[Jaume Figa i Vaello. Colaborador de CinemaNet]
Joseph Killoran es un hombre de pocas palabras, pero decidido. Decidido a hacer lo que siempre ha querido: trabajar en el mundo del cine. Vive en Los Ángeles, aunque es inglés, tiene su familia en Badalona (Barcelona) y ha estudiado durante muchos años en Sant Cugat, y la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra. Es decir, un hombre que ha visto mundo y eso –dice– le ha dado “una mente más abierta y flexible para adaptarte a las circunstancias”. ¿Resultado? Alguien que transmite pasión cuando te habla de cine, con un acento indefinido, mezcla de todos estos vaivenes por el mundo, que bien podría haber sido sacado de una película de Woody Allen. En su corta carrera ha trabajado ya para series de televisión como Los Americans o Diary of a single Mom, y en algún largometraje para la gran pantalla: Skyler o Overnight. Hoy está en fase de post-producción Rushlights…
Empecé en Madrid; rodé dos películas en Valencia; en Barcelona trabajé en La Habitación de Fermat… Esos inicios me formaron para lo que quería: Los Ángeles. Lo tenía muy claro, y esa era mi meta. Me pasé un verano en Barcelona limpiando y pintando barcos para pagar el billete, y me fui el 19 septiembre de 2007 y llegué el 20 con una maleta en la mano. Nada más.
Realmente ibas al mundo de los sueños…
Sí, y tuve que buscarme la vida, haciendo docenas de colaboraciones en distintos proyectos de bajo presupuesto que andaban buscando ayuda. Pero por algo se empieza. De hecho, eso fue muy útil para conocer la ciudad, hacer contactos, entender la enorme industria de Hollywood, y hacer amigos. Hacia 2009 enganché con un productor que me contrató como jefe de producción para proyectos profesionales de calidad. Desde entonces he hecho varias series y largometrajes. Este año hemos fundado una productora (Four Screens Production: www.4sproduction.com) enfocada al contenido audiovisual para el mercado latino y afroamericano en los EEUU. Tenemos varias cosas en desarrollo que tenemos previsto rodar a principios del 2013.
¿Desde cuándo pensaste que el cine podría ser tu profesión?
Dicen que en la infancia hay un momento que determina nuestra profesión. En casa teníamos una tele pero solo funcionaba el vídeo porque lo trajimos desde Inglaterra, y teníamos una buena colección de cintas. Desde que tengo memoria me han fascinado las películas y el elemento mágico y redentor que tienen. Pero, no debió ser hasta los 15 años, cuando de verdad empecé a fascinarme con poder trabajar un día en el cine. ¡No tenía idea en qué aspecto, pero me entusiasmaba! Así que empecé leyendo y viendo todo lo que podía encontrar. Hice el “treball de recerca” [el que tienes que realizar en los colegios de Cataluña, en bachillerato] sobre La diligencia y John Ford. Después del colegio me fui a Pamplona a estudiar Comunicación Audiovisual y ahí me familiaricé con el perfil del productor. Me intrigó la figura trágica del productor: es como el capitán de un barco sumido entre el sufrimiento y la reflexión.
¿Qué es, para ti, el cine?
Un medio para contar historias que inspiren la condición humana.
¿Lo has tenido fácil?
Bueno, ¿cómo te diría?… He tenido la facilidad de saber qué quería hacer y cómo lograrlo. A partir de ahí todo era cuestión de poner los medios y ejecutar. Pero no es fácil: la industria del entretenimiento es dura y muy competitiva con personas llenas de pasión y hambre profesional. Es una carrera de fondo, sin duda. En el campo de la producción tienes que trabajártelo y dar resultados. La escuela de la vida es muy importante en esta profesión. Tienes que aprender de todo: equipo técnico, gestionar, negociación, psicología para tratar a personas con sus egos, saber comunicar (hablar y escribir), tratar con gente diversa, contabilidad, financiación. Requiere mucho compromiso y entrega; aunque sea sólo para el bien del proyecto y porque nos encanta nuestra profesión a pesar de la frustraciones y el poco reconocimiento. Lo de la fama y el dinero es un mito. El hecho que cambie de casa y país varias veces de pequeño y de mayor te da una mente más abierta y flexible para adaptarte a las circunstancias.
