Título original: Postia pappi Jaakobille. |
SINOPSIS
Leila es una asesina condenada a cadena perpetua que, tras doce años de cárcel, recibe el indulto. Antes de dejar la prisión, un funcionario le explica que Jacob, un cura rural anciano y ciego, ha solicitado su ayuda como asistente. Leila acepta esta labor, que consiste en ayudar a el párroco a responder las cartas de los fieles solicitando ayuda espiritual.Dos mundos radicalmente opuestos se entrelazan en esta emotiva historia sobre el perdón, la amistad, el cuidado del día a día, las dificultades de hacerse mayor y el inmenso poder de la redención.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE ]
Leila (Kaarina Hazard) es una ruda mujer finlandesa condenada a cadena perpetua por asesinato. Tras doce años en la cárcel, recibe el indulto y acepta a regañadientes trabajar como asistente del Padre Jacob (Jukka Keinonen), un solitario pastor luterano, anciano y ciego, que ayuda espiritualmente a decenas de personas rezando por ellas y respondiendo metódicamente a todas las cartas que le envían. Poco a poco, la austera y sacrificada religiosidad del Padre Jacob irá ablandando el endurecido corazón de la cínica mujer, que guarda celosamente unas cuantas heridas aún sangrantes.
A través de un escueto argumento —aparentemente más apropiado para un cortometraje—, el finlandés Klaus Härö (Elina, Mother of Mine) consigue un pequeña gran obra, ampliamente premiada y digna heredera de los mejores dramas religiosos y existenciales del sueco Ingmar Bergman y del danés Carl Theodor Dreyer. Härö mima a sus excelentes actores a través de una serena y luminosa puesta en escena, que le permite desplegar poco a poco los sutiles matices dramáticos y morales de sus personajes, arrancando por el camino un puñado de secuencias magníficas, marcadas por una emotividad y una sinceridad arrebatadoras.
El tono es realista, de modo que ni idealiza la vida del pastor ni desdramatiza la tragedia de la asesina, aunque oxigena hábilmente todas las situaciones con un inteligente sentido del humor, muy sutil. Logra así imprimir a fuego en el espectador su exaltación de la caridad cristiana, de la alegría del arrepentimiento y del perdón, y de la necesidad de la fe, la oración, la dirección espiritual y la gracia divina. Todo ello, sin estridencias espiritualistas ni enfáticos sermones; sólo con la cautivadora autenticidad de unos personajes verdaderamente de carne y hueso.
[Antonio Cazador, Colaborador de CinemaNet]
Magnífica película intimista para jóvenes y toda clase de adultos que nadie debería perderse, cargada de valores, optimismo, mensajes y reflexiones en una sociedad como la nuestra tan necesitada de esperanza y respuestas a los problemas del ser humano.
Los dos personajes principales, un sacerdote anciano e invidente (en una zona rural que necesita a una persona que le lea las cartas a él dirigidas pidiéndole oraciones, consejos o intercesiones ante Dios de toda clase de personas necesitadas) y una mujer (madura y tosca, de aspecto primario y sin ninguna ilusión por vivir, condenada por homicidio e indultada, a la que se ofrece la posibilidad de trabajar ayudando al citado sacerdote en las labores ordinarias y especialmente de leerle las cartas) están cargados de un simbolismo que el director utiliza para narrar una historia e interpelar la conciencia del espectador, haciéndole ver que todos tenemos una misión y una función en la vida y que Dios se sirve de ella para darse a conocer y para que podamos madurar tratando de descubrir su Amor, aunque nosotros no lo veamos.
El director muestra al Padre Jacob con toda su profundidad y realismo, como un sacerdote anciano, invidente y desvalido respetado en su zona rural y al que muchas personas se dirigen pidiéndole ayuda material y espiritual, consejos y oraciones; pero siempre por carta, a las que él responde y guarda minuciosamente en su casa parroquial e identifica plenamente como “un buen pastor conoce a sus ovejas”. Aparece su Iglesia abandonada y sin fieles y sin celebrar matrimonios o bautizos, quizás en alusión y como denuncia a ese alejamiento de un sector de la SOCIEDAD , que vive apartada de Dios y de la Iglesia católica; pero que son fieles a distancia o por conveniencia y que solo se acuerdan cuando tienen un problema o necesitan una gestión ( acto de caridad o ayuda material, partida de bautismo o de matrimonio,etc).
La figura del sacerdote, como representante de la Iglesia en la Europa central o nórdica, anciano, enfermo, invidente, al que se le cae la saliva por la boca y tan desvalido, evoca y nos recuerda a la figura , por asociación de ideas (y quién sabe si no ha sido esa la intención de su director) del fallecido Papa Juan Pablo II y su sacrificio y entrega personal por la misión que tenía encomendada, a pesar de su situación personal de salud, edad, etc y de la atención sobre sus fieles y entrega sin límites.
