Dirección y guión: Hayao Miyazaki. País: Japón. Año: 2008. Duración: 100 min. Género: Animación, aventuras, familiar. Producción: Toshio Suzuki. Música: Joe Hisaishi. Fotografía: Atsushi Okui. Montaje: Takeshi Seyama. Dirección artística: Noboru Yoshida. Estreno en España: 24 Abril 2009. |
SINOPSIS
Sosuke, un niño de cinco años, vive en lo más alto de un acantilado que da al mar. Una mañana, mientras juega en una playa rocosa que hay bajo su casa, se encuentra con una pececita de colores llamada Ponyo, con la cabeza atascada en un tarro de mermelada. Sosuke la rescata y la guarda en un cubo verde de plástico. Ponyo y Sosuke sienten una fascinación mutua. Él le dice: “No te preocupes, te protegeré y cuidaré de ti”. Sin embargo, el padre de Ponyo, Fujimoto, que en otro tiempo fue humano y ahora es un hechicero que vive en lo más profundo del océano, la obliga a regresar con él a las profundidades del mar.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, LaGaceta]
Considerado por todos como uno de los grandes genios mundiales del cine de animación, el japonés Hayao Miyazaki —ya de 68 años— no hace más que recibir reconocimientos. Tras arrasar las taquillas de su país con La Princesa Mononoke —Premio 1998 a la mejor película de la Academia Japonesa de Cine—, en 2002 ganó el Oso de Oro en Berlín y el Oscar al mejor largometraje de animación con El viaje de Chihiro. Tres años más tarde, recibió el León de Oro honorífico en el Festival de Venecia y optó de nuevo al Oscar con El castillo ambulante, que sí ganó el Premio del Público en Sitges y la Osella de Oro en Venecia. Incluso en estos años le ha dado tiempo a dirigir varios cortos de alta calidad.
En su último largometraje, Ponyo en el acantilado, el maestro japonés ofrece una especie de versión libérrima, poética y ecológica, del cuento La Sirenita, de Hans Christian Andersen. Para ello, sigue los pasos de Sosuke, un niño japonés de 5 años que vive en lo alto de un acantilado batido por el mar. Su padre es capitán de barco —siempre en la faena— y su madre es una ocupada enfermera, que trabaja en una residencia de ancianos. Un día, Sosuke se encuentra en una sucia playa un tarro de cristal, dentro del cual está una extraña e hiperactiva pececilla roja llamada Ponyo. Enseguida, ambos seres hacen buenas migas, lo que despierta el lado mágico de Ponyo y la ira de su poderoso padre.
Lo primero que sorprende de Ponyo en el acantilado es su tono decididamente infantil y fantástico, muy cercano al que empleó Miyazaki en una de sus obras maestras: Mi vecino Totoro. Como en aquella maravillosa película, en ésta se integran sin fallas dos universos diversos, uno real y otro de leyenda, cuyas interacciones provocan momentos narrativamente muy imaginativos y visualmente impresionantes. Es el caso de una huida en coche en mitad de una tempestad, que cabe incluir en las antologías, también por su sutil integración de la animación digital en un trabajo casi por completo en 2D.
Sorprendentemente, otros pasajes ofrecen una animación muy inferior, e incluso algo chapucera, como si Miyazaki tuviera prisa por llegar a las secuencias cumbres. De todas formas, esas diferentes calidades no las apreciará el espectador normal, y menos los espectadores infantiles, unos y otros deslumbrados por el fascinante universo de Miyazaki, arropado de nuevo por la hipnótica banda sonora de Joe Hisaishi, otro de los grandes del cine contemporáneo. Además, los amantes del cine clásico japonés disfrutarán con las divertidas escenas en el asilo, en las que Miyazaki ofrece un singular homenaje a maestros como Kenji Mizoguchi o Yasujiro Ozu.
La historia se centra en Sasuke, un niño de cinco años que vive en un acantilado de un pueblo costero, y en su relación con Ponyo, una princesa pez que, en contacto con la sangre humana, desarrolla unos dones especiales que le aproximan al mundo humano. Los dos establecerán una intensa amistad y se sumergirán en una apasionante aventura.
La película se basa en la obra de H.C. Andersen “La Sirenita”. Esta libre adaptación obtuvo buena acogida por parte de la crítica en el Festival de Venecia 2008. Por otra parte, el cuento de Andersen ya ha sido llevado a la gran pantalla otras veces, como fue el caso de Disney en 1989.
Miyazaki (“Porco Rosso”, “La Princesa Mononoke” y “El viaje de Chihiro”) es considerado el mejor director japonés de animación de la historia. En esta ocasión, nos presenta una entrañable historia mediante imaginativas pinceladas y trazos de gran colorido. Todo ello hecho a mano, olvidándose de la ya normal animación por ordenador, con la sensación de que cada fotograma está trabajado hasta el último detalle.
Quizá pueda sumar algún galardón más a la filmografía del director, que ya ha obtenido un Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín y un Oscar por “El viaje de Chihiro”.
El film nos presenta multitud de valores como la unidad en la familia, la amistad, el amor, la fortaleza, la responsabilidad o la dignidad de los ancianos. Con la naturaleza como decorado y la imaginación como guía, la película nos brinda imágenes emocionantes y personajes muy bien caracterizados.
La cinta consigue hacer sonreír al espectador con numerosos guiños (el mar con ojos y boca, la manera de conducir de la madre, las ancianas corriendo en maratón, etc.). En definitiva, una historia que conmueve, llena de ternura y magia y que, aunque está especialmente dirigida al público infantil, podrá ser disfrutada por todos.
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Hay otra crítica en Cinemanet de esta película, cuando salió en DVD: http://www.cinemanet.info/2009/10/ponyo-en-el-acantilado-2/comment-page-1/#comment-699