Preciosa y autobiográfica primera película de la francesa de origen surcoreano Ounie Lecomte, sobre una niña de nueve años que, en 1975, es entregada en adopción por su padre a un orfanato católico cercano a Seúl. La película, aunque no ahonda demasiado en el catolicismo de las monjas; muestra un elogioso respeto hacia sus caritativas y pacientes actitudes. De estilo minimalista, intimista e hipersensible, y con una bellísima fotografía, Una nueva vida es una pequeña joya, dolorosa en su sobrio realismo, pero formalmente bella e inspiradora en su apertura a la esperanza.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Yeo-haeng-ja |
SINOPSIS
La película “Una vida nueva” comienza con la crónica de los últimos días durante los que que Jinhee, una niña de nueve años, convive con su progenitor antes de que éste la abandone sin despedirse de ella en un orfanato de Seúl regentado por monjas. La niña ve pasar los días con la esperanza de que su padre vuelva a recogerla y, mientras tanto, crea una nueva familia con sus nuevas amigas con las que comparte juegos y experiencias divertidas y trascendentales para su crecimiento y educación. Cuando algunas de sus compañeras se van, consiguen el sueño de entrar a formar parte de una nueva familia aunque, a veces, les entristece separarse del resto. Por eso, Jinhee decide, por un lado, reinventar su propia historia y, por otro, mostrarse silenciosa y ausente con sus potenciales nuevos papás para evitar afrontar una nueva separación…
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Corea del Sur, 1975. Jenhee (Kim Sae-ron), de nueve años, convive felizmente con su padre hasta que un día éste la entrega en adopción a un orfanato cercano a Seúl y regentado por unas monjas católicas. Profundamente conmocionada, la niña se encierra en sí misma, mientras ve pasar los días con la esperanza de que su padre vuelva a recogerla. Hasta que, poco a poco, comienza a asumir su situación y a intimar con sus nuevas amigas del hospicio, unas niñas abandonadas como ella y que ansían ser adoptadas por una buena familia, que les dé una vida nueva.
La cineasta francesa de origen surcoreano Ounie Lecomte debutó en 2009 con esta preciosa y premiada película autobiográfica, cercana al estilo minimalista, intimista e hipersensible de las magistrales Ni uno menos y El camino a casa, del chino Zhang Yimou. A partir de un guión muy visual, lleno de conmovedores silencios y sustanciales diálogos, Lecomte despliega una detallista puesta de escena, de bellísima fotografía, que capta hasta el último gesto significativo de las sufridas niñas protagonistas, todas ellas con una veracidad apabullante, especialmente Kim Sae-ron. Además, aunque no ahonda demasiado en las motivaciones del padre de Jinhee ni en el catolicismo de las monjas y cuidadoras del orfanato, Lecomte muestra un elogioso respeto hacia sus caritativas y pacientes actitudes, y exprime dramáticamente —con resultados altamente emotivos— el poderoso simbolismo de la imagen de la Virgen del patio del orfanato o del grito de Jesucristo en la cruz —traducido como “¡Padre mío, Padre mío! ¿Por qué me has abandonado?”—, que el sacerdote glosa en la homilía de una Misa.
En fin, una pequeña joya, dolorosa en su sobrio realismo, pero formalmente bellísima, e inspiradora en su apertura a la esperanza. Es una lástima que su modesto estreno seguramente la haga pasar desapercibida.
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