El personaje de la mujer madura, ex -reclusa por homicidio, sin ilusión en la vida que mira fríamente al Padre Jacob y que en varios momentos está tentada en robarle e incluso intenta mofarse de él, esconde un “infierno interior” y una lección que sólo se descubre al final.
En una sociedad como la española con millones de parados, jubilados, enfermos, en crisis económica y con un alto grado de pesimismo, resulta gratificante y enriquecedora esta película porque transmite esperanza, optimismo y la convicción de que toda persona creyente o no, bautizada o no, marginada, o que haya cometido errores o delitos materiales o morales por muy graves que sean, o por muy desmoronada física o sicológicamente que se encuentre, Dios siempre está ahí y valora nuestros esfuerzos para conocerle mejor a través de nuestras obras. En el proceso personal de Leila, el director lanza un mensaje a todos los espectadores: el bien produce bien y el mal debe ahogarse en abundancia de bien, lo que reconforta el alma y sirve para descubrir el papel de cada persona en la vida.
La austeridad de los personales en un lugar rural ,buscado de propósito por el director con una gran riqueza de fotografías y detalles ,donde no hay agua corriente ni cuarto de baño,( mostrándonos el orinal debajo de la cama y en el exterior un retrete o pozo negro o fecal, no existe televisión, radio o Internet) contrasta con nuestro entorno actual acostumbrado a la sociedad del bienestar, del consumo; pero con una gran falta de reflexión o intimidad de la persona consigo misma, que el director pretende buscar con la ubicación de los personajes: la cárcel, el campo, el hospital o cualquier lugar rural perdido de la civilización, puede ser idóneo para encontrar a Dios y rectificar nuestra vida o ser conscientes de lo que somos y queremos hacer por el prójimo. Y así encontrarnos a nosotros mismos. Transmite tal riqueza de valores que merece verse porque nadie saldrá defraudado o decepcionado de este cine que recuerda a las películas de Ingmar Bergman por algunos de los mensajes que se evidencian y que no dejan indiferente al espectador, obligándole a reflexionar ante su postura personal en la vida.
[Javier Pozuelo, Colaborador de CinemaNet]
Cartas al padre Jacob, Finlandia 2009, es una de las mejores películas que he visto en este recién acabado año 2010; y lo es sobre todo porque es de esas películas que te dejan un gran poso en el alma incluso varios días después de su visionado: de esas películas en las cuales, como antiguamente se hacía en las sesiones continuas de este país, cuando el programa era doble, la gente se levantaba al finalizar el film y se ponía a aplaudir; películas como Leyendas de pasión, Cadena perpetua y la más reciente Gran Torino, el final te llenaba de gozo y te humedecía los ojos, hasta conseguir que el más duro soltara sus lagrimillas.
Es una película de una excelente y cuidada fotografía, grandes actuaciones de sus tres y únicos protagonistas, sobre todo ese cura ciego que a todos nos recordará al gran actor sueco Max Von Sydow y que también podría haber hecho el papel. La actriz que interpreta a Leila, parece nacida para este papel, su interpretación, acompañada de su físico tosco, casi hombruno, le hace hacer una composición perfecta de la asesina indultada. El tercer papel, del cartero que diariamente trae el correo al padre Jacob, le da eses tono de comedia sacada del suerrealismo italiano y que nos deja respirar durante la proyección; porque no nos olvidemos, Cartas al padre Jacob es una película dura, muy dura, que nos romperá el corazón.
Una película que pasa del 7,5 al 9,5 en su magnífico y no esperado final. Una película para no dejar escapar y que cumple la dicha que lo bueno si breve (74minutos) es dos veces bueno.
Tenemos que entender la historia conociendo en el tipo de país en que se desarrolla la trama, ya que hay que entender este film, que puede desarrollarse en los años 1950, la dificultad por su abrupto y boscoso paisaje de los países nórdicos, de cómo vive la gente fuera de las capitales, en auténticos bosques fondosos y a grandes distancias de cualquier zona habitada, de ahí la necesidad de contactar a través de cartas con un sacerdote que guiara sus almas.
A destacar los hermosos primeros y largos planos de esa hermosa naturaleza escandinava y de esa iglesia pseudovikinga que tanto juego da en la película.
Resumiendo, muy recomendable y optimista película, la cual nos dice que por muchas puertas que la vida nos cierre siempre hay una ventana por la cual salir adelante.
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como hago para ver los personajes de la carta al padre es para antes del domingo