Notable melodrama, con un optimismo que, sin ocultar los traumas de los personajes, encuentra razones de esperanza en la capacidad redentora del amor, de la apertura generosa a los demás, tanto en el ámbito familiar como en el afectivo. Todo ello, cuestionando con inteligencia y buen humor la moral individualista y materialista del triunfo a cualquier precio, y elogiando la dimensión social del trabajo bien hecho.
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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Trouble with the curve. |
SINOPSIS
Gus Lobel ha sido uno de los mejores cazatalentos de béisbol durante décadas, pero, a pesar de sus esfuerzos por esconderlo, su edad empieza a pasarle factura. A pesar de esto, Gus, que puede decir cómo es un lanzamiento solo por el sonido del bate, se niega a quedarse en el banquillo en lo que podría ser el último trabajo de su carrera. Los directivos de los Atlanta Braves empiezan a cuestionar sus opiniones, especialmente con el último fenómeno del país, un bateador que espera a que le convoquen. La única persona que podría ayudarle es también la única persona a la que Gus nunca pediría ayuda: su hija, Mickey, empleada de un importante bufete de abogados de Atlanta, cuyas ganas y ambición le han hecho ascender hasta convertirse en socia. Mickey nunca ha tenido mucho contacto con su padre. A pesar de su buen criterio y de las objeciones de Gus, Mickey acompaña a su padre en su último viaje a Carolina del Norte, poniendo en peligro su carrera para salvar la de su padre. Obligados a pasar tiempo juntos por primera vez en años, los dos descubren cosas nuevas del otro, revelándose historias de hace mucho tiempo sobre su pasado y presente que podrían cambiar su futuro.
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CRÍTICAS
[Ana María Pérez-Guerrero, CinemaNet]
Gus Lobel es un veterano ojeador de beisbol de un equipo de la liga nacional, con graves problemas visuales, que intenta ocultar como puede. Esta situación cobra aún más importancia, cuando tiene que hacer un viaje de reclutamiento a Carolina del Norte, en el que debe demostrar que todavía vale para el trabajo: la introducción de jóvenes ejecutivos y de tecnología punta en su equipo, así como su avanzada edad, amenaza con acabar su carrera. Para lograr su objetivo, Gus contará, sin desearlo, con la ayuda de su hija, Mickey, una excelente abogada y experta en beisbol, con la que tiene una relación algo tensa. Los días de trabajo juntos, en el que coincidirán con otro ojeador joven, serán catárticos y aprenderán a descubrir el secreto para lidiar con los lanzamientos curvos.
Esta película supone la aparición actoral de Clint Eastwood desde Gran Torino (2008) y, la primera vez, que no se dirige a sí mismo, desde Deuda de Sangre (Terry McCaleb, 2004). El director de la cinta, Robert Lorenz, lleva once años trabajando en Malpaso, como asistente de dirección y productor, por lo que se identifica con el estilo clásico, marca de la casa. Además, trata algún tema ya abordado en cintas de la productora como la vejez, la viudez o la incomunicación, que convierten la cinta en una obra próxima al cine de Eastwood.
Las interpretaciones son excelentes, el Gus Lobel que compone Clint Eastwood recuerda, hasta cierto punto, al Walt Kowalski, protagonista de la ya citada, Gran Torino; sobre todo, en las primera escenas. Amy Adams está brillante, como Mickey, quien hace lo que sea por su padre, a pesar de su difícil relación con él. Justin Timberlake resulta creíble en el papel del exjugador agradecido con Gus y enamorado de la hija de éste. El resto del elenco les da buena réplica. Los amigos del protagonista son sencillamente entrañables: John Goodman, Raymond Anthony Thomas, entre otros.