Tú, si no me equivoco, eres católico: ¿puede, un católico moverse bien en estos “barrios”? ¿Es verdad que, moverse por esos lugares, es como el cordero en medio de lobos?
Sí, soy católico practicante. En España solo trabajé un año, y el ambiente sí que es un poco sórdido. Creo que en Los Ángeles hay mucho respeto por la gente que procura tener valores cristianos: la alegría, trabajo bien hecho, integridad, la lealtad, honestidad; estos valores son esenciales para tener una carrera larga y estable. Sin estos valores, tu pase por ahí será pasajero o sólo un recurso que otros aprovecharán. La industria de Hollywood es muy profesional y seria, porque hay dinero importante en juego así que la gente procura aparcar sus diferencias o prejuicios.
¿Crees en el cine como un poder real de influencia en los espectadores?
Sí, por supuesto. El problema es que hay una brutalidad de consumición audiovisual y la audiencia va perdiendo su capacidad de retención y reflexión. Es esencial saber quién es tu audiencia para contarles historias que tenga resonancia en ellos, al margen del tamaño del grupo. En contrapartida la televisión ha adquirido más poder, por la ventaja de tener más tiempo de pantalla, para construir una audiencia y desarrollar temas e ideas con más penetración.
Frank Capra cuenta, en su autobiografía, que hacía cine para influir positivamente en los espectadores. Tú, ¿por qué haces cine?
Para explicar el universo y habilitar a la audiencia.
Tu trabajo en Four Screens Production es fundamentalmente de tipo “social”; ¿por qué?
No fue como una intención concreta, pero vimos que había un público muy amplio y queríamos, no sólo llegar a él, sino hablar de él. Piensa que los afroamericanos y latinos en Estados Unidos representan ¡casi el 20% de la población! Por ello, queríamos crear historias que representaran ciertos aspectos de la realidad social que quizá no son muy conocidos. Es algo universal, todos queremos historias con las que nos podemos identificar y enseñar nuestro potencial como individuos, y nosotros intentamos mostrar las dificultades que reflejen una realidad social y acompañarlo con un desarrollo narrativo que habilite e inspire a la audiencia para vivir una vida de más calidad.
¿Cuál es el papel del productor en la posibilidad de crear buenas historias?
Es un papel protagonista. Creo que hace falta mucho juicio, y 12-15 años de experiencia, para ser productor. Tienen mucha responsabilidad en las historias que deciden producir y a la hora de trabajar con los creativos –director y guionista– para materializar el proyecto de modo que llegue a buen puerto, sin comprometer la responsabilidad financiera. El productor ha de apostar por proyectos en los que cree porque es probable que requiera todo su dedicación durante dos años: desarrollo, producción y distribución.
Estamos viendo cada vez más secuelas, precuelas y re-makes… ¿Faltan ideas, en Hollywood o el problema está en que son pocos los que quieren arriesgarse con proyectos que no saben si van a dar dinero?
El problema es que cada película tiene un 100% de riesgo. Si un ejecutivo da luz verde a una que no recaude ganancias estará con muchos problemas. Los estudios de Hollywood forman parte de corporaciones más grandes donde su prioridad es incrementar el valor de sus accionistas. Por eso hacen franquicias de películas que son fáciles de promocionar y vender. Como el caso Spiderman: sólo hace cinco años desde la última secuela.
De las ya existentes, ¿en qué película te hubiera gustado trabajar?
Creo que en la de Mel Gibson, La Pasión de Cristo. Tiene que ser impactante trabajar en una película sobre un hecho tan trascendente en la historia de la humanidad, tanto para creyentes, como no creyentes o de otras religiones. También me hubiera gustado mucho en Master and Commander, porque me encanta las aventuras marítimas pero son muy complicados de rodar por la logística.
¿Es posible encontrar a Dios, hoy, en el cine de Hollywood?
Yo creo que ahí hay cada vez más personas interesadas en dilemas morales y de integridad de los personajes. Por ejemplo, Clint Eastwood (Gran Torino) o George Clooney (Los Idus de Marzo). Ahora llegan un grupo de películas bíblicas: Darren Aronofsky está rodando Noah (sobre el arca), Will Smith dirigirá una peli sobre Caín y Babel. Spielberg parece que va a hacer Moses el próximo año. ¿Es posible encontrar a Dios en Hollywood? ¡Claro que sí! ¿Por qué no iba a serlo?