universidad que se rebela cuando escucha ciertas cosas. A ver, nadie ha discutido ni, evidentemente, puede discutir que hay mal en el mundo, que hay personas aprovechadas y que el dinero y el sexo mueven a muchas personas.
El problema es otro. Veamos. Mikael no «cumple» con su deber profesional, como dices: investiga a cambio de que le den información con la que hundir a su adversario. No se qué chica dices que cuida de sus padres. ¿Lisbeth yendo a ver a su antiguo supervisor? Puede ser. Pero Lisbeth es un personaje claramente perturbado y, cuando toca, violento y salvaje. No, precisamente, un modelo de humanidad total, aunque pueda tener atisbos parciales.
El problema con este film de Fincher es que, precisamente, no hay grises ni complejidades. La cosa es clara: quien la hace la paga y, si no la paga, se la hacemos pagar. Y si, encima, es fascista, más todavía. ¿Dónde está aquí la complejidad? En «Seven» hay complejidad. En «La habitación del pánico» hay complejidad. En «El club de la lucha» la hay. Y por supuesto, también en las maravillosas «Zodiac» y «La red social».
Por favor, decirme que hay complejidad en «Millenium» es casi un insulto. Comparto al 100% tu opinión de que puede haber arte en la mostración del mal, de lo negativo y lo pesimista. Lo hay. Pero lo hay si eso que se muestra aparece de un modo completo, es decir, que el mal, lo negativo y lo pesimista son resultados del uso de la libertad. El problema de este Millenium 1 USA es que el uso de la libertad no aparece por ningún lado. Precisamente al mostrar que todos los personajes actúan por algo (venganza, afán de revancha, poder, sexo) lo que atenúas, difuminas o borras es justamente la complejidad de la libertad humana a favor de un planteamiento determinista que sí considero rotundamente falso, aunque a muchos les parezca la verdad última sobre el ser humano. Y por eso la película se me hace pesada.
Y por eso, creo, la película «es» pesada, por falsa. La duración es anecdótica, pero indicadora de un detalle. Me pones de ejemplos a directores que no son especialistas en el thriller. Pero, mira, cuando Huston hace thriller, sí se ajusta a una duración adecuada (pienso en las joyas de «El halcón maltés» o «La jungla de asfalto»). El ejemplo que te ponía con los minutos es un mero asunto del género al que pertenece la película. Una intriga bien planteada a duras penas da para más de 100 minutos. Cuando te pasas de esa cifra, algo pasa. Y en el caso de este «Millenium» vaya que si pasa: que están tan empeñados en contar todo, en justificar cada acto, en quitar todo misterio a todo, que, claro está, necesitas minutos y minutos, y paciencia y paciencia por parte del espectador.
Leí las críticas de los críticos USA, pero mi experiencia con los críticos USA es ambivalente. A veces, A. O. Scott, Rober Ebert o David Denby entran al trapo de las películas y te escriben una frase genial o una idea ingeniosa. Pero, por lo general, ten en cuenta que los críticos USA suelen ser los primeros que «disparan», o sea, que no tienen con quien medirse. Mi experiencia es que sus comentarios tienen mucho que ver con sus primeras impresiones y que van muy pegados a la moda, a lo que se lleva y a lo que se comenta. Raras veces encuentro en ellos algún atisbo de análisis o juicio relevante que vaya más allá de lo políticamente correcto (el caso de Ebert ejemplifica bien esto).
Por cierto, ¿qué haces en USA?
Hola Guillermo.
Guillermo, pienso que el fondo de la cuestión estamos de acuerdo los dos. Date cuenta que ni Juan Pablo ni yo, dijimos que no haya personas que se muevan por dinero, sexo, poder, etc. Claro que las hay: es solo mirar para la vida misma. Pero también hay cantidad de gente que no es así. Mira las miles de personas que “emplean” las ONGs en Africa y otros continentes. Por ejemplo, médicos que dejaron su vida, etc, para ayudar a los demás. Y justo a veces en países que son un caos porque a sus gobernantes les mueve el poder y el dinero (les mueve su propia satisfacción personal a cuesta de todo un país). Claro que sí. Eso está pasando ahora mismo.
Claro que se puede mostrar ambas partes, sí. Lo que no me gusta es cuando la cosa huele a un cierto determinismo. Y la discusión se basa en esto. Como tú has dicho en uno de tus artículos, el cine tiene el poder de pasar un mensaje importante. Lo que no puede es pasar un mensaje de que esto es así y todos nos movemos por un motivo.
