Sinopsis
Charlie Simms es un chico de clase media que quiere estudiar en Harvard y, para ello, se prepara en uno de los colegios más prestigiosos y caros del país, gracias a una beca. Para ganar un dinero extra, cuida del coronel Frank Slade que sufre de ceguera, depresión y alcoholismo. Lo que Simms no sabe cuando acepta el trabajo es que Frank planea suicidarse.
Crítica
[Marina Pereda – Colaboradora de CInemanet]
Hace unos meses, se publicó en Cinemanet una lista de Las 50 Mejores Películas Sobre la Juventud. En aquella selección no se incluyó Esencia de Mujer (1992, Martin Brest). Ignoro los motivos reales de esta decisión, pero se me ocurre pensar que quizá fue porque en el fondo, este film no es una lección para los jóvenes sino para los mayores, los que cargan sobre sus espaldas sufrimientos, errores del pasado y culpas que parecen pesar más que la esperanza.
Quien lleva el peso de toda la película es Pacino, que borda su papel de coronel borracho, mujeriego y antisocial que decide pasar tres días en Nueva York, disfrutando de la vida a tope, antes de suicidarse. A diferencia de otras películas con las que se podría encontrar semejanzas (El Club de los Poetas Muertos, Descubriendo a Forrester, El Indomable Will Hunting), las lecciones de moralidad las da alguien totalmente inmoral. Irónico. La ironía mantiene vivo a Frank y salva a esta película de las terribles fauces de «lo fácil». Un papel que solo podía sostener alguien como Al Pacino, y que le valió un merecido Oscar por esta actuación.
Junto a este tipo duro, escéptico y egoísta, se nos presenta a Charlie. Los contrastes, bien trabajados, siempre funcionan. Charlie es el clásico «buenazo»: un estudiante responsable, sin mucho dinero y honrado que se ve envuelto en un lío. En el colegio, algunos chicos humillaron públicamente a un profesor. Ahora, este profesor quiere castigarles, pero necesita saber quiénes son los culpables. Charlie y otro compañero les vieron. La duda es típica: ¿chivarse o no chivarse? Sin embargo, un tercer elemento entra en juego: el profesor amenaza a Charlie con no recomendarle para entrar en Harvard, su sueño y la razón de todos sus esfuerzos. La única manera en que podría acceder a la Universidad es a través de esta recomendación y no sabe qué hacer.
El primer día de trabajo, cuando Charlie acude a casa de Frank, se encuentra con que éste ha preparado la maleta y ha comprado dos billetes para Nueva York. Este viaje forjará una gran amistad entre dos personas tan opuestas aparentemente y ¿quién sabe? quizá fue el viaje que salvó la vida de ambos.
Hay un punto muy importante en esta película, simbólico y que sintetiza el mensaje central de Esencia de Mujer: la ceguera. Es una incapacidad física recurrente en el cine y la literatura porque representa la desorientación vital, la confusión y la imposibilidad de seguir adelante, porque el camino no se ve claro. En este sentido, era imprescindible que Charlie fuera el lazarillo de Frank, que él fuera el verdadero héroe, la guía moral, porque eso le permite ayudarle. Si Charlie no tuviera esos valores, Frank hubiera sucumbido. Y, al ver esa inocencia y honradez, el coronel vuelve a recobrar la esperanza. Si Frank no hubiera puesto su esperanza en Charlie, quizá éste hubiera traicionado también sus principios. De esta forma, el ciego y el lazarillo, el mayor y el joven, el culpable y el inocente, se sostienen mutuamente.
[Josep Coves Barreiro. Narracine]
Charlie (Chris O’Donell) es un joven estudiante pre-universitario con escaso dinero. Para ganar algo decide hacerse cargo, durante un finde semana, de Frank Slade (Al Pacino), un ex-coronel del ejército retirado por haber perdido la visión. Debido a su ceguera, Frank ha ido encerrándose en su mundo, sin encontrar una respuesta que le complazca para continuar viviendo. Este sufrimiento ha hecho que empiece a tratar con dureza y superioridad a todo el mundo, intentando hacerse valorar a pesar de su enfermedad. Su comportamiento muestra que ya nada le puede llenar y que no le queda ningún motivo para vivir, así que decide probar lo máximo que le da la vida (ir a un hotel lujoso, hacer el amor con una bella mujer, conducir un ferrari) para terminar suicidándose. En medio de esta vida calculada, nace una misteriosa relación de amistad entre Frank y Charlie, empieza la lucha por el sentido de la vida: ¿para qué vivir? ¿se puede ser feliz en cualquier circunstancia?
Nos encontramos delante de una maravillosa película. La profunda seriedad de la pregunta de Frank sobre el sentido de la vida (hasta el punto de quererse suicidar) y a la vez, el profundo deseo de vivir de Charlie se juntan. Frank ha aprendido a saborear lo mejor de la vida, y enseña a Charlie cómo llegar a ello, haciéndole probar el buen vino, mostrándole cómo bailar con una mujer (magnífica escena del tango), etc. Charlie puede profundizar en el gusto por la realidad gracias a Frank. Hace crecer sus ganas de vivir intensamente.
Paradójicamente, a Frank no le basta nada de eso; cree que ha llegado al fondo de toda la realidad y ya no queda ningún punto que le pueda sorprender. Pero sucede algo misterioso, Charlie es el primero que se toma en serio la vida de Frank sin la necesidad de tratarle con dureza. Sucede algo que no se puede abarcar y en dónde se puede intuir una respuesta a su vida. Solamente si la vitalidad de Charlie está a la altura de la exigencia de felicidad de Frank él puede tomársela en serio. Solamente delante de una relación así, con una preocupación total hacia la vida del otro, puede florecer la esperanza perdida, recuperando la admiración y el respeto por el misterio que hay en la realidad, esa «esencia de mujer» que desprende un olor de otro mundo.
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Ficha técnica
- Título Original: Scent of a Woman
- Dirección: Martin Brest
- Guión: Bo Goldman (basado en la novela de Giovanni Arpino)
- País: EEUU
- Año: 1992
- Duración: 157 min.
- Género: drama
- Interpretación: Chris O’Donnell, Al Pacino, James Rebhorn, Gabrielle Anwar
- Música: Thomas Newman
- Fotografía: Donald E. Thorin
- Estreno en España: marzo de 1993