El guion, que firma el novel Randy Brown, desborda humanidad. Sus personajes están sólidamente construidos, combina drama con buenos golpes de humor, y emplea con tino la metáfora deportiva. En su planteamiento recuerda a Money Ball (Bennet Miller, 2011) al señalar la importancia del factor humano, cuando se introduce la tecnología informática en la valoración de jugadores. Sin embargo, Golpe de efecto va más allá en su alegato al ampliar el espectro laboral, mostrando cómo la competitividad, la presión empresarial y el miedo a un despido llevan a muchos a cambiar sus vidas por el trabajo, cuando puede que lo que pierdan sea más importante… Así, se exige a un jugador hasta “romperlo”, a un ejecutivo, hasta que, cuando levanta los ojos de la pantalla, su vida ya ha pasado… En este sentido, también se ilustra cómo el aislamiento de las personas tiene cabida en un momento en el que se emplea intensamente dispositivos que, en principio, facilitan la comunicación.
El título original de esta película, Trouble with the Curve o problemas con los lanzamiento curvos, resume con acierto el tema del film y su enseñanza. En beisbol, la curva es un lanzamiento, cuya trayectoria suele engañar a los bateadores, pues la bola viaja aparentemente alta y cae de repente en la zona de strake, por lo que no es sencillo batearla. Así, es preciso no perder de vista la pelota. Pero como las apariencias pueden engañar, en esta cinta se invita al espectador a detenerse a pensar, a escuchar los sonidos nítidos que la vida emite como advertencia y a disfrutar el juego.
[Jeronimo José Martín – COPE]
Gruñón, anticuado y solitario, Gus Lobel (Clint Eastwood) ha sido durante décadas uno de los mejores cazatalentos del béisbol profesional. Pero la edad le empieza a pasar factura, sobre todo en su deteriorada vista. De hecho, los directivos de los Atlanta Braves empiezan a cuestionar sus opiniones como ojeador, especialmente respecto al último fenómeno del país, un jovencísimo y creído bateador (Joe Massingill) que ansía ser convocado. La única persona que podría ayudar a Gus es también la única a la que nunca le pediría ayuda: su hija Mickey (Amy Adams), a punto de ser nombrada socia en un importante bufete de abogados de Atlanta, y a la que Gus casi abandonó tras la muerte de su esposa, cuando ella era una niña. A pesar de todo, Mickey acompaña a su padre a Carolina del Norte, poniendo en peligro su carrera para salvar la de Gus. Y allí conoce a Johnny (Justin Timberlake), una joven estrella del béisbol, descubierta por Gus, pero quemada prematuramente por su equipo y ahora reconvertido en cazatalentos.
Esta película es una especie de regalo de Clint Eastwood a su íntimo amigo Robert Lorenz, su habitual productor y director de segunda unidad, que debuta aquí como primer director. Además, Scott Eastwood, hijo del octogenario actor y director, interpreta un pequeño papel. En realidad, la película podría haberla dirigido el propio Clint Eastwood formando trilogía con Million Dollar Baby y Gran Torino, pues tiene un tono parecido, afronta temas similares y, en concreto, el personaje de Gus Label es parecidísimo a los que Eastwood interpretó en esas películas. De modo que los dos amigos han articulado un notable melodrama, familiar y romántico, no tan bien dirigido como las películas citadas, pero con un brillante guión del debutante Randy Brown —muy eficaz tanto en sus golpes de humor como en sus numerosos pasajes emotivos— y unas interpretaciones excelentes del trío protagonista y de los estupendos secundarios, como John Goodman.
Alguno dirá que la película es algo básica, blanda e incluso sensiblera, como los típicos telefilmes de sobremesa. Y a otros les pesará el excesivo papel en la trama del béisbol, un deporte muy asentado en la mitología popular estadounidense, pero alejado de los gustos europeos. En cualquier caso, Golpe de efecto está en la línea de evolución hacia el optimismo del último cine de Clint Eastwood. Un optimismo que, sin ocultar los traumas de los personajes —algunos, muy fuertes—, encuentra razones de esperanza en la capacidad redentora del amor, de la apertura generosa a los demás, tanto en el ámbito familiar como en el afectivo. Todo ello, cuestionando con inteligencia y buen humor la moral individualista y materialista del triunfo a cualquier precio, y elogiando la dimensión social del trabajo bien hecho. Muy en la línea de Moneyball, otra buena película reciente sobre béisbol. No son pocos alicientes para los tiempos que corren.
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