Y con toda la sinceridad no hace falta que me venga una película “decir” que hay mucha gente en el mundo que se mueve solo por dinero y sexo. Pero si conozco gente así. Pero sí eso pasa en un montón de familias y amigos. Y si no, es solo coger el periódico o mirar las noticias: corrupción en personas que ocupan lugares importantes en instituciones de gobierno, violaciones, trata de blancas, prostitución, sexo a cambio de favores… Ni un ingenuo lo puede negar. Pero también hay gente que busca hacer las cosas bien. Que busca la justicia. Que escucha la voz de su conciencia. Igual que hay personas que se aprovechan de los demás también personas que ayudan a los demás. Siguen existiendo “Madres Teresas de Calcuta” en el mundo. La que existió fue fantástica pero hay otras más… y eso, no siempre se reflecte en las películas.
Cuanto a la belleza y el arte, lo que yo quería decir, es que no se puede llamar arte a cualquier cosa. El arte tiene que tener belleza, o sentido de estética. Hombre, que duda cabe que yo no estudié Estetica y no estoy tan formado como tú en este campo. Pero de lo que no cabe duda alguna es que todos buscamos lo bello aunque discordemos en pequeñas cosas. Es que, por ejemplo, no hace falta tener clases de pedagogía para educar unos hijos aunque puedan venir muy bein. Porque tenemos un sentido común. Un pintor, puede retratar una mujer llorando. Eso será arte porque tendrá belleza aunque represente una situación triste. No tiene que ser todo positivo o “bonito”. No tiene que ser “Alice en el País de las Maravillas” pero si no tiene belleza, no es arte. Ya sabemos que el cine es el séptimo arte pero no todo lo que se hace en el cine, bajo mi opinión, se puede llamar arte. Es que hoy en día, se llama arte a cualquier cosa. Y con esa escusa se hacen unas obras artísticas (no hablo solo del cine) que te echas a temblar. Pero casi prefiero no entrar por aquí porque ahí sí que nuestro cambio de opiniones no terminará jejeje.
Como dije a inicio, en el fondo de la cuestión, pienso que estamos de acuerdo. Y perdonadme si doy la impresión que me estoy encastillando en mi opinión. No es esa mi intención. Me quedaré aguardando para saber que haces en Estados Unidos. Imagino que estás estudiando algo…
Hola!
Interesantísimo debate este que habéis mantenido. Estos debates antes los solíamos hacer en los foros, jajajajaja
Guillermo, mejor que se presente él. Pero tiene currículum y formación de sobra. Juan Pablo también. Pero presentar a la gente por su CV parece un recurso al «argumento de autoridad» que no me termina de convencer. Fernando, no te conozco, pero seguro que tu CV no es para menos, jejejejee
Lo cierto es que yo creo que estáis de acuerdo, porque os conozco a ambos y creo que en un café terminaríais por estar de acuerdo. Pero también creo que tenéis diferencias de enfoque: a Guillermo parece que esta película le gusta porque retrata lo que ve en la realidad; a Juan Pablo parece que no le gusta precisamente porque no retrata la verdad del hombre.
Y sobre el arte, Fernando, ciertamente mejor no hablemos. Estoy estudiando Estética con D. Alfonso López Quintás y es sorprendente lo que es y no es la belleza, que se confunde muchas veces con «lo bonito». Y sobre el arte, más complejo aún. Base decir que mi profesor de Arte (cuyo CV tampoco viene al caso mencionar pero que tampoco es corto) dice que la finalidad del arte no es la belleza, sino la plasmación de una cosmovisión. Lo que, por otro lado, entronca bastante bien con lo que la Estetica de ALQ dice sobre la belleza…
Así que, sí, es un debate apasionante! jejejejejeje
Saludos a todos!
Gracias Juan Luis por tu aporte. Tú lo dijiste y te hago caso: ya no hablo más de arte!!! Aunque sigo diciendo que si el artista en una plasmación de una cosmovisión no lo hace de modo que esa plasmación tenga belleza (aunque sea la crucifixión de Cristo)… me cuesta llamarlo arte. Pero me callo en ese tema porque tanto tú como Guillermo y quizá incluso Juan Pablo me ganaríais por goleada. Y estoy completamente de acuerdo contigo: tanto Guillermo como Juan Pablo tienen un currículo y una formación impresionante. Ya quisiera yo tenerlas. Me falta tiempo para el cine…
Saludos
Fernando (y, en general, a todos).
Os animo muy sinceramente a entrar en nuestros foros y seguir con este u otros debates. ¡Todos aprenderíamos mucho!
Abrazo!!